Omar Villalba: El golpe contra la solidaridad

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“… Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica déjale la capa; y a cualquier que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él…”

Mt.5:40-41





 

La solidaridad es uno de los principales valores humanos. Es un rasgo de nuestra naturaleza que surge en los momentos de mayor necesidad; y con menor o mayor facilidad en los individuos en función a su formación. Los venezolanos tenemos un sinfín de defectos, y algunos dirán que pocas virtudes, pero lo que sí puedo asegurar es que somos solidarios.

En estos momentos, transitamos por una crisis económica y política, que ha obligado a muchos venezolanos a replantearse la forma como se conducen en la vida. En gran medida esto se lo debemos al hecho significativo de que artículos, los cuales conseguíamos con facilidad y dábamos por sentados, ahora se han hecho imposibles de conseguir. Un ejemplo son las pastillas para la tensión, las cuales eran compradas en grandes cantidades, y quienes las necesitaban podían tener cuantiosas reservas a la mano o comprarlas a media que la necesitaban. También algo tan necesario para las parejas en la actualidad, como son las pastillas anticonceptivas, antes podían conseguirse con suma facilidad y a bajos precios. Ahora, en este país, se tiene que hacer maromas para conseguir un medicamento regulador de los ciclos hormonales de las damas.

¿Y esto que vivimos a que se debe? Sencillo, a un gobierno que se apoyó en una serie de percepciones erradas. Uno que pensó que la crisis global no le afectaría, y dilapidó toda la riqueza que entró al país a través del boom petrolero. Pasamos por los siete años de las vacas gordas y fueron incapaces de ahorrar o invertir ese dinero. En vez de eso, lo despilfarraron en malas jugadas. Ahora sufrimos las consecuencias de las pésimas decisiones asumidas por estos pendencieros rojos.

Entonces, uno se pregunta ¿Cómo han sobrevivido los venezolanos, que tienen condiciones medicas crónicas, todo este tiempo? Sencillo, gracias a la solidaridad. Como podemos reunirnos para el ocio y otras cosas, también somos capaces de crear redes de acopio, solidaridad y apoyo. En la actualidad, sin importar tu credo, ideología, raza, sexo, condición social, se han ido generado redes de solidaridad a través de medios convencionales, redes sociales o mensajería de texto instantánea que ha permitido que un individuo que necesita X medicamento lo pueda conseguir ya que otro individuo Z posee el medicamento y está dispuesto a canjearlo, venderlo o simplemente donarlo.

Esta crisis nos ha puesto en una situación comprometida ante la que ninguno de nosotros puede ser indiferente. Se nos ha pedido caminar esa milla de la que hablaba el Señor en el Buen Libro, y nosotros hemos demostrado la disposición para caminar tres o cuatro.

Esta redes, por cierto, no se han quedado en el apoyo inmediato al necesitado, también se ha ampliado a otros sectores, como las marchas o para asistir a todos los presos políticos de este gobierno. A estos ciudadanos que han sido detenidos por ejercer el derecho consagrado en la Carta Magna a volverse contestatario ante un gobierno que ha decidido vulnerar los principios democráticos y republicanos.

Yo, humildemente, he puesto mi grano de arena en lo que respecta a este tema. He patrocinado y coordinado grupos en Baruta para incentivar la recolección de productos necesarios para asistir a los presos político, o simplemente a los necesitados. Lucho y divulgo, a través de cualquier medio o espacio, la información necesaria para los ciudadanos de este país se ayuden. De alguna forma, debemos reivindicar nuestro juramento de servir al pueblo venezolano, ya que el poder de mayor envergadura —el nacional— ha decidido hacerse de la vista gorda en lo referente a este tema.

Así durante los últimos tiempos, hemos conseguido medicamentos y apoyo para casos tan diversos como el de un joven que sufrió un accidente el cual lo dejó inmovilizado en la parte izquierda del cuerpo, y a la par tuvo un desplazamiento de la cervical. Aquella vez, se necesitaba ketoprofeno y la gente se movió a ayudar a este chico. O el caso de una muchacha que necesitaba un medicamente llamado berudual. Este fue conseguido y en las dosis suficientes para que ella fuese capaz de superar su tránsito.  Así, no solo en el ámbito médico, conseguimos una dotación de balones de alta resistencia para las escuelas y clubes deportivos de Baruta.

Como estos casos hay un sinfín más. Por su parte, se que esta dinámica ha trascendido nuestra frontera y organizaciones desde el extranjero se han encargado de crear redes solidarias para asistir a los más necesitados en nuestro país. Como pueden ver, la solidaridad picó y se extendió.

Cuando miro este fenómeno me embarga una mezcla de emociones cruzadas, por un lado esta la alegría al ver cómo nos arremangamos las camisas y decidimos asistir a nuestros compatriotas sin importar nada. Pero por el otro lado, es triste que nuestro pueblo este pasando por un momento tan malo, cuando todo esto se habría resuelto con una buena gestión administrativa.

Hasta aquí todo está bien, pero resulta ser que estas redes están generando ampollas en el gobierno, quien siempre se ha abrogado el derecho a proteger a los “más necesitados y débiles”. Como todos los envidiosos y resentidos, han decidido hacer algo. Es cierto el dicho que reza que a nadie le gusta ver ojos bonitos en cara ajena. Y la primera señal de que no soportan al venezolano solidario y humano, lo han mandado con el reciente encarcelamiento de la Madre Lis, una mujer que se dedicaba a facilitar ropa y comida a los presos políticos.

Sin importar las razones, esto envía un mensaje de fondo, quiere sembrar en el corazón del venezolano una idea muy sencilla: aquel que opta por la generosidad, en el fondo tiene un interés direccionado a la conspiración. Este mensaje de fondo solo servirá para sembrar en nosotros el espíritu de la sospecha, que nos denunciemos y persigamos entre nosotros, cual si esto fuese la URSS estalinista.

Si los gestos generosos no vienen por parte del gobierno, entonces son sospechosos y malos, ameritan castigo. ¡Señor! Como si ya no hubiesen sembrado suficiente resentimiento y cizaña, ahora la quieren regar con la intolerancia y la paranoia.

Por eso, a aquellos que me lean, los exhorto, sin importar sus creencias y posturas ideológicas, a tender una mano a todo aquel que lo necesite. Debemos ayudarnos, porque el gobierno no lo hará. Debemos recordar que somos hermanos, somos venezolanos antes que chavista u opositores.

Quien forme parte de las redes de asistencia, de solidaridad, que las siga promoviendo. Siga adelante, que entre en contacto con algunos, como yo que las promovemos. Quienes estamos dispuesto a no dejar que el valor cristiano más importante, el valor humano más destacado: la solidaridad, sea golpeado hasta morir.