Esta es la única misión que realmente ha tenido este oprobioso régimen castro-chavista, no porque piense que este resultado terrible en que ha devenido el socialismo en el siglo xxi sea el producto de un elaborado plan puesto en marcha por el zurdo con el patrocinio del G2 cubano, creo que más bien es el producto de la intención única y exclusiva de querer permanecer eternamente en el poder.
La kakistocracia comandada por el difunto puso en marcha un proceso económico y social que comenzó con el control de cambio, que paradójicamente se fortaleció con la caída sobre el país de un tsunami de divisas, pensando que con una disposición cuasi infinita y por siempre de dólares se podía evadir los arreglos institucionales que requiere una economía de mercado. Suplantar el mercado por el Estado era la “genial” idea de estos bucaneros de la política. Como todos sabemos los estatismos populistas en el mundo han resultados en procesos de destrucción productiva, social, institucional y cultural, que solo se sostienen en procesos genocidas abiertos o encubiertos como en el caso de Venezuela.
Por eso hablar de plan, de modelo socialista, de un proyecto elaborado para el control expreso de los venezolanos y construir un gulag criollo es una idea que nos asalta y con razón porque nadie en su sano juicio puede pensar en que esto es un resultado contingente, azaroso, sobre todo por la intención totalitaria que anima a la casta gobernante. Pero, la verdad es que este proceso de devastación que se abate sobre el país es el desenlace de un conjunto de acciones tomadas para endurecer algo que ya conocíamos los venezolanos que es el estatismo rentista petrolero, con una renta fantabulosa que se cruzó con el afán autoritario de un capataz militar que en nombre de la revolución y bajo la excusa de hacerla inexpugnable creó un mecanismo institucional de controles que terminó facilitando el proceso de corrupción más gigantesco y sofisticado que se haya conocido en país alguno. Todo este proceso más corrupción es correlativo de la destrucción del país. Esto es estatismo petrolero puro y duro, que “funcionó” mientras hubo renta, nada de planificación totalitaria.
La banda de los siete, quiere hacernos creer que ellos controlan el país de manera férrea, que nada de lo que hacemos o podamos hacer dará el resultado de sacarlos del poder, porque ya saben la jugada adelantada y que toda resistencia resultará en un fracaso que los atornillará en el poder. Pero, esto es completamente falso, ellos no controlan nada, están profundamente divididos en facciones irreconciliables enfrentadas de todas las maneras unas contra otras. Parte de esta situación queda reflejada en la gran cantidad de jerarcas del régimen que se escapa a los EE.UU. para actuar como patriotas cooperantes y servir como testigos protegidos a cambio de proporcionar la información que viene sirviendo de fundamento para las investigaciones que siguen diversos organismos internacionales que persiguen los delitos de narcotráfico y blanqueo de dinero.
La banda de los siete tiene más razones que Usted para sentirse preocupada y derrotada. Es por eso que hay que redoblar la voluntad de lucha, aumentar como dice el analista político Jose Luis Farías el asedio democrático sobre el régimen. No obstante, eso sólo será posible si recomponemos las fuerzas políticas en el campo opositor, si estructuramos una nueva estrategia que sobre la base de tener una mayoría social y política masiva y contundente, tener un respaldo internacional solido, las enormes presiones sociales que caracterizaran el 2017, las fracturas en el mundo militar, que nos permita ponerle fin al régimen.
Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog