Gabriel Reyes: Venezuela y el Kybalión

Gabriel Reyes: Venezuela y el Kybalión

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Los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender
Kybalión

Representa el Kybalión, tal vez la obra más difundida de la literatura hermética. Para ilustrar un poco al lector, se ha denominado hermetismo a la doctrina contenida en un conjunto de escritos aparecidos en los siglos II y III d.C. Deben su nombre a quien se supone fue su autor, una deidad helena, Hermes, el “tres veces grande”, Trismegistos, a quien se considera el padre de la palabra y del conocimiento.





El Hermetismo tuvo especial influencia en el Renacimiento, y es a partir de grandes obras como “El Arte de la Memoria” o “El Iluminismo Rosacruz”, que comprende una semblanza de la figura y obra del Q:.H:. Giordano Bruno, quienes nutrieron la cultura hermética con lo que luego completaron la esencia del Neoplatonismo y la Cábala cristiana con los trabajos de Pico de la Mirándola y Reuchlin.

El Kybalión es un texto del siglo XIX que recoge enseñanzas orales transmitidas por generaciones hasta que se escribieron, también conocidos como los Siete Principios Universales del Hermetismo. Su autoría se atribuye a un grupo anónimo de personas autodenominados Los Tres Iniciados, entendiendo que esta corriente se deriva del pitagorismo, primera escuela de iniciados que deja una huella filosófica en la historia occidental.

El Kybalión no es el Libro Sagrado de una secta hereje. Es una simple recopilación de tradiciones orales en papiros que luego fueron organizados para plantear una enseñanza que no puede ser desestimada confundiendo lo esotérico y místico con la improductiva superchería de textos amarillistas. Esto es Filosofía.

Me ha correspondido varias veces leer su texto, el cual comparto (http://laberintoyrealidad.blogspot.com/2012/09/el-kybalion-tres-iniciados-mp3pdf.html), y esto me ha motivado, en un momento de incertidumbre general, a relacionar los principios con nuestra realidad, toda vez que los mismos son autodefinidos como universales.

Esto no es un texto de análisis político. Es una analogía aplicada de una fuente, que podría aclarar la mente de más de uno, quienes rompiendo paradigmas y extrayendo lo que le parezca potable, podrán tener una visión diferente del dilema que nos aturde.

Estos son los 7 Principios Universales del Kybalión y mi aplicación a la Venezuela que vivimos:

I: Mentalismo. “El Todo es mente; el universo es mental.”

El venezolano se debate en un continuo emocional entre la desesperanza y la desesperación, y el gobierno, asistido por verdaderos especialistas en psicología social construyen y destruyen por doquier para generar el estado general de angustia que muchas veces no nos permite organizarnos.

Cuando nos parece que todo es producto de la ineptitud de quien nos desgobierna, existe una conexión cierta entre los hechos y la necesidad de propiciar la confusión y el desánimo entre quienes nos encontramos padeciendo de estos avatares.

Seremos capaces de superar este estado de confusión, de miedo, de inamovilidad, si asumimos que es a partir de la construcción de sólidas realidades en nuestras mentes, la única forma de visualizar una salida clara a este despropósito general. Somos y seremos los únicos responsables de lograr la paz interior que nos permita convertir nuestros deseos en realidades, más allá de la tóxica política de desinformar o de infiltrarnos para lograr divisiones que serán estériles en la medida en la que construyamos esa visión compartida de la Venezuela que necesitamos.

De aquí se deriva el poder del pensamiento, pues con él creamos todo lo que deseamos si somos capaces de llegar a comprender su mecanismo.

II: Correspondencia. “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”

Este principio encierra la verdad de que todos los planos de la existencia deben estar en armonía, concordancia y correspondencia ya que ellos nacieron de El Todo.

Comprender que lo material, lo mental y lo espiritual deben conjugarse entre quienes aspiramos un verdadero cambio es una tarea colectiva de naturaleza inductiva que comienza en el proceso individual de alinearnos en función de un proyecto de construcción de una nueva realidad.

No podemos dejarle todo a Dios, invocándolo para que logre el milagro de amanecer en una nueva Venezuela, pero debemos estar al lado de él cuando, con firmeza y coraje, asumamos las tareas que implican lograr ese cambio deseado.

III: Vibración. “Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.”

Somos materia y espíritu, nos mantenemos en constante vibración. Pero no somos todos iguales. Podemos distinguir dos tipos muy claros de individuos, los de baja vibración y los de alta vibración. Y de esta diferenciación encontramos a los “negativos” y a los “positivos”.

De los primeros, conocemos a quienes son pesimistas, esclavos de su ego, criticones, rencorosos y viven en una farsa pretendiendo siempre pasar por encima de los demás. Ellos son destructivos. La tarea consiste en apartarnos de estos individuos y comenzar a pensar de forma constructiva, apartando el ego y concentrándonos en el “yo” y en el “nosotros” para convertir el esfuerzo individual de muchos en una energía positiva que entusiasme al colectivo, logrando una vibración tan alta que sea capaz de demoler las estructuras estáticas de quienes nos atemorizan, nos desmotivan y nos llevan a la desesperanza mediante técnicas aprendidas y probadas en otras latitudes.

