¿Cuál transición?, por Alexei Guerra Sotillo

¿Cuál transición?, por Alexei Guerra Sotillo

thumbanailalexeiguerraDe algún tiempo a esta parte, en especial desde el triunfo parlamentario del 6-D de 2015, en un desborde de optimismo o neutra prudencia, hay quienes defienden la idea de que Venezuela vive una transición. Los últimos acontecimientos, sin embargo, me hacen dudar de dicha tesis.

Al cerrar las puertas al proceso revocatorio y no realizar las elecciones a gobernadores, Nicolás Maduro nos ha dado licencia para llamar al régimen que intentan conducir “dictadura”.

El término “transición” sugiere la noción de un cambio que avanza pero que se encuentra en un punto en el que la vieja situación o circunstancia agoniza pero no termina de morir, y la nueva exhibe sus contornos y señales pero no termina de nacer.





Lo que estamos presenciando hoy en Venezuela, es el avance e intento de consolidación de una tiranía que cerrando las puertas a cualquier proceso electoral, viola la Constitución y desconoce a un Poder Legislativo cuya actual conformación opositora es expresión del voto y soberanía popular. Impune y macabramente, el gobierno quitó a la oposición la iniciativa que representó en su momento el revocatorio como posibilidad de lograr el cambio político. Y lo ha hecho sin ningún costo político.

Ninguna tiranía abdica de su voracidad de poder sin presión popular, sin protestas y sin que el profundo malestar social y económico se manifieste en las calles del país. Maduro y su mitómana vocación autoritaria gobierna un país que no existe, una ilusión revolucionaria que se pudrió al calor del derroche, el saqueo del erario público, la corrupción y la militarización de la sociedad, y que se encuentra hoy en el fondo de las bolsas de basura en las que cada día más venezolanos buscan qué comer, o en las que celebran y expresan una dantesca repartición de las migajas como un logro “socialista”.

La nueva directiva del Parlamento, presidido ahora por el diputado Julio Borges, enfrenta diversos y complejos retos, entre ellos, uno fundamental: convertir a la Asamblea Nacional en una efectiva caja de resonancia del país, y resistir las presiones de un andamiaje institucional que se plantea disolverla y anular su presencia e influencia constitucional y política.  Toca esperar si el anunciado relanzamiento de la unidad opositora, le permite asumir también los costos de la incoherencia y debilidad estratégica reciente, para asumir la conducción en las semanas siguientes de la acción disidente y opositora, calificada ahora por el gobierno como “terrorista”.

Está claro que el hambre, el caos institucional, el deterioro de nuestra calidad de vida y la peor crisis económica de nuestra historia, perdurarán mientras Maduro y la élite militar-civil que le sostiene continúe en el poder.

Vienen días de ardua resistencia democrática. Cuando recuperaremos el derecho al voto, en comicios en los que pueda elegirse a un nuevo Poder Ejecutivo, quizás sea posible empezar a hablar de transición. Quizás…

@alexeiguerra