Zulianos recurren a la bicicleta por no poder costear el pasaje

Zulianos recurren a la bicicleta por no poder costear el pasaje

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Son las 6.30 de la mañana y las paradas de transporte público de la ciudad están abarrotadas. La falta de unidades, que según Erasmo Alián, presidente de la Central Única de Transporte, ronda el 60 % y el costo de los pasajes, que en promedio mensual absorbe más de la mitad del salario mínimo, ha generado que pequeños, jóvenes y adultos se vean en la necesidad de caminar o recorrer en bicicleta varios kilómetros, buscando escapar del caos y la crisis económica, reseña La Verdad del Zulia.

Jorge Rodríguez camina del centro de la ciudad hasta la avenida Dr. Portillo donde trabaja, lleva consigo un maletín ejecutivo, camisa y pantalón. A diferencia de sus compañeros, llega temprano.





“Andaba en carritos o en bus todo el tiempo, pero no puedo con los pasajes. A veces me da miedo pasar caminando por algunos sectores, pero igual o peor me pasaba en el transporte. Me evito gastos, sustos, malos ratos, peleas y que me reclamen por llegar tarde”.

Aunque es frecuente observar a personas que se movilizan de esta forma, aún existe cierto desapruebo en la opinión pública. José Fernández, estudiante universitario, señala que “es raro ver que una persona vaya caminando o en bicicleta a clases o al trabajo, cuándo se ha visto eso”. Hasta 10 kilómetros al día deben caminar las personas que por las circunstancias adversas se ven obligadas a adoptar este estilo de vida.

La bicicleta como alternativa

Aunque en algún momento era atípico observar ciclistas urbanos por las calles de Maracaibo, la situación cambió. La presencia de estos “valientes” es cada vez más notoria. Las condiciones climáticas adversas, falta de diseño e infraestructura acorde para los ciclistas, carencia de educación y cultura no han sido obstáculos para descartar el uso de vehículos motorizados.

Ángel López, representante de Ciclovías Maracaibo, comenta que el grupo busca impulsar el uso de la bicicleta en la ciudad. “Los esfuerzos de los entes públicos o privados son muy escasos y no promueven su uso. Estos no van en representatividad de la población que puede y quiere usar la bicicleta. Existen déficits en la ciudad y no se han planificado políticas de movilidad y transporte público acorde con la época”.

López señaló que existe una cantidad innumerable de bicicletas y potenciales ciclistas urbanos, pero debido a la falta de políticas públicas no se aprovechan. “Hay alternativas de movilidad sustentables y más humanas. Debemos entender que el espacio público es un sitio para compartir y las actividades que este se desarrollan van creando conciencias y permite a las personas identificar las necesidades que existen en la ciudad”.

Día a día

Aunque su uso no sea masivo, muchas personas han adoptado la medida, pero la falta de acompañamiento y apoyo a la iniciativa amenaza con transformarse en problema, caos y controversias. A Gustavo Soto no le molesta sudar un poco, antes de usar diariamente la bicicleta para ir a su lugar de estudio también lo hacía. El tener que esperar por más de una hora en la parada de San Jacinto le causaba estrés y malos ratos. “Me da miedo que me roben la bicicleta, pero cómo hago si es la única manera de poder ir a estudiar”.

Los usuarios que abandonaron el transporte público por múltiples problemas intentan sortear todos los obstáculos que existen en una ciudad que jamás se preparó para aceptarlos. Para expertos, transeúntes y ciclistas, la clave radica en la educación y la cultura, pero afirman que es fundamental contar con el apoyo de la comunidad en general y los distintos órganos del estado. Por ahora, caminar y usar la bicicleta pasó de ser un hobby a una necesidad.