Juan José Moreno A.: Volvamos al escenario natural del diálogo

Juan José Moreno A.: Volvamos al escenario natural del diálogo

En cualquier democracia del mundo que se respete como tal, su Parlamento constituye el escenario natural de diálogo, pues representa la auténtica y originaria representación de los pueblos, tácitamente reconocida en sus cartas fundamentales que, en el caso venezolano, no es otra que la Constitución. Así de simple.

Los recientes acontecimientos, relacionados con el real fracaso de la nombrada Mesa de Diálogo Gobierno-Oposición,  así como las veladas amenazas de quienes hoy se erigen como amos absolutos del poder del Estado, obligan a reflexionar sobre el papel que está llamado a cumplir hoy nuestra Asamblea Legislativa en estos momentos decisivos para definir el destino de la patria.

En primer lugar, es necesario tener claro que,  como garante de la soberanía popular elegida directamente por el pueblo, la Asamblea Nacional tiene como primer encargo velar por el cumplimiento de la Constitución de la República, y su propia conformación responde a la decisión de la población de elegir sus representantes ante este Poder Público; por tanto, el escenario natural de diálogo del que hablamos es exactamente la Asamblea, y a ella debe corresponder en estos momentos apegarse estrictamente a la Carta Magna para restablecer la institucionalidad hoy secuestrada por un régimen que abusa de su poder. Y de allí debe partir todo, porque para ser francos, no figura en la Constitución venezolana ninguna fulana “Mesa de Diálogo”, aunque ella pueda justificarse en momentos cruciales para la concertación entre los poderes del Estado, pero con reglas claras.

Por ello es necesario insistir en lo que ha sido prédica de quienes han sido ignorados en su planteamiento de ir a la raíz de los problemas actuales, derivados del desconocimiento de la función parlamentaria, para rescatar la legalidad vulnerada. En este sentido, debemos recordar que todo se inicia con el nombramiento írrito de los integrantes de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, por todas las razones suficientemente explicadas tanto por calificados constitucionalistas del país como de los propios parlamentarios. A partir de ese momento, se inicia toda una cadena de acontecimientos irregulares e inconstitucionales, como el desconocimiento por parte de ese TSJ ilegal  de los diputados de la MUD elegidos por el pueblo y ratificados por el CNE en el Estado Amazonas;  la violación del precepto constitucional que establece la función contralora de la Asamblea y el desacato de la propia institución legislativa también por el cuestionado tribunal de justicia convertido en apéndice del régimen.

Sin embargo, pese a las inobjetables razones que bien pudieran haber defendido la mayoría parlamentaria de oposición, y contando con una opinión internacional favorable, se dejó llevar a las trampas tendidas por un régimen harto conocido por sus artimañas como método frecuente de actuación. Y así, llegamos ciegamente a una mesa que podía pintar como conciliadora, dada la presencia especialmente de la representación vaticana, en lo que a la constituyó en la práctica otro desacierto de quienes llegamos a confiar en los tramposos de siempre.

Por eso, como los golpes enseñan según el refrán popular, a estas alturas está muy claro que un diálogo con el actual gobierno, sin exigencia de condiciones ni de resultados, no conduce ni conducirá a ningún lado; y que la única opción es volver a la verdadera “mesa” donde las reglas están claramente definidas, y son las que establece la Constitución de la República, desde la que partiríamos por el principio: en primer lugar, plantear formalmente la ilegalidad  en la conformación de la Sala Constitucional del TSJ y designar los nuevos magistrados; segundo, dado que después de un año no existe sentencia sobre la presunta ilegalidad de la elección de los representantes del Amazonas, la reincorporación de la diputación afectada debe ser admitida, con los que se recuperaría la mayoría calificada de la oposición en la Asamblea; tercero, hacer uso de las alternativas previstas en la Carta Magna para rescatar el vulnerado derecho del pueblo a elegir y revocar gobernantes; y en cuarto lugar, retomar el diálogo con la representación parlamentaria minoritaria, en los términos de respeto y tolerancia que corresponde a una institución y un país civilizados

Pero entre tanto, es necesario que la hoy mayoría oposicionista asuma con mayor disciplina su función y el papel que en momentos como el actual reclama la oposición; porque resulta inaceptable las frecuentes inasistencias y suspensión de sesiones por falta de quórum, que dan pie a críticas por parte inclusive de quienes, como los integrantes del llamado Bloque de la Patria, también incurren.

@JJMorenoA

Exit mobile version