Alexei Guerra Sotillo: (des)Balance

Alexei Guerra Sotillo: (des)Balance

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A pocas horas de despedir un año y recibir al nuevo, el momento y alguna inexorable costumbre impone la noción de balance, en la idea de realizar una revisión de lo ocurrido durante el 2016. Por más empeño que se coloque en tal revisión, y sobre todo, enlistando lo bueno y lo malo, el saldo negativo domina abiertamente el inventario de estos 12 menes que casi terminan.

El término balance alude también al “equilibrio”, de pesos y contrapesos que se vinculan y encuentran permanentemente para crear un estado determinado de cosas. Y en ese sentido, pareciera que Venezuela se caracteriza hoy, no por un balance sino por un desbalance: Son mayores los deseos de cambio y superación de esta tragedia en forma de gobierno que las ganas de quienes, en exigua minoría, no quieren que nada cambie. Son mayores el hambre, la miseria, el empobrecimiento, el hampa, la corrupción, la voracidad de mafias militares-cívicas, que el intento y efectividad de la propaganda mitómana del régimen por ocultarlas y negarlas. Son mayores las reservas humanas, morales, éticas y ciudadanas que creen aun en el valor del trabajo, la propiedad y el respeto a la Ley, que los grupos representantes del Estado malandro, que se asumen eternos predestinados de la redención revolucionaria, solo obtenida a través del saqueo del Fisco, el cierre y bloqueo de espacios y procesos democráticos, y el encarcelamiento de la disidencia.





Paradójica y lamentablemente, ese desbalance parece no reflejarse en la realidad política y económica concreta de los venezolanos, en términos de la suma de fuerzas que determinan justamente un cambio en la situación del país. La claridad en la definición de lo que enfrenta la sociedad democrática venezolana (y la resistencia a emplear el término “tiranía” o “dictadura” lo expresan), el miedo que la represión oficial a las protestas como derecho constitucional ha generado, y los titubeos,  dudas, agendas e intereses de la dirigencia opositora al momento de definir la estrategia y las acciones para lograr el cambio político en Venezuela, han influido e influirán en el ritmo e intensidad de los días por venir.

En todo caso, un gobierno que cierra y clausura, mediante un TSJ ilegítimo un proceso electoral destinado a consultar a la población sobre su permanencia en el poder, no puede ser catalogado como democrático, y mucho menos digno de algún gramo de confianza para diálogo alguno.

Por ello, el balance, que es en realidad un (des)balance, más temprano que tarde terminará expresándose por la decisión y fuerza en la calle de un pueblo cuyo protagonismo será vital, por sobre cualquier dirigencia, para superar el peor gobierno que ha padecido la República.

Que el ánimo y la fortaleza nos guíen a mejores tiempos.  A pesar de todo y de tanto, Feliz Año, estimados lectores.

@alexeiguerra