Gonzalo Himiob Santomé: Hacer o no hacer, he ahí el dilema

Gonzalo Himiob Santomé: Hacer o no hacer, he ahí el dilema

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A veces creo que tantos años de oprobio aún no han bastado para que aprendamos lecciones que ya deberíamos tener más que asimiladas. Me refiero a las posturas, un tanto viscerales en mi criterio, que han nacido en algunos con respecto a las intenciones manifestadas por otros de sumarse a la acción de nulidad intentada el pasado jueves por la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz contra los actos del CNE que, a instancias de Maduro, le han dado “luz verde” al absolutamente inconstitucional proceso para la instalación, burlando al pueblo soberano, de una Asamblea Nacional Constituyente.

He oído y leído de todo. Desde que la adhesión al recurso de la Fiscal General la legitima y le “lava la cara” de las manchas de sus actos del pasado, hasta que no se debe participar en el despertar de ese “coma” o de esa “cura de sueño” –así la han llamado- de casi 20 años de la Fiscal General, ya que se le acusa, no sin justas razones valga decirlo, de no haber mostrado la misma buena disposición ni el mismo respeto a la Constitución y a la ley, en otros momentos en los que también era muy necesario. Tampoco ha faltado quien culpe a todo el que apoye la acción propuesta de ser parte de una, tan maquiavélica como improbable, confabulación de la MUD y de las demás fuerzas opositoras de la sociedad civil, nada más y nada menos que con el PSUV, para aletargar a la ciudadanía forzándola dejar la calle para entrar por el aro de reconocimiento del TSJ, y de “retruque” al gobierno, como autoridades legítimas.





Pero creo sinceramente que hay que ver un poco más allá de las propias tripas. Y créanme cuando les digo que las mías se han revuelto muchas veces, pues he vivido y visto directamente las que han sido las consecuencias de haber padecido por muchos años a un Ministerio Público que no estaba en funciones para hacer cumplir la Constitución ni la ley, sino para consolidar a quienes hoy nos abusan desde el poder.

En primer lugar, demos por válido que los magistrados el TSJ fueron electos o ratificados de una manera absolutamente inconstitucional. Fue el último aletazo de aquella Asamblea Nacional que no servía sino para avalar cualquier dislate oficialista y que a todas luces no estaba dispuesta a representar los intereses del pueblo venezolano sino los de los pocos aún ahora ocupan los puestos del poder. Ahora bien, en el estado actual de las cosas e incluso siendo así, ¿eso les impide, práctica y materialmente, ponerle el cascabel al gato? Seamos pragmáticos. Si, hayan llegado allí de buena o de mala manera, estos magistrados tienen de facto el poder para llevar a Venezuela a la ruina, ¿no lo tienen también para salvarla? Imaginemos, por ejemplo, que la Fiscal General promueve ante este mismo TSJ y contra Maduro un antejuicio de mérito, ¿nos molestaría tanto la ilegitimidad de origen de los magistrados si, conjuntamente con la AN, deciden que en efecto hay méritos para enjuiciarlo y lo suspenden en el ejercicio de su cargo?

Alguien podría alegar que este escenario hipotético que planteo, u otro, en el que la Sala Electoral del TSJ suspenda, por la solicitud de Luisa Ortega, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, es “imposible”, o que eso “no va a pasar”, pero creo que la realidad demuestra lo contrario. Hasta hace poco más de dos meses, también era “imposible” que la Fiscal General se pronunciara contra cualquier acto del poder, y ahora está pasando. Hasta hace poco más de dos meses, el que la Fiscal General instruyera a sus subalternos actuar en las causas penales contra los que manifestaran contra el gobierno mucho más apegados a la verdad y a la Constitución y a la ley, o que persiguiera de inmediato a los policías y militares que maltratan y asesinan a ciudadanos por el simple hecho de pensar distinto, también era “imposible” y “no pasaba”.

Pero está pasando. Quizás no con la vehemencia y efectividad que uno desearía, quizás dejando algunos cabos sueltos, sobre todo en cuanto a los hechos del pasado, que valdría la pena revisar, pero no hay dudas, está pasando. La Venezuela de hoy ya no es la misma de hace unos meses, y lo que es posible o imposible ya no está tan claro.

En segundo lugar, también es válido aceptar que ejercer o sumarse a cualquier acción ante el TSJ de alguna manera implica el reconocimiento de su carácter de máxima instancia judicial en el país. Pero esto también tiene sus matices. Básicamente pueden ocurrir dos cosas: Que la acción sea declarada, con cualquier absurdo argumento como es usual, inadmisible o sin lugar, o que la acción se admita y siga su curso. En el primer caso, mientras más ciudadanos se hayan sumado a la misma, mayor será el costo, nacional e internacional, para el gobierno. En el segundo caso, se pone, al menos, a la Constituyente en “3 y 2” y se la deja colgada de un hilo, con todo lo que eso implica.

Además, no está de más recordarlo, para ejercer acciones internacionales contra los abusos del poder uno de los requisitos que debemos cumplir es el de agotar las instancias internas, por espurias que sean.

Por último, creo que es importante que entendamos que no es lo mismo apoyar un hecho o una acción que apoyar a una persona. Puede que la Fiscal General no sea Santa de la de la devoción de todos, pero en momentos como éste deben privar el pragmatismo y el interés común, que en este caso, tanto en la ciudadanía como en la Fiscal General, es uno solo: Evitar que se instale la Asamblea Nacional Constituyente y, más allá, que se sustituya de espaldas al pueblo nuestra Constitución (que sí fue aprobada por la mayoría y que con sus altas y bajas es hoy por hoy la última barrera de defensa con la que contamos para protegernos de los abusos del poder) con vaya usted a saber qué anacrónico e inútil adefesio legal disfrazado con las falsas galas de la supuesta aprobación de la “voluntad soberana”.

La alternativa entonces está entre hacer o no hacer, entre sumarse a la acción o no. Yo creo que las ventajas de hacerlo, de adherirse a la solicitud de la Fiscal General, son muchas más que las desventajas, y en última instancia, prefiero arrepentirme de “haber hecho lo que pude” que arrepentirme, cuando ya sea tarde, de “no haber hecho lo que podía”.

@HimiobSantome