Cuando definimos liderazgo, rompemos entonces, el enfoque mesiánico, para entender que muchas personas convencidas de que son agentes de cambio representan una vibración difícil de detener y entonces entendemos que el éxito no es la suma de buenas voluntades. Es el producto del esfuerzo de muchos que vibran para alcanzar su objetivo.

IV: Polaridad. “Todo es Dual”

Los extremos se tocan y es la polarización de la sociedad la que no nos deja avanzar, porque mientras más odiamos al adversario y lo convertimos en enemigo, más nos parecemos a él y nos desgastamos. No hemos sido capaces de apartarnos del discurso antagónico para asumir la tarea de construir la realidad que queremos. Esto no implica la aceptación del mal, ni de los abusos del autoritarismo. Por el contrario, esto implica apartarnos de la diatriba estéril para alcanzar la verdadera justicia, la que no señala sino que condena al transgresor, pero en el marco de una sociedad diferente, donde se rescate la justicia y los valores democráticos.

La Tiranía es contraria a la Democracia, la primera confronta a la Resistencia, la segunda maneja la dupla gobierno/oposición. Nosotros hemos permitido que la Tiranía que vivimos encuentre en la acera de enfrente a una Oposición, acomodaticia, hecha a la medida de quienes no desean la confrontación y se crean zonas de confort, donde ser opositor ofrece ventajas sin ser perseguidos y sin elevar el costo político al gobierno por los desmanes que sufre el pueblo porque muchos de ellos no se preocupan por gobernar. Quienes constituyen la Resistencia de esta Tiranía son tratados como radicales y violentos por los mismos elementos de esa “Oposición”, sin valorar la integridad moral de quienes apuestan todo a un verdadero cambio, vibrando en positivo.

V: Ritmo. “Todo fluye”

Así como el péndulo se desplaza, el principio del ritmo nos invita a considerar que la adversidad no es un estado absoluto en sí mismo. Tal vez nunca apreciamos, los que lo vivimos, el estado de prosperidad de hace 20 años, pero ahora, en medio de este marasmo inédito en nuestra historia, tenemos que convencernos de que este es un lado de ese movimiento pendular que la historia construye y de donde saldremos si logramos entender que la realidad de un país debe ser transicional y no transaccional.

La construcción de una “transición” habilita la llegada del estado deseado, y para quienes entendemos que el análisis político es una tarea de forenses y no de adivinos, es muy posible que el regreso del péndulo haya comenzado, precisamente en el desastre y en la barbarie de quienes necesitan generar ingobernabilidad a su propio gobierno para esgrimir las armas de violencia y pretender llevar a quienes ven como sus enemigos a la desesperación de trabajar por una “transacción” que detenga ese movimiento pendular.

Ya el regreso comenzó y nada lo detendrá. Solo quienes buscan atajos en la historia como la solución a un problema estructural no entienden que el regreso será muy complicado y doloroso, pero ese regreso tiene una fecha, y lo lograremos.

VI. Causa y efecto. “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa”

¿Por qué estoy tan seguro de que recuperaremos nuestra democracia? Porque cada vez hay más venezolanos trabajando y forjando las causas para lograr el efecto deseado. Nada en el Universo es casual. Somos nosotros quienes debemos asumir la tarea de olvidarnos de asumir la desgracia como algo inherente a nuestro supuesto fatídico destino, y de compararnos con otros países buscando en su triste realidad nuestro futuro escrito.

Si nos sacrificamos y trabajamos duro obtendremos lo que deseamos, y esa es la tarea, la de desmontar ese locus de control externo que nos lleva a culpar a otros de nuestros males, en asumir el esfuerzo como el único camino al avance, en comprender que nuestros errores se pagan y nuestros aciertos se cobran. En convertirnos en constructores de nuestro futuro y no en espectadores de la destrucción de quienes necesitan arruinarnos para saciar su resentimiento histórico, como resignados a algo que no es nuestro destino. Es una circunstancia, y la cambiaremos, si todos remamos en el mismo sentido.

VII. El Principio de la Generación.

Aunque muchos asocian este principio a la sexualidad, y efectivamente esta no está reñida con el mismo, en el plano de nuestro análisis debemos referirnos a la esencia misma del término “género” que deriva de una raíz latina que significa “concebir, procrear, crear, producir”. Y sobre la base de este significado planteo la necesidad que tenemos todos los venezolanos de ser productivos.

No tiene sentido esta lucha por regenerar un tejido desgarrado por una voraz cleptocracia si no entendemos que estamos llamados a producir, a renunciar al paradigma de la democracia benefactora donde el Estado era el garante de nuestro bienestar personal y familiar. Seremos ciudadanos de nuevo cuando comprendamos que cada uno de nosotros es el emprendedor de su propio futuro, cuando recuperemos el estudio como el camino al ascenso social, y cuando generar prosperidad sea un acto aceptado como necesario no para un grupo, sino para todos quienes deseamos una Venezuela diferente.

Las etiquetas politológicas no forman parte de este escrito, aunque no quisiera concluir sin invitar a todos quienes con paciencia hayan llegado a este punto a que trabajemos por ser libres, sin ataduras de ningún tipo, luchemos por tener todos el mismo derecho a ser mejores personas y a podernos mirar como hermanos, porque el Gran Arquitecto del Universo nos regaló una tierra hermosa y generosa, y somos nosotros los únicos que podemos valorarla como nuestro compromiso.

Amanecerá y veremos…