César Morillo: Ni le temen ni le aman

César Morillo: Ni le temen ni le aman

thumbnailCesarMorillo

Las preguntas que siempre surgen en las tertulias cotidianas sobre Venezuela, circundan acerca de cuándo caerá Maduro o quien se cansará primero, si el gobierno o la oposición.

Si estuviésemos en una sociedad democrática nos resultaría fácil responder esas interrogantes, podríamos predecir el final del gobierno y el comienzo del otro con tan solo apelar por el cronograma electoral y chequear la fecha de las elecciones. Pero no estamos en una sociedad democrática, acá no sabemos cuándo podremos contar de nuevo con unas elecciones transparentes y confiables y eso hace que la lucha sea muy compleja y difícil. A pesar de que al día de hoy, los que se oponen al gobierno ya cruzaron el umbral del 80% de la población y Maduro apenas alcanza un 15% de opinión favorable, sigue manteniendo, con arrogancia, su propósito de imponer una Constituyente para mantenerse en el poder, y para ello emplea las armas de la nación usándolas contra los ciudadanos.





Sin embargo, la esencia social y política del conflicto sigue y seguirá más allá de que logre realizar las elecciones el 30 de julio. La economía empeorará, el desabastecimiento y la escala inflacionaria seguirán haciendo añicos la economía de las familias. La gente permanecerá en las calles luchando por sus derechos y el principal incentivo es que olfatea la debilidad de un gobernante solitario.

El Príncipe, sostuvo Maquiavelo, para mantenerse en el poder, debe ser amado y temido por su pueblo. Maduro no es ni amado ni temido. Si alguna duda queda, basta detallar el burdo show del pasado martes cuando quisieron simular un golpe de Estado y usarlo como excusa para iniciar una purga en el estamento militar, además de justificar la militarización de las principales ciudades del país. No hubo pueblo en la calle defendiendo la revolución, como ocurrió en el 2002 para apoyar a Chávez. Esta vez el presidente vociferaba y amenazaba con imponer “con las armas lo que con los votos no” ha podido. Amenazó con militarizar el país y, aun así, la gente salió ayer a las calles a trancar todas las vías, esta vez de forma más contundente. Ni lo aman ni le temen.

Maduro ya no tiene pueblo, la revolución se quedó vacía de contenido, la corrupción descarada y la ineptitud han ahogado las banderas que en un principio fueron aliento motivador. Su torpe proceder ha terminado por dividir al chavismo y a las FANB. El primero es público y notorio, no solo por la irrupción de la Fiscal General y sus denuncias, sino por los miles de chavistas no maduristas que se han bajado de ese barco. En la FABN aún no se hace visible la partición, como es natural, pero los cambios adelantados en los mandos y los discursos en la Academia Militar del Gral. Padrino López y del propio Maduro presagian tempestad.

Por mucho que la cofradía en el poder aparente unidad y solidez en el mando, sólo le queda la fuerza bruta -brutal mejor dicho- que de tanto emplearla ha perdido efectividad. No se puede gobernar tensando el arco indefinidamente, o se te parte el arco o se cansan los músculos que lo sostienen.

Estamos en la etapa terminal del régimen, no tengo dudas. Los procesos socio políticos no marchan con cronograma predecible, pero no se puede mantener en el poder por mucho tiempo quien tiene a todo un país en contra, o peor aún, no puede pretender mantenerse gobernando en contra de todo el país.

César Morillo
@cesarmorillo7