En defensa de Donald Trump

REUTERS/William Philpott - RTSUADS
REUTERS/William Philpott – RTSUADS

 

El periodista c Ricardo Angoso hace una lectura positiva de las propuestas del Presidente de EE.UU que tienen crispada a la izquierda del mundo

En defensa de Donald Trump





Donald Trump se ha convertido en el terror de la progresía mundial, muy a su pesar seguramente. Años escuchando sandeces, como que hay que ser solidarios y abrir las fronteras a todos, incluidos a los terroristas, los yihadistas, los islamistas radicales, los delincuentes indocumentados y demás ralea, parecen haber llegado a su fin en los Estados Unidos. Por fin un presidente de ese país va a hacer cumplir las Leyes y poner en su sitio a aquellos que las desconocen.

Entrar ilegalmente en un país, o quedarse aprovechando una visa de turista, es un delito en cualquier parte del mundo. Trump va a luchar para que los que cometen ese tipo de delitos, que son millones, sean tratados de acuerdo a la Ley, siguiendo las más elementales formas de lo que debe ser un Estado de Derecho. Si nuestros estúpidos dirigentes europeos en Alemania, Francia, España y el Reino Unido hubiera actuado así nos habríamos ahorrado centenares de víctimas del terrorismo islamista. Pero no fue así, convirtieron a Europa en un coladero insoportable y ahora nos toca a todos pagar por su insensatez. Ya se detecta un aumento en la inseguridad en las calles alemanes, al tiempo que pasa un tanto de los mismo en otras partes del continente.

Trump también ha dicho que va a construir un muro entre México y los Estados Unidos. ¿Será así? No lo creo, mas bien pienso que intensificará los controles, instalará nuevos mecanismos electrónicos y cámaras para evitar la inmigración ilegal y contratará más vigilantes y policías para frenar la entrada de ilegales. Estados Unidos está en todo su derecho de hacer lo que le venga en gana en sus fronteras y evitar la entrada masiva de millones de ilegales. Lo que es impresentable es que México no controle sus fronteras y que las mismas se hayan convertido en un magma de corrupción, criminalidad, delincuencia organizada, narcotráfico e inmigración ilegal. Pero, en fin, como vivimos en un mundo donde no se pueden hablar determinadas cosas y llamar al pan, pan, y al vino, vino, tenemos que aceptar la verdad suprema de que Trump es un fascista y punto.

RUSIA, PIEZA CLAVE PARA RESOLVER LOS EMBROLLOS SIRIO Y UCRANIANO

Luego Trump ha hablado de llamar a Rusia para que colabore en el descontrol mundial tras ocho años de inútil administración de Barack Obama. Me parece lo más sensato que he oído en los últimos años en política internacional, pero tampoco este asunto le gusta a la progresía y a los escribidores a sueldo de la prensa políticamente correcta. Sin la ayuda de Rusia no se resolverán las decenas de conflictos, crisis y guerras que deja encima de la mesa la deficiente gestión de Obama. A estas alturas de la película resulta claro que ninguno de los dos bandos enfrentados en Siria puede ganar la guerra, tanto el régimen sirio, que apoya Rusia, como la fragmentada oposición pueden estar por décadas en conflicto sin que se atisbe una solución. Hace falta un diálogo político entre las partes, con la participación de la Unión Europea (UE) y Rusia, impulsado por un nuevo liderazgo en el mundo de los Estados Unidos.

El asunto de Ucrania también estará en la agenda del nuevo presidente. Los Estados Unidos y sus socios europeos jugaron con fuego en esta crisis, apoyando a un gobierno que vulneraba los derechos de la importante minoría rusa, un colectivo de casi diez millones de personas. Hay que aceptar de una vez por todas la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, ya que este territorio fue integrado de una forma ilegal y ajena al deseo de su población a Ucrania, y poner fin a la guerra de las regiones del Donetsk y Lugansk, donde el gobierno de Kiev trató de imponer a sangre y fuego su dominio sobre las comunidades rusas. Si de veras se quiere garantizar la paz, la estabilidad y la integridad territorial de Ucrania, es absolutamente necesario integrar en un gran acuerdo a Rusia y a las milicias prorrusas que están en los territorios hoy levantados en armas. Sin un gran acuerdo nacional que contemple los intereses de todas las partes esos anhelos compartidos por todos no se alcanzarán nunca.

En lo que respecta a América Latina, ya pueden temblar todos los tiranos del continente. Se acabaron las pamplinas, las buenas palabras y los inútiles discursos destinados a contentar a la muchachada bolivariana. Esa época, de contemporizar con los Castro y callar ante los exabruptos de Correa y Maduro, está destinada a llegar a su fin. Se va a acabar la fiesta pronto y los “revolucionarios” se van encontrar enfrente a un líder duro y capaz de responderles con sus mismas armas. Además, Trump tenderá puentes con Rusia, aislando a Ecuador y Venezuela en sus juegos estratégicos para quitarse del medio a los Estados Unidos, y seguramente con China.

TRUMP COMO CONSECUENCIA DE UN PROCESO DE CAMBIO

El mundo está cambiando, eso está claro, y la victoria de Trump no se debe analizar de una forma simplista, sino como fruto de un proceso de cansancio y hastío de una forma de gobernar que hasta ahora conocíamos. Se asiste a nivel planetario a una creciente desafección entre los ciudadanos y sus gobiernos, entre los representados y sus representantes, y a crisis de nuestras instituciones, cada vez más incapaces de dar las respuestas adecuadas a las demandas de unos ciudadanos cada vez más informados y conectados entre sí.

Los fenómenos de movilización popular, en forma de airadas protestas y manifestaciones ciudadanas, en los Estados Unidos, Italia, Grecia, Portugal y España, por no hablar de otras latitudes, reflejan que estamos ante una nueva era que reclama cambios, reformas políticas y una nueva relación entre la sociedad civil y los gobiernos. Trump no ha sido la causa de este proceso, sino la consecuencia del mismo. Interpretó a los ciudadanos y se dirigió a los mismos con un lenguaje básico, simple y con frases cortas, mientras que Clinton hablaba a los círculos de poder de Washington, para generar confianza en el Establecimiento, y perdió las elecciones. El mundo está cambiando y la progresía mundial, que ya ha comenzado su cruzada contra Trump incluso antes de llegar a la máxima magistratura de la primera potencia del mundo, no se ha enterado de nada. Pobres progres.

@ricardoangoso

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