Alexei Guerra Sotillo: El mal está allí

Alexei Guerra Sotillo: El mal está allí

 

Alexei Guerra Sotillo @alexeiguerra

 

Sentados en aquella oficina, los presentes intentaban darle cierta solemnidad a lo que hablaban. Pero cada intervención de Nicolás, se encargaba de disiparla. Entre balbuceos y chistes malos,  preguntaba y daba órdenes mientras los militares respondían, embutidos en sus uniformes de campaña.

Afuera, mientras todo el país protestaba contra su farsa constituyente, y se movilizaba con creciente firmeza, culpándolo de la pobreza, de la miseria, del hambre y la devastación económica que sus políticas han generado, allí, entre cuadros históricos y muebles pulidos, nada parecía inquietar el tono de las palabras que cruzaban el aíre acondicionado del despacho.

-Dígame General, ¿Cuántos terroristas detuvieron hoy? –preguntó el presidente.

-28 Presidente. Ya les abrimos juicio militar y los mandamos a aislar –contestó raudo el militar.

-¿28 nada más? – respondió tocándose el bigote.- Son muy pocos. Tenemos que agarrar a todos esos guarimberos traidores y vendepatria.

El repique de los celulares y las idas y venidas de algún asistente con algún papel para firmar, a ratos interrumpían la reunión. En esa burbuja, inflada con el espejismo de un poder en realidad deslegitimado, toda disidencia es un delito, toda manifestación un acto de guerra, todo reclamo y llamado a la calle una amenaza que no puede permitirse. Todos disfrutan aquel lujo, esa comodidad del poder, ese confort impune del dinero mal habido. En el fondo, todos están conscientes de una complicidad con quien preside el encuentro.

-Camaradas, debemos acabar con las protestas. Todo debe estar tranquilo y en paz para la elección de nuestra constituyente. ¿Estamos claros? – dijo Nicolás.

-En eso estamos Presidente –respondió raudo uno de los militares presentes. Pero…¿Qué hacemos con la Fiscal? –inquirió mientras se comía su tercer chachito.

-No se preocupen. De ella nos encargamos nosotros. (expresó el tirano con aire de sobrado). Uds. sigan reprimiendo, sin descanso. Llenen a esa gente de lacrimógena y “paz” constituyente. –Gritó mientras agitaba las manos.

Varios de los presentes cruzaron miradas. La duda trató de ganar espacio en alguna de las mentes presentes, pero la amenaza de la venganza recorrió cual fría corriente algunos estómagos. Exilio, cárcel o muerte, son palabras cuya sombra los persigue sigilosa.

Reportes van y vienen. Detenidos. Efectivos desplegados. “Golpistas” capturados. “Conspiraciones” develadas. Pruebas y “Evidencias” sembradas. Urbanizaciones visitadas. Reprimir es la única y verdadera urgencia. Cambiar la Constitución, una excusa hecha capricho.

La burbuja sigue flotando, sobre un país al borde del abismo de una confrontación de dimensiones desconocidas. Dentro de ella, un dictador, los militares que lo sostienen y aquellos que aspiran continuar su festín de saqueo y hegemonía. La violencia de un Estado malandro en trance “constituyente”, la mantiene flotando, distante de la realidad, a años luz del clamor popular de millones de venezolanos que rechazan sus pretensiones tiránicas. Pero la burbuja se achica y sus paredes se resquebrajan con el calor de la protesta y la calle.

En aquella habitación, la reunión continúa. Sin embargo, algo en la atmósfera se percibe. Algo al interior de aquel despacho, en medio de la sordidez del cinismo y la mentira, entre los rostros hechos muecas cubiertas de uniformes verde oliva, puede casi tocarse, palparse.

El mal está allí.

@alexeiguerra

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