El Día del Amor agudiza el dolor de los inmigrantes separados de sus familias

El Día del Amor agudiza el dolor de los inmigrantes separados de sus familias

Foto: EEUU
Foto: EEUU

 

Este 14 de febrero no será el “Día del Amor” para miles de inmigrantes y sus familias que viven separados, pero al menos Samanta y Marco se vieron a través de una malla metálica y él pudo conocer a su hijo nacido en Estados Unidos, reseñó EFE.

La joven pareja refleja una realidad que en medio de los emotivos mensajes por San Valentín se hace más dura.

Miles de inmigrantes tienen que enfrentar la separación de sus familias, desenvolverse en un medio hostil, hacerle frente a la política contra los indocumentados del presidente Donald Trump y vivir con la incertidumbre de ser deportados y regresar a países que no les ofrecen ninguna oportunidad.

“Es muy difícil, me da mucho sentimiento, pero como los veo del otro lado pienso que están mejor, más adelante espero cruzar para poder abrazarlos”, dijo a Efe Marco Yánez, de 21 años, quien reside en Mexicali, ciudad mexicana fronteriza con Calexico (California).

Yánez, quien no cuenta con documentos para reunirse con su familia en Estados Unidos, se acababa de reencontrar con Samanta a través del muro fronterizo y de conocer a Franco Emilio, el hijo de ambos, nacido hace dos meses en el otro lado de la frontera.

El caso de Marco y Samanta, como el de Guadalupe García de Rayos, casada y con dos hijos y deportada tras vivir cerca de dos décadas en Arizona, por haber utilizado un número de Seguro Social que pertenecía a otra persona para obtener un trabajo, es solo una de las muchas historias de inmigración y frontera.

Lydia Guzmán, directora del comité de inmigración de la Liga de Ciudadanos Americanos Unidos (Lulac) en Arizona, indicó a Efe que el temor de las familias a ser separadas causa daños psicológicos profundos, a lo que se une el sentimiento de indefensión y la incertidumbre que producen las recientes noticias sobre redadas.

Según Guzmán, el ambiente para la comunidad indocumentada con Donald Trump en la Casa Blanca es mucho más hostil que el que se vivía bajo la administración de Barack Obama, ya que las reglas cambiaron de forma drástica.

“Ahora los inmigrantes son la prioridad, yo les aconsejo que consulten abogados y se encuentren preparados para lo que viene”, sostuvo.

En este punto coincidió Salvador Reza, líder jornalero representante del Comité de Defensa del Barrio Tonatierra con base en Phoenix (Arizona), quien subrayó que la situación que están viviendo los inmigrantes actualmente es crítica.

El activista dijo a Efe que con la política de deportaciones masivas, los inmigrantes regresan a México donde únicamente encuentran rechazo, falta de oportunidades y corrupción.

“Ni su propio país los comprende, ahí está el caso de una ‘soñadora’ que decidió regresar a México, y cuando quiso estudiar en la UNAM (Universidad Autónoma de México) no la aceptaron por falta de documentación, a los niños que regresan les hacen ‘bullying’ (acoso) por el idioma, los padres encuentran trabajos donde les pagan una miseria, es deplorable la situación”, comentó.

Reza señaló que los inmigrantes están viviendo la misma tragedia que se vivió cuando Joe Arpaio era alguacil del condado de Maricopa, en Arizona.

“Hasta pienso que son tiempos más difíciles, el gobierno federal está utilizando todas sus estrategias para que se autodeporten, que la misma gente se asuste y se vaya, ya que el objetivo de Trump es deportar a cerca de 9 millones de personas”, destacó.

Pero, añadió, también existe el temor a que regresen las redadas que atraparon a miles de trabajadores en empresas donde se contrata a inmigrantes y hasta en sus hogares.

Por lo pronto, los inmigrantes coinciden que la amenaza se hizo realidad cuando Trump, en su tercer día de trabajo en la Casa Blanca, firmó una orden ejecutiva para la construcción del muro fronterizo con México que había prometido durante la campaña.

Es así como Miriam Rodríguez tiene que conformarse con conocer a sus nietos con un muro de por medio, prefiere hacerlo así a regresar a México, donde, asegura, no tendría “ninguna oportunidad de conseguir empleo”.

Vino desde Los Ángeles (California) a la frontera de Mexicali-Calexico, después de cuatro años de no ver a sus hijos: “es duro verlos a través del muro y no poder abrazarlos, pero así nos tocó”, dijo.

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