Joaquín Chaparro: La dictatuyente de Maduro

 

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En cualquier país decente del mundo esta confesión de Maduro: “La Constituyente es para Sacarnos el Clavo de la Derrota del 2015”; sería motivo suficiente para que el Poder Judicial o cualquier tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo o la Fiscalía, impida la convocatoria a una Constituyente con fines personales perversos y de un poli buró enquistado en el poder con pretensiones hegemónicas y totalitarias.

Una Constituyente, es un pacto social de consenso, es la voluntad originaria, soberana, suprema y directa que tiene un pueblo para constituir un Estado, con una personalidad jurídica y política democráticamente aceptada. Vista así, es el resultado de la expresión soberana de una Nación, traducida en la elección de una Asamblea encargada de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico, y de ser necesario, redactar y promulgar una nueva Constitución. De este modo, el Poder Constituyente se delega a una Asamblea o Convención, esto significa que se le otorga a un grupo de personas ELECTAS EN COMICIOS para que definan esa voluntad.

El Poder Constituyente, se convoca para superar las deficiencias de una Constitución que esté vigente o para llenar el vacío de la ya existente, para ampliar los Derechos Humanos, el Desarrollo social, la Justicia, así como también, el perfeccionamiento de la Democracia.

Por tanto, los fines de una Constituyente que intenta formalizar una nueva Constitución son incompatibles con la venganza personal de un individuo o de un grupo de ellos, sustentada por el odio, o por la “venganza”, esta condición, es expresión ajena a la Ética, a la Ley, a la Justicia, por ende, a la Democracia.

Si esta aberración, se asumiera con premeditación y alevosía, como es el caso venezolano, para acabar con la Asamblea Nacional, y con el fin de vengarse de 14 millones de ciudadanos que la legitimaron el 6-D del 2015, significaría el nivel moral y político más bajo conocido en la historia de la humanidad, al mismo tiempo, una negación de la dialéctica democrática Estado-Nación. Una Constituyente, se formaliza para transformar el Estado porque tiene como facultad cambiar todo el orden Constituido, así como a todos los Poderes electos, revocarlos y/o suspenderlos, además, hacerlos rendir cuentas por sus actos y gestiones, mediante un poder ilimitado, lo cual sería catastrófico para Maduro, los burócratas de su gabinete y para los dirigentes del Psuv .

Originalmente, una Constituyente tendría que ser la expresión universal del pueblo mediante el voto universal, directo, secreto, ejercido por los ciudadanos y con garantía de la transparencia de los procesos de consulta y aprobación con un NUEVO Poder Electoral. En ningún caso, una Constituyente debe ser manejada por 500 personas, cifra que no se sabe cómo se elegirán, porque de concretarse, sería “representativa de más de 30 millones de habitantes”.

Proviniendo de Maduro, no se trata de una traición del subconsciente, sino del odio y la venganza, que constituyen el único acto de la vida de Maduro que se hace conscientemente. Por eso, su propuesta es una DICTATUYENTE.

Por su parte, La Fiscal General de la República, el Defensor de los Derechos Humanos, conocen de este propósito, de este grito de guerra, de esta proclama terrorífica, ajena a la Ley, a la razón, al sentido democrático, a la Ética, por ende a la Democracia. Por todo esto, debemos proceder de inmediato a impedir la ejecución de este proyecto político macabro que intenta cercenar todas las libertades. Es urgente y necesario para superar la crisis.

Twitter @joaquinchaparro

“Los venezolanos si tenemos un Constitución y está en la calle haciéndose valer”