La cruda realidad, por César Ramos Parra

thumbnailCesarRamosParraEl gobierno de Maduro y su camarilla, sin ningún recato, han decidido actuar ya sin cuidar ninguna formalidad. Realmente no sé cómo definir la actitud de quienes adversamos este régimen y emitimos opinión sobre su desempeño, puesto que hoy debemos concluir que para algunos, el gobierno se quitó la máscara, o para otros, entre quienes me encuentro y debo admitirlo, con humildad, se nos cayó definitivamente la venda de los ojos.

Siempre fui partidario de la negociación a través del diálogo para superar la crisis, como forma pacífica y democrática que evitara una confrontación violenta. Debo admitir que mantener esa posición hoy es una verdadera tontería, casi una estupidez. Este gobierno y esta gente no dan paso en ninguna dirección que no les conduzca a atornillarse, cada día más en el poder. La agenda que ellos han impuesto en el País es exclusivamente política. No importa para ellos el precio que haya que pagar. La destrucción de la institucionalidad, del aparato productivo y nuestra economía, la devastación de los sueños de nuestra juventud, la fuga masiva de talentos que huyen despavoridos ante la barbarie, que la gente humilde a quienes les prometieron villas y castillos muera de mengua en los hospitales, o nuestros niños fallezcan por desnutrición, nada de eso importa, ante la vorágine de uno de los gobiernos más incompetente y corrupto que la humanidad haya conocido. Todos ellos saben que al restablecerse la justicia y el Estado de Derecho, tendrán que pagar caro sus desafueros. Dictaduras como la Perezjimenista o la de Pinochet sometieron al pueblo con profundas arbitrariedades, persecuciones y torturas a los líderes políticos, como este también lo hace, pero impulsaron obras de infraestructura en toda la geografía nacional, los servicios públicos funcionaban, impulsaron la economía. Con esa fachada disimulan su verdadera identidad antidemocrática.
El ridículo que hacemos ante la comunidad internacional no tiene parangón. Chávez en su megalómana ambición de eternizarse en el poder, liquidó la relación con nuestros socios naturales como USA y la Comunidad Andina. El ingreso pagado a MERCOSUR, con socios como Argentina, Brasil o Uruguay que sólo vieron en nosotros los petrodólares, se les convirtió en un problema del cual se zafarán sin más demora, pese a los ridículos argumentos y actitudes de nuestra cancillería en posturas que rayan la indignidad. La riqueza que nos dio la providencia, saqueada por Cubanos, Caribeños, Bolivianos, Hondureños y Nicaragüenses quienes participaron del “Festín de Baltazar” para ofrecer a cambio, respaldos en la OEA y ONU ya pronto llegará a su fin, puesto que la “gallina” está agonizando.

El desconocimiento de la Asamblea Nacional y su sustitución definitiva por un TSJ deslegitimado, ilegal en su composición y colocado por completo al margen de la Constitución, determinan el desconocimiento inmediato de este régimen que sólo persiste por la actitud de la Fuerza Armada, entregada y corresponsable de todo este desastre. La dirigencia política UNIDA y congregada en los factores opositores, están en el deber, sin más demora, de convocar a todos las organizaciones democráticas del país: universidades, organismos económicos, militares civilistas, organizaciones religiosas, ONGs, entre tantas otras, para constituir un gran frente que defina acciones contundentes, masivas, perentorias, de calle, sin marcha atrás y sin tregua, hasta lograr la salida definitiva de este nefasto régimen. Definitiva y lamentablemente, aquí no hay ni habrá salida democrática posible. La Asamblea Nacional debe erigirse ya en la representación auténtica de la sociedad democrática venezolana y conducir con firmeza, el proceso y las acciones necesarias hasta nuestra liberación definitiva.