Nicolás Maduro y Nicolae Ceausescu: dos historias de dos Nicolás sobre deuda externa

Maduro-Ceausescu

 

Como dijo alguien alguna vez: “hay paradojas de la historia a las que le sobra ironía”. Durante los años 80 del siglo pasado el Presidente y Dictador  Nicolae Ceausescu le impuso al pueblo rumano una política extrema de austeridad para el pago de la deuda externa de esa nación.





Por Natan Lederman – Profesor titular Unimet – @nledermans

Nicolas Ceausescu gobernó la República Socialista de Rumania entre 1967 hasta su ejecución en el patíbulo en 1989, la cual fue llevada a cabo de forma sumaria, junto a su mujer,  tras un dramático programa televisivo que duró 2 horas, el cual fue transmitido en cadena nacional y en donde se le acusó no solo de haber arruinado la economía del país sino por cargos por genocidio y enriquecimiento ilícito, habiendo sido señalado de poseer cuentas bancarias en el extranjero por más de mil millones de dólares. El hombre, convencido de su “causa” murió entonando el himno de la internacional comunista: “Arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan y gritemos todos unidos, viva la Internacional”

Sarcásticamente, la versión original de la Internacional escrita por Pierre Degeyter en 1888 rezaba así: “La ley nos burla y el Estado oprime y sangra al productor; nos da derechos irrisorios, no hay deberes del señor. Basta ya de tutela odiosa, que la igualdad ley ha de ser: No más deberes sin derechos, ningún derecho sin deber”.

Entre 1975 y 1989 Rumania pago por concepto de deuda externa un total de 21.000 millones de dólares americanos, a una tasa del 7%.

Un año antes de la caída de Ceausescu, Rumania presentaba un superávit en cuenta corriente a expensas de una drástica reducción de las importaciones, que se tradujo en una austeridad extrema, caracterizada por el racionamiento de la mayoría de los productos de primera necesidad. La prensa de aquel entonces reseñaba como cada rumano, por ejemplo,  apenas podía adquirir medio kilo de carne al mes y 150 gramos de harina diariamente (afortunados que eran si lo comparamos con el caso venezolano).

Al final de su vida, Ceasescu tuvo delirios de industrializar el país y desarrollar su agro-industria, en un empeño tardío por “independizar económicamente Rumania del exterior”. Créalo usted o no, Ceasescu también hablaba de motores: “la industria pesada como motor del desarrollo económico”.

En Venezuela, 28 años después, mutatis mutandi como le gusta decir a los historiadores, esta manía de algunos gobernantes de tratar de mantener una ilusión de bienestar a cualquier costo, se ha traducido, como ya ha sido descrito por varios economistas en el país, en una brutal caída de las importaciones, para mantener el pago de la deuda externa que contrajo irresponsablemente esta administración, durante el mayor auge de precios conocido en toda nuestra historia como país petrolero.

En los últimos 4 años y medio, las importaciones se han reducido en aproximadamente un 80%. Ni siquiera en Rumania, en donde una  política económica ruinosa y antipopular le costó la vida al dictador, se llegó a tales extremos. Por cierto, entre los acreedores de Ceasescu, se encontraba el FMI, a quién no tuvo escrúpulos para pedirle prestado, a cambio de un plan de ajuste drástico, curiosamente similar al que viene implementando, por iniciativa propia, este gobierno y además “de gratis”.

La justificación de este  desaguisado: de acuerdo a mis propios cálculos, cuyos detalles aparecen en un artículo arbitrado que publiqué hace unos meses atrás, entre 1998 y 2012 una caída en el nivel de pobreza de apenas 3.5%, medido a través del indicador de vulnerabilidad, del cual solo el 2,1% de este 3.5% se explicaría por un aumento acumulado del PIB per cápita, mientras que la pequeña diferencia restante, sería atribuible a una disminución de la desigualdad. Por otra parte, el número de pobres extremos apenas disminuyó durante este lapso en 9.5%. Un resultado muy pobre para la cantidad de recursos que ingresaron a la economía y que seguramente fueron a parar, a donde todos, a ciencia cierta, sabemos que fueron a parar. Basta con una mirada rasante al estado de la infraestructura vial, escolar y hospitalaria del país.

Pero esta es historia pasada. Ya las universidades del país nos han descrito un cuadro aciago acerca de la realidad de la pobreza en el país. Pobres somos ya casi todos. Se mida con indicadores del Banco Mundial, del PNUD o hasta con la misma canasta de bienes regulados, pero inaccesibles, inventada por el gobierno.

Yo me imagino, que en su última hora, los veremos bailando salsa y entonando una estrofa de alguna canción de Carlos Puebla: “en eso llegó Fidel”, o “traigo de Cuba un cantar”.

Así me los imagino.


 

La ley nos burla y el Estado oprime y sangra al productor; nos da derechos irrisorios, no hay deberes del señor. Basta ya de tutela odiosa, que la igualdad ley ha de ser: No más deberes sin derechos, ningún derecho sin deber“.