Luis Eduardo Martínez: Almagro

Luis Eduardo Martínez: Almagro

 

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Conversamos largamente con el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, quien nos recibe en el Palacio que alberga la sede principal  ubicada en Washington.

La denominada “Casa de las Américas”  se cuenta entre las maravillas arquitectónicas de la capital estadounidense. El  patio tropical, las escaleras de mármol, las galerías y salas monumentales impresionan por su belleza.

Almagro nos atiende puntual. A las cinco de la tarde él mismo abre las puertas de su despacho y  un minuto más tarde ya nos sentimos viejos amigos.

El hoy Secretario General de la OEA fue electo el 18 de marzo de 2015. Al asumir la conducción de la OEA, anunció que uno de los ejes principales de su gestión seria “garantizar más democracia, más seguridad y más prosperidad para todos”. En el caso de Venezuela así lo ha hecho.

Consignamos a Almagro denuncia formal sobre las sistemáticas violaciones del gobierno venezolano a la Constitución Nacional y destacamos las tres más recientes: la no elección de Gobernadores y Diputados a los Consejos Legislativos, la negativa del Presidente a presentar su informe anual ante la Asamblea Nacional y la detención del diputado Gilber Caro a pesar de su inmunidad parlamentaria.

Almagro muestra un conocimiento de la crisis de nuestro país mucho mayor que el común de los venezolanos, dirigentes políticos incluidos. De manera respetuosa, incluso cordial, desgrana una larga lista de, a su juicio, errores de la oposición en la lucha contra el régimen.  El más grave –afirma- la falta de verdadera unidad, de no tener claro el objetivo superior, citando también la existencia de agendas particulares.

Palabras más, palabras menos, Almagro precisó:   “En Uruguay, cuando enfrentábamos a la dictadura, teníamos claro que lo único importante era salir de ella, nada más era relevante” agregando: “No se puede repartir la piel del oso mientras no se cace al oso”.

Advirtió que sacar la gente a la calle y luego devolverla a casa sin ningún logro lleva inevitable a la desmotivación. Hizo un rápido balance del dialogo y concluyó, con nosotros, que los resultados eran pobres por no decir ningunos.

Advirtió que si el liderazgo no entiende la ebullición que la crisis genera en el pueblo más temprano que tarde se derivará hacia hechos impredecibles donde los actores serán otros.

Nos despidió contándonos que siempre tiene presente a un antiguo entrenador del legendario Nacional FC quien arengó a sus jugadores antes del juego decisivo por la Copa Intercontinental de Clubes disputada en Tokio -que ha ganado tres veces-con estas palabras:

“En un equipo de futbol hay quienes tienen cojones y quienes son miedicas. Ganará siempre aquel donde los que tienen cojones contagien  a las miedicas. Así que espero que hoy todos tengan los cojones bien puestos”.

El abrazo final, entre risas, fue con la frase: “espero que este año sobren los cojones en Venezuela”, a lo que Larissa, siempre irreverente le interrumpió: “también sirven los ovarios, porque hay mucha mujer valiente en esto”.

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