MUD ¿Astucia o prudencia política?, por @MichVielleville

MUD ¿Astucia o prudencia política?, por @MichVielleville

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Desde la antigüedad la prudencia y la política han sido dos términos estrechamente vinculados. La necesidad de prever y considerar en cualquier circunstancia los efectos futuros de acciones del presente, en las actividades del gobierno, ha sido una práctica política que los gobernantes siempre han buscado con mucha diligencia, en función de minimizar costos y  maximizar su capital político. El estudio de las consecuencias políticas de decisiones de gobierno y la aplicación de la sabiduría, para visualizar los peligros no previstos por el poder, ha sido el mayor ejemplo del papel trascendental que ha desempeñado (y que continúa desempeñando) la prudencia en la política, como principal virtud para asegurar el buen gobierno y la estabilidad en los sistemas políticos.

Para nadie es un secreto que el gobierno de Nicolás Maduro ha sido el mejor ejemplo de la falta de prudencia en la política: la no previsión de las consecuencias catastróficas del modelo socialista, la improvisación en la economía, generando cada día más caos, con la implementación de medidas apresuradas que atentan contra la salud mental del venezolano, y la tensión política generada por una actitud antidemocrática ha cerrado todas las vías para un desalojo pacífico de su gobierno, sin duda, es la mayor muestra de lo que no se debe hacer en política. Lastimosamente, a esta terrible realidad habría que sumar también la diferencia de criterios y la falta de consenso entre algunos dirigentes políticos opositores, con esta actitud irresponsable están tratando de aprovechar la situación de coyuntura, para figurar en el escenario político, cuando la gente espera prontas soluciones a sus necesidades fundamentales y sensatez por parte del liderazgo político.





Cuán prudente sería mantener la atención en la planificación estratégica de los caminos capaces de canalizar, de la mejor manera posible, nuestra lucha política. Pero la falta de madurez, o mejor dicho, la imprudencia política, sólo ha generado como consecuencia que se pierda la hoja de ruta; sobre todo, cuando ya existe la mínima percepción donde algunos sectores han dado prioridad a la campaña por sus candidaturas para las elecciones del próximo año, cuando el motivo que nos embarga es la búsqueda de una salida constitucional a la crisis. Pero los intereses individuales no pueden prevalecer sobre los intereses de la colectividad, porque ellos fracturan la unidad y hacen imposible la concreción de los planes que requiere el país.

A esta altura del partido, sería muy irresponsable negar que hubo falta de prudencia en el manejo del diálogo y sus resultados. La necesidad de una agenda clara y el diseño de una táctica efectiva; las fallas en los procesos de comunicación entre dirigentes y seguidores, manifiestas durante aquellos episodios donde algunas de las reuniones se efectuaron en secreto, cuyos resultados más notorios fueron elevar los niveles de desconfianza y el malestar ciudadano, cuando lo más sensato hubiese sido diseñar una estrategia comunicacional que garantizara la transparencia en los encuentros; y la imprudencia en el discurso político de algunos dirigentes, que todavía no aprenden de los errores del pasado y aprovechan el estado afectivo de los ciudadanos para posicionar cuanta idea irracional pasa por su cabeza; todo ello forma parte de las dificultades con las cuales ha tenido que lidiar la MUD. Pues, no ha sido suficiente desmontar las estrategias erigidas desde el gobierno para dividir la Unidad, sino también la de aquellos actores políticos, que dicen formar parte de la misma causa política, pero cuyas acciones y pretensiones demuestran lo contrario, y obstaculizan las posibilidades para la construcción de criterios unificados orientados a permitir enfrentar, juntos, nuestros problemas esenciales; lo cual hace de la lucha política una labor todavía más heroica.

Ahora queda de nuestra parte construir una línea estratégica discursiva, coherente y capaz de enlazar las fuerzas divergentes, enmarcándolas en un plan común y así permita dar cumplimiento al objetivo fundamental, sobre la base de la prudencia y no de la astucia política. La diferencia fundamental entre ambas es, mientras la segunda es un instrumento que procura la satisfacción de los intereses propios con habilidad, la primera es una virtud política orientada a la satisfacción de la comunidad y el bien común. Un plan cuyo propósito sea posible la salida de Nicolás Maduro del poder, con la participación ciudadana movilizada en la calle, sólo podrá tener éxito siempre que sea diseñado sobre la base del raciocinio, la deliberación, el análisis y el cálculo, en función del bienestar colectivo, es decir, mediante la constante demostración del ejercicio de la prudencia política al momento de decidir. Pensar que posiciones individualistas puedan tener los mismos resultados es sólo una muestra de insensatez y egoísmo; un camino inútil, con consecuencias muy dolorosas para todos.