Los pobres también marchan contra Maduro

 

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Paula Navas marcha contra el gobierno venezolano en nombre de su hija Anhely, que murió hace una semana en un arruinado hospital sin los insumos para salvarla.





AFP

La herida está tan fresca que, con tan solo evocar su nombre, rompe en llanto en su humilde casa ubicada en Petare, uno de los mayores complejos de barriadas de América Latina.

Navas no es ajena a la política. Hoy trabaja como enlace entre la comunidad y la alcaldía que gobierna la oposición.

Anhely, de 22 años, era la quinta de nueve hijas -dos adoptadas- que crió sola esta mujer de 50 años.

“Se la pasaba en todas las marchas”, recordó con una sonrisa humedecida por las lágrimas.

Y si estuviera viva la habría acompañado este miércoles a la manifestación contra el presidente Nicolás Maduro, hacia el centro de Caracas, donde también se movilizó el chavismo que denuncia las protestas como un “golpe de Estado de la derecha”.

Durante la multitudinaria jornada de protestas de este miércoles murieron dos jóvenes por disparos de grupos de motociclistas: uno de 17 años en Caracas y otra de 23 en San Cristóbal (oeste).

“Venezuela tiene que cambiar, esto no es vida, esta gente tiene que salir. Y los barrios están bajando con la oposición. El chavismo está desapareciendo”, indicó Navas.

Durante su gobierno, Hugo Chávez, fallecido en 2013, promovió una gran variedad de programas sociales y encontró en los más pobres una sólida base de apoyo.

Pero con la caída de los precios del petróleo, el país atraviesa ahora por una muy aguda crisis económica, con grave escasez de alimentos y medicinas y una altísima inflación.

Navas asegura que es amiga de todos, incluidos los chavistas, en el barrio 5 de Julio de Petare, donde vive desde hace 15 años en lo alto de un cerro caraqueño cundido de pobreza.

En el camino va señalando con el dedo y sonrisa pícara: “esos están con la oposición”, “esos también”. Y al cruzar miradas con una señora que estaba con una gorra del chavismo dijo “esa también está con nosotros”.

Se detiene en la casa de la señora Nena para buscar a Leinny García (32), que con una bandera venezolana se une a la procesión hasta la avenida principal, donde las esperan otras cinco personas.

“Somos un grupo grande. Vamos bajando de a pocos, porque nos han amenazado. Otros van a la (manifestación) del chavismo obligados”, señaló.

– “Hasta el final” –
El día que Anhely Azuali fue velada, el olor a gas lacrimógeno invadió la funeraria: una marcha opositora era dispersada en ese momento por las fuerzas del orden.

Murió un domingo luego de una semana internada en un hospital al que llegó con diarrea y vómito. Le inyectaron penicilina, lo único que había y a lo que era alérgica.

“Le dije a la doctora que era diabética, no revisó los informes que traía, no preguntó nada. El jefe de los médicos le dijo al llegar: ‘la mataste’, a mí también”, recordó.

Aquellos días fueron un infierno, corriendo de un lado a otro buscando las medicinas y hasta los tubos para el respirador, que el hospital no tenía. En paralelo, la oposición marchaba.

Además de líder comunal, Navas se “rebusca” limpiando una casa. Ya trabajó también como costurera para mantener a sus hijas, que, menos una que está en el último año, terminaron la escuela.

Ahora cuida también de Sofía, la simpática hija de Anhely que orgullosa muestra la foto de su mamá en el celular de su abuela.

Con solo una botella de agua en la mano camina con sus compañeros de marcha desde Petare a uno de los puntos de concentración de la oposición. Toma un bus, donde hay también una chica con los colores de la bandera venezolana pintada en las mejillas y un señor con la gorra tricolor, muy usada por los detractores del gobierno.

Al llegar va saludando a otras personas, también de su barrio.

“Y aquí me quedo hasta el final, con o sin gases. Marcho, por mi hijas, por mi Anhely”, reiteró antes de perderse en el mar de gente.