La farsa electoral del 2017, por Claudio Sandoval

La farsa electoral del 2017, por Claudio Sandoval

thumbnailClaudioSandovalEl chavismo estará sometido a la presión electoral en el 2017. Sabemos que durante quince años, la revolución chavista se relegitimó a través del mecanismo electoral, aprovechando su control sobre el Consejo Nacional Electoral (CNE) para celebrar elecciones de toda índole y alardear local e internacionalmente sobre su presunto talante democrático.

Pero habiéndose convertido oficialmente en minoría inequívoca el 6D, el gobierno decidió entonces quitarse la máscara democrática y secuestrar indefinidamente la ruta electoral, principal medio de expresión con el que cuentan los ciudadanos a la hora de manifestar su voluntad en los asuntos públicos de la nación -concretamente, el chavismo saboteó el referendo revocatorio y suspendió las elecciones regionales en el 2016.

La piña bajo el brazo   





No obstante, el presidente Nicolás Maduro podría estar observando que resulta prácticamente improbable, cualquier intento de maquillar la reputación de su gobierno, sin el matiz electoral. Con el agravante de que hasta las dictaduras más férreas montan sus teatros periódicamente y efectúan elecciones. Cuba y Zimbabue ejemplifican dicha práctica.

A diferencia del referendo revocatorio y de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, donde la carga inicial recae en terceros y hay más espacios para meter una cabra, las elecciones regionales y la elección presidencial del 2018 operan de oficio, no admiten excusas ni del gobierno ni de su CNE.

Ante el cambio de circunstancia del 2017 (condicionado a la definición de un calendario electoral, llueva, truene o relampaguee), el gobierno está buscando la manera de armar un mamotreto que muestre la imagen de un cambio pero sin cambio real.

Nuevas elecciones parlamentarias

Y es bajo este contexto que el presidente Maduro recientemente lanzó la tesis de la autodisolución de la Asamblea Nacional. A diferencia del fujimorazo, el madurazo convocaría una elección perentoria que permita vender la idea de que en Venezuela hay democracia -porque se hicieron elecciones parlamentarias- y así promocionar al chavismo como los buenos de la película, los restauradores de un orden constitucional violado por diputados opositores que usurparon funciones legislativas.

La sustitución de las elecciones regionales por otras elecciones, mantendría intacto el balance de poder de facto en el ámbito nacional, estadal y municipal. Por su parte, el gobierno podría distraer la atención sobre el problema real, a saber: una crisis de gobernabilidad causada por la incapacidad del presidente Maduro para ejercer el cargo y el agotamiento irreversible de la propuesta socio-económica y política chavista.

¿Buenas noticias?

Cualquiera sea la elección que el gobierno pretenda estructurar, el chavismo sabe que está manipulando un arma de doble filo. La posibilidad de que ocurra un cambio este año puede cristalizarse de carambola, a través de un proceso electoral, particularmente, en caso de que el gobierno intente o haga un fraude masivo.

De mantenerse o empeorar la crisis económica, la volatilidad social continuaría aumentando e incluso, la situación podría írsele de las manos al presidente Maduro. Cualquier triquiñuela pre o poselectoral comporta el riesgo de generar un tipo de desobediencia legítima en Caracas que haría insostenible la permanencia del régimen actual.

Ante un escenario electoral fraudulento y un colectivo rebelado por los cuatro costados, la cúpula militar tendría que decidir si conspira en contra del sentir mayoritario de la Fuerza Armada de no masacrar a sus conciudadanos o prefiere apoyar a la elite gobernante de turno. Partiendo de la experiencia más reciente, el 6D, da la impresión que los generales no se van a echar ese cacho de agua y se adaptarían a la posición pro-ciudadana de sus compañeros de armas.

Así las cosas, el tema electoral en el 2017 luce como una farsa de ambos sectores políticos, donde uno pretendería usarlo de fachada para relegitimarse en el poder y neutralizar adversarios políticos, mientras que el otro grupo lo estaría viendo como un atajo a su ascenso a Miraflores.

Finalmente, usted, que está en el medio de todo esto, eventualmente le tocará decidir a quién apoyar, si es que todavía se encuentra indeciso… Creo que, en todo caso, lo importante es asumir una posición, asistiendo a la función teatral de su preferencia pero a conciencia, sin dejarse manipular con ofertas engañosas o creyendo en pajaritos preñados…

Claudio J. Sandoval (Twitter / Linkedin / Instagram: @Claudiopedia), es Venezolano, abogado e investigador del Departamento de Ciencias Políticas de Georgia State University, con sede en Atlanta.