Falleció en EEUU Roberto Mandini, expresidente de Pdvsa

Falleció en EEUU Roberto Mandini, expresidente de Pdvsa

RobertoMandini
Roberto Mandini / QEPD

 

Roberto Mandini falleció antier en la ciudad de Tulsa, en EEUU. Así lo anunció Gustavo Coronel en su blog. Mandini, ingeniero graduado en la UCV con postgrado en la Universidad de California, Berkeley, tuvo una destacadísma trayectoria en la industria petrolera nacional, desde sus inicios en la empresa Creole, hasta ocupar la presidencia de Corpoven, de Citgo y luego la presidencia de Pdvsa, donde estuvo durante siete meses. De ahí fijó su retiro en la ciudad de Tulsa. Sus compañeros de trabajo lo recuerdan como una persona excepcional. Desde la redacción de lapatilla.com nuestras condolencias a su esposa, hijos, familiares y amigos

A continuación una semblanza que escribiera su amigo Gustavo Coronel





 

Roberto Mandini: una inesperada despedida

 

Hace poco más de un año fui a dar una charla en la Universidad de Tulsa. Aproveché mi presencia allá, acompañado de Marianela, mi esposa, para ir a cenar con mi gran amigo Roberto Mandini y su esposa Marina. Roberto vivía en Tulsa desde la década de los 90, en una casa rodeada de árboles, repleta de libros y cosas bellas. La cena fue memorable porque Roberto y Marina exhibieron sus habilidades culinarias, seleccionaron un excelente Cabernet Sauvignon y nos dieron a probar un extraordinario tequila, sobre el cual Roberto discurrió con gran conocimiento.

Me acaban de informar que Roberto falleció anoche, lo cual para mi esposa y para mí ha sido una noticia desoladora. Roberto era un hombre en pleno disfrute de la vida. Gran gourmet, frecuente viajero, poseedor de una gran cultura, su vida en Tulsa, en aquella casa tan hermosa, era idílica. Mis visitas a Tulsa, ciudad que amo profundamente y en la cual viví cuatro años felices, estudiando geología en la Universidad de Tulsa, adquirieron el atractivo adicional de encontrarme con Roberto y su esposa y de conversar con ellos por largas horas, rodeado del cálido ambiente de su hogar.

Antes de ir a Tulsa a ocupar la presidencia de CITGO, cuando CITGO era una buena empresa, Roberto había tenido una brillante carrera en la industria petrolera venezolana. De impecables credenciales académicas como graduado de la Universidad Central de Venezuela y, luego, con post grado en la Universidad de California, Berkeley, Roberto ingresó en Creole Petroleum Corporation. Lo conocí durante los debates pre-nacionalización petrolera, cuando se convirtió en uno de los líderes de los profesionales petroleros en la gran batalla de opinión en la cual participamos, a fin de lograr una nacionalización eficiente, sin complejos y sin los deseos extremistas de la ultra-izquierda. Roberto era un tecnócrata ciento por ciento y escribió lúcidos artículos en RESUMEN sobre los aspectos financieros y organizacionales que debían ser resueltos para nacionalizar con eficiencia.
Su carrera en PDVSA lo llevó a la presidencia de CORPOVEN, donde hizo una extraordinaria labor. CORPOVEN era la empresa más débil al inicio de la nacionalización, dada su heterogénea composición, la cual incluía a CVP y a organizaciones heredadas de ex-concesionarias de mediano tamaño. Lo que tuvo que hacerse allí fue crear una identidad corporativa que no existía, tarea en la cual Frank Alcock y Roberto Mandini tuvieron una muy destacada actuación.

Roberto fue nombrado presidente de CITGO y, a la llegada de Hugo Chávez al poder, reemplazó a Luis Giusti como presidente de PDVSA. Allí duraría apenas unos siete meses, cuando se dio cuenta de que aquello iba al precipicio. Cuando fue a hablar con Chávez para objetar la presencia en la empresa de un mediocre comisario de la revolución, Héctor Ciavaldini, Chávez se quitó la careta tecnocrática y despidió a Roberto, nombrando a Ciavaldini en su lugar.
Roberto regresó a Tulsa y allí vivió tranquilamente alejado de las tormentas políticas venezolanas, hasta ayer, cuando me sorprende la noticia de su fallecimiento. Hace apenas un año lo vi lleno de vida, con su exuberante personalidad, su punzante humor y hablé con él largo y tendido sobre muchos aspectos de la vida. Roberto no quiso escribir sus experiencias en la industria, lo cual hubiera sido maravilloso.

Habíamos pactado una nueva visita a lo que yo llamaba The Mandini Inn and Resort, de cinco estrellas, su casa llena de cosas bellas y de una cálida cordialidad. Ya eso no será posible. Ahora queda mi admiración por su talento y mi apreciación de su amistad. Su imponente presencia física se combinaba con su avasallante cultura para hacerlo un personaje inolvidable.

Adiós a mi gran amigo, Roberto Mandini. Como dice la PRIMERA DE TESALONICENSES 4:13-18: “Nuestra esperanza es que volveremos a ver a nuestros amigos nuevamente; no en un mundo borroso y distante de fantasía espiritual, sino como personas palpables, alegres, que hablan y ríen, con quienes volveremos a reunirnos en la hora de comunión m?s grande de todos los tiempos”.