Juan José Moreno A: El difícil reto de la oposición

Juan José Moreno A: El difícil reto de la oposición

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Tres pueden ser consideradas las principales alternativas de los pueblos para superar sus crisis políticas generadoras de todos los males que los aquejan: la legal, el entendimiento, y la física. La primera funciona cuando existe la garantía de un Estado de derecho;  la segunda cuando hay voluntad y sincera disposición para el diálogo; y la tercera mediante el uso de la fuerza física. ¿Cuál escoger cuando ubicados como estamos en una encrucijada nos toca adoptar un camino en Venezuela?

La definición de una estrategia de salida de la situación en la que se encuentra el pueblo venezolano no es tarea fácil, diríamos entonces que en el caso de nuestro país el reto de la dirigencia opositora, llamada a ejercer liderazgo en estos momentos, es sumamente difícil; porque nos encontramos con escenarios por todos conocidos, donde la legalidad del país se la pasaron por el forro el Presidente y los poderes ilegalmente constituidos como el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, con el apoyo nada menos que de las fuerzas armadas  y policiales.





Si hablamos de diálogo, el temor a volver hacer el ridículo tratando de llegar a acuerdo con personeros de la calaña de quienes integran el equipo gubernamental del régimen nos sume en una desconfianza que obliga a abstenernos de participar en otra farsa como la ya experimentada. Y si de fuerza se trata, aunque corajudos por el valor demostrado por nuestros jóvenes en las luchas que hoy se libran en las calles de todo el país, somos relativamente débiles frente a un adversario que convertido en enemigo nos masacra con su enorme poder bélico y desfachatez, y una agresividad personal asumida principalmente por un jefe de Estado que, mientras proclama su fulana Constituyente como vía para el entendimiento, revela su verdadera convicción guerrerista de optar por las armas en caso de una derrota por los votos. Y qué decir de actuaciones como la del tal coronel Bladimir Lugo, de mancillar la majestad de una institución realmente representativa de la voluntad popular, como es la Asamblea Nacional, sacando a empujones a su presidente Julio Borges. Está visto, por los mencionados y muchos otros ejemplos,  que la opción democrática no contempla una lucha en este terreno, porque las armas la tienen los militares, y la experiencia mundial nos hace recordar que cuando se montan en el “coroto”, cuesta mucho devolverlo al poder civil.

Pero estamos, como ya lo indicamos, en una encrucijada en la que tenemos que escoger el camino que debemos emprender en estos precisos momentos. Entonces, como ya lo hemos planteado en anteriores oportunidades, existen exigencias y pasos muy concretos que debemos atender en función de alcanzar la irrenunciable finalidad de rescatar la institucionalidad y con ella la libertad y el respeto a nuestros derechos humanos.

Y en tal sentido la primera exigencia que visualizamos, es la de la unión; por lo que insistimos en la necesidad no solo de integrarnos en pensamiento palabra y acción entre quienes formamos parte de esas integraciones  tradicionales, tipo MUD entre otras de las que participamos, sino que ir más allá de eso, como avanzar en una estrategia la cual nos permita constituir una fuerza mayor de pueblo con quienes consideramos nuestros “aliados circunstanciales”, que ya están aportando sus beneficios con ideas y acciones que ayudan a empujar en el mismo sentido. Quién podría en estos momentos dudar de los positivos efectos que está causando el acercamiento de un poder como el del Ministerio Público, del grupo de militares, ex ministros e ideólogos chavistas que aspiran como nosotros salir del nefasto régimen. Dentro de esta perspectiva debemos contar con el estamento militar, pero solo para que asuman su deber de defender la Constitución de la República y en este sentido exigir al poder civil que la hagan respetar.

Otra que consideramos con carácter de urgencia, es buscar nuevas formas de lucha que sin disminuir la presión, evite que continúe el derramamiento de sangre en las calles; pues aunque consideramos que nadie puede impedirnos reducir nuestros espacios para la protesta, tampoco es justo aumentar las lamentables cifras de muerte que hoy nos enlutan a todos los venezolanos. Es una exigencia que planteamos con la mano en el corazón.

Por otra parte, conscientes de las dificultades pero también de la necesidad de un mínimo entendimiento para  alcanzar objetivos inmediatos, como impedir que sigan muriendo por desnutrición y falta de medicamento las personas más vulnerables de nuestra sociedad y que permanezcan en las cárceles los cientos de presos políticos procesados y maltratados  en contravención de las leyes de la república; por la recuperación de las facultades de nuestro poder legislativo, y porque se detenga el fraude con la pretendida Asamblea Nacional Constituyente, estimamos que más que un desacreditado diálogo pudiéramos avanzar hacia la consecución de acuerdos políticos concretos, mediante un auténtico proceso de mediación, algo completamente diferente a lo anterior, donde no exista la imposición del régimen a través los facilitadores escogidos solo por él, sino de auténticos mediadores seleccionados tanto por los representantes del gobierno como de la oposición, con las condiciones preestablecidas y donde el gorilón no meta su obesa figura para la foto. Por ahí, pensamos, que podría ser encausado un proceso de entendimiento, en el que de antemano propondríamos entre nuestros puntos de honor no suspender las protestas y mediante una consulta amplia al pueblo que los venezolanos decidan si aprueban o no esta propuesta de negociación.

@JuanJosé MorenoA