Maduro sigue perdiendo la batalla internacional, por @Claudiopedia

Maduro sigue perdiendo la batalla internacional, por @Claudiopedia

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El grande esfuerzo del gobierno por hacer frente a la fuerte presión internacional evidencia dos aspectos fundamentales: En primer lugar, a la cúpula gobernante todavía le importa la legitimidad internacional. En segundo lugar, Maduro intenta convertir esta presión en su propia versión del embargo estadounidense a Cuba.

Para un número significativo de observadores foráneos, el gobierno no había cruzado la línea autocrática hasta octubre de 2016, a pesar de los abusos de poder, la falta de independencia de poderes, el desconocimiento de la Asamblea Nacional y la existencia de presos políticos. Pensaban que como éste permitió elecciones suficientemente competitivas en 2015, se mantenía en los límites propios de un “régimen híbrido” (combinación del comportamiento democrático y autocrático).  





Sin embargo, el bloqueo electoral por parte del gobierno fue la gota que derramó el vaso en la comunidad internacional. Hoy es posible observar la percepción generalizada según la cual Maduro es un dictador.

En efecto, la reticencia del gobierno en cuanto a la definición del cronograma electoral está teniendo consecuencias negativas para su imagen internacional. Se estima que cuando en Venezuela haya elecciones nuevamente, será gracias a la presión internacional.

Esa percepción es importante porque presenta la situación en su contexto real: La realización de elecciones bajo presión no significa un restablecimiento del orden democrático sino un paso adelante para un cambio de régimen necesario, por la vía pacífica. En las transiciones del autoritarismo hacia la democracia, se entiende que el gobierno no hace elecciones de buena fe o por su compromiso con la democracia, sino porque no tiene una mejor alternativa.

Por esas razones, es poco probable que el gobierno de Maduro logre lavarse la cara en el plano internacional. Esto no significa que los países desconozcan a Maduro como presidente de Venezuela, durante el tiempo que le quede en Miraflores.

¿Para qué sirve la deslegitimación internacional? Quitarle la máscara democrática al gobierno lo golpea en dónde más le duele: acceso a financiamiento internacional. Con dieciocho años de mandato chavista, los venezolanos hemos aprendido algunas lecciones, por ejemplo, ese sistema nunca pudo ni podrá superar el rentismo porque gran parte del dinero que ha recibido, se diluye en el clientelismo y la corrupción como mecanismo populista para mantenerse en el poder. Impedir que la elite gobernante continúe arraigando ese modelo pernicioso en el seno de la sociedad venezolana, es uno de los resultados positivos que muestra este proceso de deslegitimación.  

Por su parte, una de las metas de los organismos multilaterales como la OEA, es escrutar a los Estados miembros en torno a su orden democrático y alertar a la comunidad internacional sobre violaciones al sistema ¿Cuál es la utilidad de la Carta Democrática Interamericana (CDI)? La CDI no fue creada para quitar y poner gobiernos. En esta coyuntura particular por la que atraviesa Venezuela, la CDI ayuda a cerrarle los espacios de maniobra al gobierno y a encarrilarlo por el camino democrático ¿Cómo? La decisión por parte de los demás Estados miembros de votar a favor o en contra del gobierno venezolano, lo confronta con el respaldo/rechazo hemisférico de medidas radicales pasadas, presentes y futuras.

También, hay que tener en cuenta que la cúpula chavista necesita mantenerse en la dinámica de la legitimidad. Esto implica la idea de venderse como demócrata. Pero esa dinámica obliga a efectuar elecciones, pues se trata de un requisito mínimo que debe honrar todo demócrata. Además, de acuerdo al calendario electoral venezolano, en el país deben realizarse elecciones este año y el próximo.

Frente a esa espada de Damocles, al gobierno no le conviene salirse de la dinámica sino que lo saquen. Por este motivo, la suspensión y/o expulsión de Venezuela de la OEA resultaría contraproducente (muy distinto al caso de Venezuela en el MERCOSUR). Tal medida podría ser otra excusa frente a la crisis económica, la suspensión indefinida de elecciones y la profundización de la represión a la disidencia.

Aunque Miraflores intente sembrar la matriz de opinión de que la no suspensión de la OEA representa un triunfo diplomático, lo cierto es que mientras la comunidad internacional, incluyendo la OEA, continúe presionando al gobierno sobre el tema electoral, Maduro sigue perdiendo en el plano internacional.