¡NO al repugnante y mal oliente guiso constituyente! por @ArmandoMartini

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Venezuela se debate a diario entre disyuntivas. Todos los días algo nuevo sucede. ¿Negociar o no? ¿Participar o no en la constituyente? ¿Marchar aquí o allá? ¿Vamos para tal parte y nunca llegamos? ¿Si seguimos nos agotamos? ¿Si estamos o no en dictadura? ¿Si la Fiscal es buena o mala? ¿Si los magistrados acomodadizos son sinceros? ¿Qué si los saltos de talanquera son ventajosos? ¿El debate entre el perdón y la impunidad? ¿Interés partidista y egos políticos? Un sin número de interrogantes. Cosas de lo democrático, cada quien tiene su propia visión del problema y de cómo enfrentarlo. Muchas opiniones son coincidentes. Mala cosa, chucutez de lo actual, porque solo unos pocos tienen el monopolio de la decisión.

La informalidad, ligereza e incoherencia aunadas a la mentira, medias verdades y manipulaciones crean desconfianza y generan desilusión, y deterioran la poca autoridad de quienes tienen la responsabilidad, otorgada conscientemente o no, pero asumida -al menos- en vocería que a veces parece quedar sólo en vocerío.





Los errores han sido cuantiosos y graves. A veces pareciera que se ha perdido todo. No se encuentra solución y la anarquía comienza a florecer. La impotencia emprende su afán de imponerse y la chifladura se desata sin piedad ni consideración. Venezuela se ha convertido en un desbarajuste al que o se le pone término o nos enfrentaremos al infierno en la Tierra.

Faltan menos días, el tiempo es implacable, para la inmensa mayoría cuando llegue el momento constituyente, se acabará el país que conocemos y entraremos en una nueva etapa castrista revolucionaria. Es decir, para Venezuela llegará el fin, será ejecutada su sentencia de muerte, desaparecerá, será transformada, bajo la bota cubana en la provincia remota pero aferrada por La Habana y el G-2, otra colonia de los infames hermanos Castro.

Para muy pocos, será el inicio de una nueva y mejor vida, sin temores, con bayonetas, escopetas, perdigones, gases, jets de Pdvsa y demás privilegios. Otros, simplemente, no tienen idea y les importa un carajo.

La proyectada Constituyente cercenará y controlará un Estado por venir, para eso ha sido pensada, diseñada y programada. No existe la menor duda, además los pesuvistas, como Diosdado, Aristóbulo y muchos otros nos lo aclaran y recuerdan a diario. Venezuela amanecerá distinta, diferente, cuando se apruebe -si acaso- este bodrio ilegal y bazofia repugnante. No será Venezuela, será La Habana más grande y vigilada, engrillada, presa.

Partiendo de ese principio, ¿qué consideración hay que tomar? La única posible, no permitir esa carajada, impedir la celebración de tan irracional propuesta. Tiene que acabarse la habladera infecunda, manifiestos repetidos, irreales, demagogos, actuar sin demora, dirigir con inteligencia, con una estrategia formal y el concurso de muchos, no sólo los muy necesarios jala bolas de oficio que endiosan egos, o los sin criterio majaderos del “sí, doctor como usted diga”, y los que se equivocan, se vienen equivocando sin ni siquiera tener la castidad de admitirlo. Y muy importantes, los que piensan distinto y no por ello, catalogarlos de traidores, divisionistas o radicales. Ya es hora de que se sienten, distingan y comprendan. Es momento de escuchar otras voces, nuevas ideas, distintas experiencias, no es tiempo de ensayar, la patria está en juego. No se crean sabelotodo, nadie es dueño de la verdad, busquen ayuda no los desmerita, por el contrario, les agrega nuevas fuerzas.

No subestimen, precisamente lo que tiene al régimen a punto de consolidarse. Dejen de lado la prepotencia y arrogancia, la miopía cegata y sordera selectiva, despréndanse de sus intereses; si no lo hacen, quedan inhabilitados no se puede dejar en manos indecisas y temblorosas, quienes decidan el futuro de nuestro país y nuestras familias.

Son excesivas las muertes, demasiados los presos, extrema la injusticia, descomunal el abuso y violación de los Derechos Humanos, para que sigan tomándose todo el tiempo y con calma deshojando margaritas marchitas de tanto manosearlas en un conciliábulo de cúpulas, divagando sobre el sexo de los ángeles, el futuro político particular, partidista, negociando impunidades y aplaudiendo desertores; cuando lo único pertinente es deliberar el interés, actual y futuro de la nación, lo demás es accesorio e irrelevante.

Las marchas se agotan por cansancio y falta de creatividad, además por respeto a los mártires que dieron sus vidas, llegó el tiempo de convocar e invocar el artículo 350 de la Constitución, etapa final de la lucha democrática.

No se trata de estar de acuerdo o no con derechas e izquierdas, Borges, Capriles, Guevara, María Corina, Henry Ramos y otros, la MUD, radicales, liberales o conservadores; es cuestión de vida o muerte, entiéndanlo, carajo, ¿dónde han estado las últimas semanas mientras masacran a la población civil pacífica e indefensa?

Pareciera probable la imposibilidad de salir del régimen marchando y exigiendo elecciones generales, rogando y esperando nuevos héroes o heroínas del régimen espurio que lo traicionen o se conviertan, después de haber convalidado atrocidades como el robo descarado al erario público. Eso demuestra lo infantiles e inocentes que somos o parecemos y en ambos casos, es gravísimo. Venezuela requiere de un sacrificio unido, sincero, sin cartas escondidas, decidido, sin vacilaciones, competente, oportuno, experto.

Hay que dejar la politiquería de lado, convirtiéndonos en estrategas y resistencia, no hay otra vía, se agotaron, las cerraron. Eso no quiere decir ni puede interpretarse como dejar la protesta pacífica. Por el contrario, debe y tiene que intensificarse, extenderse, profundizarse, continuar pero elevada a otro nivel, jamás violenta pero sí eficaz. De no asumir la responsabilidad quienes deben, lo hará el ciudadano, mujeres, hombres y sobre todo jóvenes, que han demostrado inteligencia, arrojo, voluntad y valentía de siempre, pero en estas últimas semanas, mucho más.

No podemos permitirnos el lujo de otro fracaso -sería desastroso-, que sea la nueva oportunidad que busca desesperado el oficialismo para darnos la estocada final y definitoria convirtiéndonos en Estado Asociado de Cuba. Sueño atesorado desde la pretendida invasión de Machurucuto, repelida con sobriedad y bravura por la Fuerza Armada, que hoy, con extirpe de libertadores, ciudadanos y militares institucionales unidos, le propiciaremos una derrota que jamás olvidaran y para que nunca más, se atrevan siquiera pensar o intentar poner la planta insolente del invasor cubano y profanar la sagrada tierra patria.

Hay que dentro de las posibilidades democráticas, de cada quien, lo posible para evitar se apruebe esta artimaña inmoral, que por razones de beneficio y desesperación política, pretenden llevar a cabo.

¡Que Dios bendiga a Venezuela y a sus ciudadanos! A los que luchen de verdad con pragmatismo y sin pendejeras fantasiosas.

 

 @ArmandoMartini