La resistencia cívica contra el autoritarismo le impone la agenda al gobierno de Maduro

La resistencia cívica contra el autoritarismo le impone la agenda al gobierno de Maduro

Riot police and demonstrators protesting against President Nicolas Maduro's government clash in Caracas on April 8, 2017. The opposition is accusing pro-Maduro Supreme Court judges of attempting an internal "coup d'etat" for attempting to take over the opposition-majority legislature's powers last week. The socialist president's supporters held counter-demonstrations on Thursday, condemning Maduro's opponents as "imperialists" plotting with the United States to oust him. / AFP PHOTO / JUAN BARRETO

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Vaivenes nacionales. Muy al estilo del gobierno de Nicolás Maduro: de semana en semana. De recule en recule. Así van estos días. El último detonante fue este domingo, en plena tarde, cuando el señor Presidente de la República lanzó lo que podría interpretarse (sí: podría, en condicional), de igual manera, como un apaciguamiento de sus perfiles dictatoriales y como una orden: dijo que está ansioso por elecciones. Que por ellas saliva como perro de Pavlov, publica Correo del Caroní.





En concreto, durante su programa (¿show?) dominical, asomó: “Estoy ansioso que se convoquen elecciones de alcaldes y gobernadores bien pronto para darle una pela a esta gente”.

¿A cuenta de qué? Ha sido foco del partido de Gobierno en este año evadir el tema. Por ejemplo, en febrero, el jefe del bloque oficialista de la Asamblea Nacional y diputado por Bolívar, Héctor Rodríguez, desestimó la necesidad de comicios: para el chavismo, la prioridad no son las elecciones, sino otros asuntos, como el carné de la patria, y que, en todo caso, el asunto es competencia del Consejo Nacional Electoral.

Era previsible que en los próximos meses el oficialismo impusiera la ley del silencio. Habían sido las elecciones un tema prioritario en la mesa de diálogo que se instaló en el último trimestre del año, que sentó frente a frente a representantes de oficialismo y oposición y que, por donde se le mire, resultó un fracaso.

Presiones multilaterales

Comenzó el año sobre los escombros de un desbarajuste causado por el tira y encoje presidencial con los billetes de cien. Algo que, si se escarba, le vino de perlas al Gobierno para evadir el tema de forma momentánea. Ya para ese entonces, las elecciones tenían un mes en mora: debieron ser en diciembre de 2016.

Se armó, a partir de allí, una tramoya: la de la validación de los partidos. Si el CNE había anunciado que los comicios regionales serían durante el primer semestre del año, ahora, con este mecanismo -que jamás ha sido condicionante para celebrar una elección-, si acaso serían antes de que terminase el año.

Pero la Organización de Estados Americanos (OEA) entró en el juego cuando su secretario general, Luis Almagro, planteó de frente la posibilidad de aplicar la Carta Democrática a Venezuela de no haber elecciones, entre otras peticiones.

Luego, la calle fue hervidero nuevamente. Desde la semana pasada, a raíz del golpe de Estado que, por la vía del Tribunal Supremo de Justicia, dio el Gobierno a la Asamblea Nacional. A pesar de que, en plena ebullición, Maduro frenó el golpe, la oposición asumió la estrategia: continuar en la calle.

Objetivos comunes es igual a resultados

Fue una pasada distinta en cuanto al accionar opositor. Lo fue porque hubo linealidad en el discurso. Lo fue porque hubo orden en las estrategias. Lo fue porque hubo resistencia y los líderes exhortaron siempre a la manifestación pacífica.

Esto, por cierto, parecía asunto improbable si se mira en un contexto como el de 2014. Pero no: frente a la represión, la postura de los líderes y de sus llamados ha sido el de la resistencia pacífica. Desde sus trincheras de vandalismo, los guarimberos han quedado mirándose entre sí espichando sus consignas entre el silencio de las madrugadas.

Lo fue, además, porque desde ya se convocó lo que viene: más calle, como la protesta de este lunes en Caracas, y la recolección de firmas para solicitar al defensor del Pueblo, Tarek William Saab, la aplicación de calificaciones de falta a los magistrados del TSJ este martes y miércoles. La medida tiene un sustento: el artículo 32 de la Ley Orgánica del Poder Ciudadano.

Hay avances. Se descolocó al Gobierno con estrategia y por eso los asomos electorales: la primera, una inhabilitación contra Henrique Capriles, eventual candidato para una eventual elección presidencial y ficha de peso para un triunfo. Y, dentro de todo, no se ha descuidado que el trasfondo de todo es el descalabro social que padecen los venezolanos y que salta de la comida a los hospitales, pasando por la sangre que se derrama todos los días como si fuese guerra.

Así se llegó a la alocución presidencial de este domingo, aunque en tono de camorra. Y volviendo al principio, se habla de dos revisiones: la primera, la declinación de Maduro en sus espigas autoritarias, de las que declinó por la protesta en la calle. La segunda, la orden (o al menos, su amague): esta vez, el CNE puede ya convocar elecciones regionales (vencidas en diciembre) y municipales (por vencerse en diciembre).

De anunciar el Consejo Nacional Electoral una fecha, se corroborará, una vez más, su reiterada subordinación al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Ahora parece solo un asunto del tiempo. Nada es de fiarse, en todo caso. De ahí la importancia de la manifestación de este lunes.