Roselyn Kristen: El desafío de formar ciudadanos

Roselyn Kristen: El desafío de formar ciudadanos

 

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La semana pasada, una joven madre, con formación universitaria y una exitosa carrera profesional, afirmó en una conversación privada, delante de sus tres hijas (niñas de 6, 9 y 12 años respectivamente): “yo he aprendido a pagar “, “el dinero lo resuelve todo”.  Esto último en referencia al pago de sobornos a los funcionarios públicos o a empleados del sector privado para la obtención ilícita de un trato preferencial (tal como, la renovación de la cédula de identidad sin sufrir las mismas dificultades del resto de los ciudadanos) o un bien escaso (tal como, un punto de venta en una institución bancaria privada). Repitió varias veces: “el dinero lo es todo”, “lo compra todo”. La visión pragmática de “facilitarse la vida” fue la justificación de su postura. Mostró adicionalmente preocupación por su futuro en Venezuela y afirmó ante su imposibilidad de emigración a corto o mediano plazo: “yo creo en mi país”, “Dios no nos abandonará”. Las pulcras apariencias de los vestidos, cabellos y pieles de las niñas, presentes en la conversación, mostraron diligencia en el cuidado de las mismas.





       A una semana de este encuentro, los medios de comunicación reseñaron los homicidios de dos sargentos de la Guardia Nacional por parte de una supuesta banda de niños y de adolescentes en un concurrido paseo de la capital venezolana. La noticia conmocionó a la ciudadanía porque los supuestos homicidas fueron un niño de 10 años y un adolescente de 15 años. Es cada vez más notorio el incremento de la presencia de niños en situación de abandono en las calles pidiendo dinero, alimentos, o bajo condiciones de explotación por sus propios padres (mendicidad forzada). A pesar de las condiciones de escasez de alimentos, medicinas (incluyendo varios tipos de vacunas y de antibióticos), de insumos clínicos (tales como, la anestesia), las diferentes clases sociales venezolanas apuestan a la maternidad como producto de una decisión libre o de forma accidental (tal como, ocurre en la elevada tasa de embarazos precoces).

         El desmejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos en una coyuntura histórica donde el principal reto de los ciudadanos es la sobrevivencia misma,  y que nos enseña de forma desgarradora lecciones sobre la importancia de la justicia u otros valores para la construcción de una convivencia pacífica, hace necesario la reflexión sobre la importancia de los roles materno y paterno como formadores de la consciencia moral del ciudadano. Entiéndase como ciudadanía al conjunto de “derechos y deberes de los miembros de una comunidad política en relación a la vida pública” (“Lexique de Science Politique:vie et institutions politiques”, Dalloz, 2014, pg. 70). Es común escuchar expresiones de impotencia en relación a la imposibilidad de superación de las anomias sociales (tal como, la elevada complicidad e impunidad de la corrupción) que nos han condenado a un entorno donde la justicia se exilió en un lugar lejano. La fundación de cualquier comunidad política implica el consenso de los ciudadanos en relación a la observancia de los principios que se consideran necesarios para una convivencia justa y pacífica. En este sentido, la educación ciudadana de los niños ha sido un tema de especial preocupación en las diferentes sociedades que asumieron el desafío de construcción de una república. En los orígenes fundacionales de la República de Venezuela, está preocupación estuvo también presente en las diferentes élites que dirigieron la creación de esta comunidad política de forma autónoma al Reino de España. En ese escenario, el rol de la mujer republicana como madre, y administradora del hogar tomó una importancia de primer orden desde la óptica de su aporte a la construcción del bien común. Con este propósito, las élites adoptaron el sistema pedagógico suizo de Juan Henrique Pestalozzi para la educación de las mujeres y de sus hijos. La madre fue educada para la administración austera de las finanzas  de hogar (ahorro), y “guiar amorosamente a su hijo desde el mundo del sentir espontáneo a la consciencia del bien” (Alcibíades, Mirla, “La heroica tarea de construir una república: familia-nación en el ochocientos venezolano (1830-1865)”, Monte Ávila Editores y Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos,  Caracas, 2004, pg. 228). La reflexión ética sobre aquello que una sociedad considera como bueno o malo surge esencialmente en el espacio íntimo de la vida familiar, y de forma especial, en la relación de educación de los padres con sus hijos. Un proceso educativo donde la imitación del niño de las conductas de los padres exige de estos últimos una clara consciencia de la trascendencia de su rol como formadores de ciudadanos.

@roselyn_kristen