En la lucha que libra el país en estos momentos por la restitución de las instituciones democráticas no sólo es que emerge un liderazgo político importante en todo el país desde los Partidos, desde la Sociedad Civil, desde las Universidades, desde los gremios y sindicatos, sino que este liderazgo está a la altura del reto que tiene por delante como es reconstruir la institucionalidad democrática, resucitar un país libre y soberano. Esto es posible porque estamos frente a un liderazgo de calidad.
Como lo demostró el Dr. Julio Borges el martes pasado cuando enfrento con la dignidad debida el asalto de la guardia nacional que junto a los “paramilitares de paz” del oficialismo pretendieron sembrar la Asamblea Nacional con material sospechoso. Con el pretendido atropello al Presidente de la AN fuimos agredidos todos los venezolanos por un coronel gorila con las maneras de un facineroso que quiso aparecer antes sus jefes con la obsecuencia propia del rábula sin escrúpulos.
El Dr. Borges, hizo gala de lo que hay que tener para ser y ejercer como un líder civil, republicano y democrático, demostró que posee las virtudes cardinales propia de quien ejerce la Presidencia de nuestro Parlamento. Una enorme fortaleza para no retroceder frente a la agresión fascista; prudencia para actuar recta ratio agibilium de acuerdo a la dignidad de su cargo y de la ciudadanía a quien representa diferenciando y poniendo en su justo lugar al tropero; templanza porque actuó con moderación y continencia sin caer en una valoración injusta o impropia de la situación. Una vez más el madurismo fue derrotado por un liderazgo que ha crecido al frente de la exigente tarea que se ha propuesto como lo es la derrota de la dictadura comunista castro-madurista.
Fue derrotado un liderazgo oficialista escatológico, sin escrúpulos, que no tiene respeto por la vida humana, que no guarda consideración por los Derechos humanos y por ello es responsable político e histórico de 85 muertes de ciudadanos venezolanos que reclamaban su derecho a ejercer el sufragio en elecciones libre para decidir el destino de todos como lo establecen las normas más elementales de la democracia y más cuando se ha producido un quiebre del ordenamiento jurídico.
Con el asalto de la Asamblea nacional quedaron confrontados dos estilos de liderazgo: uno grosero con manierismo propio de la incivilidad, de la acción ágrafa y violenta, de la falta de escrúpulo y la desconsideración de toda norma democrática; el otro, el liderazgo de la palabra, de la virtud cívica, del respeto a la ley y las instituciones, que son lo que permite valorar la vida y respetarla.
Es por ello que esta lucha esta grávida de esperanza, de fe en el futuro luminoso que los venezolanos merecen después de este interregno brutal, insano, incivil en que nos hundió el oficialismo en los últimos 18 años. Una lucha que ha sido emprendida por todos los sectores sociales que ha vuelto a hermanar el país en una sola voluntad civilizatoria, que busca de manera indoblegable la reconstrucción de una Venezuela con un Estado de derecho, republicano y democrático que sea el sustento de una sociedad libre, soberana y de progreso.
Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog