Jesús Peñalver: Los ojos del muerto

Jesús Peñalver: Los ojos del muerto

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Retirar la odiosa mirada del muerto Chávez del edificio administrativo de la Asamblea, no solo hizo bien a nuestra salud, sino que no había razón alguna para exhibirse allí como si de un Tótem o figura importante se tratara, siendo que su infame ejercicio en el poder es de muy ingrata recordación.





No solo es borrar los ojitos del milico golpista y delirante del lugar, sino de todas las oficinas públicas, pues mérito no existe para rendirle tributo a un ser que tanto daño causó a la República, mucho menos incurrir en la odiosa práctica del culto a la personalidad.

No es censura ni el prurito de la retaliación, tampoco resentimiento alguno,  ni de ninguna otra práctica de parecida naturaleza. Es actuar contra la contaminación, altamente toxica.

Con la imagen del milico golpista, resentido y delirante, El Calvario es más calvario. Y hasta las instalaciones de Maiquetía también sufren la tóxica presencia del muerto; haciendo más dolorosas las partidas, empañando las llegadas. No más contaminación visual, ese nefasto recuerdo, aquella infamia mirándonos con burlesca maldad. Ni auditiva, pues en El Metro también se nos somete al castigo de oír las sandeces del muerto.

El golpista fue enemigo de la democracia, pésimo administrador, un militarista desquiciado que acabó fragmentando con su odio a toda una sociedad. Por ello insistimos en que el chavismo nunca será un recuerdo provechoso del pasado, pero sí un letrero vigilante del porvenir.

Ahora quiero ir más allá de la imagen que se reduce a los ojos de aquel milico poseso que tantos perjuicios propinó a Venezuela, a sus gentes y a las instituciones. Referirme a la idea de Socialismo que hoy asusta a muchos, y no sin razón. No se olvide que con ella, el golpista encarnó la suma de todos los defectos morales del venezolano, recurrió a ese elemento tan inflamable que es el nacionalismo, accedió al poder por la vía democrática, y en poco tiempo cual bestia embrutecida, asomó su naturaleza en todo su fatídico esplendor.

No es para menos, no solo asusta y provoca la rápida repulsa, pues en no pocos casos, lo que se presenta con cara de “socialismo democrático o del siglo XXI”, es solo camuflaje de Marxismo, Comunismo o como lo que hoy sufrimos en Venezuela: un régimen bárbaro, dictadura que no ha escatimado esfuerzo alguno para mantenerse en el poder, desde la violación de todo el ordenamiento jurídico, hasta cometer las más viles transgresiones que afectan los derechos humanos y las libertades públicas.

Esto no puede ser aceptado por la conciencia humana. El Socialismo Comunista es intrínsecamente malo, como asentó Pío XI en la Encíclica Divini Redemptoris. Queda claro que cualquier régimen de oprobio, de fuerza y destrucción lo es.

Frente a esa repulsa, no se puede soslayar la fuerte atracción que ejercen las corrientes socialistas, porque justamente en ellas se perfilan aspiraciones hacia la justicia, la solidaridad y la igualdad.

La ideología de origen del chavismo se contrapone con las expresiones prácticas. Es decir, los mismos que llegaron al poder dizque para superar los males de la llamada 4ª República, hoy no hallan qué hacer para justificar los atropellos, la ineficiencia en la función pública, el timo al erario y la recurrente violación de toda norma y todo derecho.

De allí el diabólico empeño en mantenerse en el poder a troche y moche, suprimiendo toda salida electoral, democrática, pacífica y constitucional, reprimiendo salvajemente toda protesta pacífica, inventando golpes e invasiones,  endeudando al país, comprometiendo a las generaciones futuras, desconociendo al único Poder Público legítimo.

Son los mismos canallas que pontificaban sobre la salud del enfermo terminal más sano del mundo.

Pues bien,  ¡Los militares siempre han fracasado en el gobierno! ¡No existe una excepción! Una verdadera lástima que la mediocridad partidista tan criticada haya llegado a lo más profundo del barranco con una clase política mucho peor que adecos, copeyanos y masistas de otros tiempos. Más serviles y menos independientes, más lacayos y lambucios, además de tristes servidores del militarismo más arbitrario y abusivo que se haya vivido en Venezuela.

No solo los ojos, todo vestigio del ch …abismo debe ser borrado del panorama político venezolano, y en esa tarea estamos comprometidos todos los demócratas que ejercemos la memoria, mientras los autócratas cultivan el olvido.

 

Jesús Peñalver