Simón García: Oír al país

Simón García: Oír al país

 

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La sociedad es un rugido potente y casi unánime. Un grito hecho de sufrimientos, de rabia y de impotencia que surge del país. Hablar, soltar un volcán de palabras, es la reacción airada de la mayoría. Hasta ahora, es la forma que ha adquirido un rechazo al gobierno que ya llegó a su nivel máximo de aguante. Es impredecible lo que pueda ocurrir después.





Se ha comprobado que el empobrecimiento, el aumento de las calamidades, la colocación de la población en un igualitario estado de lucha por la subsistencia es una técnica de control y dominación social usada por los regímenes comunistas.

En el 2017 seguiremos viviendo la escasez de alimentos y de medicinas, la quiebra de los servicios públicos, el naufragio de la educación y la salud, descenso anticipado al infierno que en Cuba fue bautizado, según la neolengua totalitaria, como período especial.

El gobierno ya no tiene posibilidad de rectificación, ni margen para producir la menor recomposición del régimen. La única opción de continuidad política para la clase de los usufructuarios del actual poder es ceñirse al lema de Chávez: todo dentro de la Constitución, aún sabiendo que el retorno a la democracia es el fin de su hegemonía.

En ese dilema entra la función que puede jugar una política activa de diálogo y apertura desde las fuerzas de cambio hacia los siete millones de venezolanos que aún son seguidores del gobierno y hacia las instituciones, aún controladas por los sectores más conservadores de la jerarquía oficialista, que pueden levantar las barreras al proceso de respeto y aplicación de la Constitución Nacional.

La MUD no fue a la mesa de diálogo sólo por cortesía con el vaticano. Aunque su participación forma parte de una decisiva presión internacional que juega a favor de la institucionalización y la fijación de un cronograma electoral. Había otras razones de fondo junto al objetivo de lograr las demandas que formuló la oposición. Y cuando no las obtuvo, ante un incumplimiento gubernamental equivalente a patear la mesa, acertada y oportunamente, la MUD dejó de participar en la Mesa y se mantuvo sólo en la comisión que trabaja el tema de la libertad de los presos políticos y que está presidida por un mediador confiable como lo es el Nuncio.

A partir de allí se ha desatado una confrontación interna en la que la MUD es el principal instrumento para minar la confianza en sí misma. La falta de coherencia, la persecución de objetivos distintos, la aparición de un síndrome cainítico nos está conduciendo a una situación en la cual los que han combatido juntos a un adversario común, están a punto de usar sus armas entre ellos.

No todo el 80% de la población que quiere salir de Maduro está identificado con la MUD, un dato que obliga a cultivar una confianza respaldada en acciones y en acumulación de éxitos. La MUD, ante la complejidad que ha puesto en evidencia la resistencia dl régimen, debe examinar su estrategia, su funcionamiento y sus planes para el 2017.

Sus seguidores no podemos permitir que una dirección colectiva, como la que se ha logrado reunir en la MUD, sea objeto de una pérdida de credibilidad. Y menos por omisiones y extravíos de ella misma.

Es urgente una reflexión para recomponer la acción destinada a cambiar de presidente, de gobierno y de régimen. Necesitamos oír más al país que a nuestros egos individuales y a los cálculos, grandes o pequeños, basados en patriotismos partidistas.

@garciasim