Luis Eduardo Martínez: La Carta

Luis Eduardo Martínez: La Carta

Thumbnail luis-eduardo-martinez-190

Días atrás me entrevistaban en radio sobre la aplicación a Venezuela de la Carta Democrática Interamericana. Respondía tan pedagógicamente como era posible, procurando aclarar el alcance de esta, hasta que se me interrogó si me parecía bien que se produjera una invasión militar a nuestro país si llegase a invocarse la Carta.

Distinto a lo que acostumbro, “entrompé” al entrevistador y le pregunté: “¿Tú, te has leído alguna vez la Carta?  La cara que puso y su silencio me confirmó lo que suponía, él no se había tomado la molestia de leérsela.





Expliqué que la Carta se había aprobado por unanimidad en septiembre del 2001 en sesión especial de la OEA y que con tal el canciller de Venezuela, siguiendo instrucciones del entonces presidente Hugo Chávez, había votado favorablemente.

La Carta es un compromiso de los gobernantes del continente con la democracia y la iniciativa de su redacción surgió tras la disolución del Congreso del Perú por Fujimori. El documento establece cuales son los elementos esenciales de la democracia como el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, la separación e independencia de los poderes públicos, la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto, el régimen plural de partidos políticos y la libertad de expresión.

Señalé que la Carta ya se había aplicado en Venezuela y que de las diez ocasiones en la cual se ha invocado la primera de ellas fue para Venezuela, la segunda a petición de Venezuela, siete más para defender a “panas” de Venezuela y finalmente una para el Perú.

En el 2002, con la abrupta salida del presidente Chávez se invocó la Carta  condenando los hechos y exigiendo una solución democrática al conflicto. En el 2009, a propuesta del gobierno venezolano, se invocó la carta para condenar el golpe de estado contra el presidente Zelaya de Honduras. En dos ocasiones en Ecuador, tres en Bolivia, dos en Nicaragua, la carta ha sido invocada en el marco de situaciones extremas que han amenazado la institucionalidad democrática de estos países.

La Carta deja suficientemente claro que ya sea controversias entre estados miembros o de carácter interno, la solución debe ser única y exclusivamente de carácter pacífico y en ninguno de sus artículos asoma siquiera la posibilidad del uso de la fuerza.

Negociación directa, buenos oficios, mediación, investigación y conciliación, procedimiento judicial, arbitraje y en caso extremos la suspensión de un país de la OEA, son las soluciones que establece la Carta por lo cual invitamos a dormir tranquilos a los milicianos con que cuenta el oficialismo porque no es inminente ni posible que pronto combatan contra los Marines estadounidenses.

En cambio, al liderazgo opositor y al pueblo venezolano que soporta diariamente tantas humillaciones, les exhorto a no descansar y a entender que la Carta no es la llave mágica para salir de esta gravísima situación, si bien ayuda, y que solo activados y presionando todos los que soñamos con un país distinto es que construiremos un mejor mañana.