Luis Eduardo Martínez: Humillados

Luis Eduardo Martínez: Humillados

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El domingo pasado cerré, en Barrancas del Orinoco, mi gira decembrina por el interior de Monagas. Es una costumbre que sin fallar adelanto desde muy joven. En esta oportunidad la marca fue la unidad: líderes de la totalidad de los partidos políticos y de sectores de la vida civil regional y municipal me acompañaron.

En Barrancas, me esperaba Larissa quien hizo un alto en su propia gira por las comunidades de Delta Amacuro. Amanecía cuando nos re-encontramos emocionados después de varios días de atender cada uno nuestras responsabilidades como promotores de una nueva nación.





Larissa me contó sus vivencias por el bajo delta, cada día más dramática la situación que viven sus habitantes. Yo le relaté las mías en los pueblos que tanto amamos.

Niños que pasan hambre, familias desesperadas por la imposibilidad de atender sus mínimos requerimientos, comunidades con semanas sin electricidad y/o dotación de agua, dispensarios cerrados y centros de salud carentes de medicinas, escuelas y liceos cayéndose, vías abandonadas, hampa desbordada que aterroriza.

Nuestra primera actividad fue visitar al hermoso templo dedicado a “San Rafael Arcangel”. A un costado de la Iglesia, nos saludan con cariño un grupo de señoras de la pastoral social que realizan una vendimia para recoger fondos con que soportar su obra en favor de los más necesitados. Devotas católicas reafirman su fé sirviendo a los que menos tienen que cada vez son más. “Gobernador, Diputada –nos pregunta una de ellas rayana en la desesperación- por qué este gobierno nos humilla tanto, qué hemos hecho para merecer lo que está pasando?”. Comienza a llover. A unas pocas cuadras nos topamos con un escenario que indigna.

Bajo unos toldos rojos, se apiñan centenares de personas intentando no mojarse, que esperan desde la noche anterior que llegue de Maturín productos para el consumo familiar. No han dormido, seguramente orientales que son agotaron los chistes mientras esperan y una que otra “brujita” ha pasado de mano en mano. Están agotados pero no se mueven porque saben que en sus casas necesitan con urgencia las migajas que les venderá un gobierno que les humilla sin razón.

Cuando nos despedíamos –Larissa viajaría a Pedernales, Capure e Isla Misteriosa y yo a prepararme para realizar a partir de la mañana siguiente visitas a una treintena de barrios en la capital monaguense- nos sorprende una noticia en las redes sociales. “Maduro anuncia que en 72 horas el billete de 100 bolívares saldrá de circulación”. Al principio no lo creímos y suponíamos era una inocentada. Pero era cierto. Los venezolanos deberían acudir a la banca pública a canjear sus billetes de 100por otros necesariamente de menor denominación como una medida del gobierno para enfrentar la “guerra económica” que en su delirio ellos crearon para ocultar su incapacidad.
Muchos leerán esta columna, en largas colas frente a la banca pública esperando canjear un puñado de billetes del ya extinto bolívar fuerte. Una vez más, humillados.

@luisemartinezh