José Alberto Olivar: Otros serán los que se sequen

 

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Se ha vuelto costumbre por parte de la camarilla oficial aparecer ante las cámaras y hacer de suerte de “aprendices de brujo” para lanzar “maleficios” a quienes consideren sus enemigos acérrimos. En la más reciente declaración del que aún se cree el virtual sucesor del chavismo gobernante, Tareck El Aissami, Vicepresidente Ejecutivo, vaticinó que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, “se secará y quedará como todos los que se enfrentaron a la revolución bolivariana”. Expresión similar, profirió hace unos meses atrás el presidente Nicolás Maduro, al referirse a Mauricio Macri, presidente de Argentina, y debemos suponer que eso mismo debió advertírselo en su reciente conversación telefónica a sus homólogos de México y Panamá, Enrique Peña Nieto y Juan Carlos Varela, respectivamente.





Esa ya reiterada costumbre que raya en lo primitivo, forma parte del escaso repertorio de argumentos del que se valen los personeros gubernamentales para hacer en la vitrina diplomática, lo que aquí  conocemos muy bien como lenguaje delincuencial con el que se ha pretendido someter a todos los venezolanos. Lo paradójico de ese burdo recurso lingüístico, es que fue el propio Hugo Chávez quien fue el primero en infligirse tal nigromancia, cuando llegó afirmar a finales del 2007 que estaría en Miraflores “hasta que se le seque el último hueso del esqueleto”. Y vaya que lo logró, ahora mismo, debe estar seco sequito en su depósito mortuorio en el antiguo museo histórico militar. Sin duda un cadáver insepulto que algún día deberá recibir cristiana sepultura para que su alma deje de estar en pena, por todo el daño causado.

Pues bien, esos que ahora siguen a pie juntillas el recetario del comandante insepulto, corren el riesgo de ver cual bumerán esos retrógrados deseos en su contra, y quedar  antes de eso con la brocha en la mano, en su afán de insertar su nombre en la larga lista de mandatarios que han expoliado esta tierra.