Gehard Cartay Ramírez: Crónica de un fraude anunciado

Gehard Cartay Ramírez: Crónica de un fraude anunciado

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Sin sorpresas para nadie, la “constituyente” madurista representa el más gigantesco fraude electoral en la historia venezolana y, probablemente, del mundo entero.





Por Gehard Cartay Ramírez / @gehardcartay

Y mire usted, amigo lector, que ya es mucho decir en el caso venezolano. Porque nuestro devenir electoral registra fraudes de todos los tipos y proporciones, pero nunca uno como el cometido por el régimen y su CNE el pasado domingo 30 de julio. Por sus vergonzosas características y por la calaña de los delincuentes que lo propiciaron quedará registrado en la historia venezolana como una de las peores infamias que ha sufrido la patria de Simón Bolívar.

Por lo tanto, la elección de esa pretendida “constituyente” representa, además y por si fuera poco, un fracaso indiscutible a plena luz del día, constatado por venezolanos y observadores extranjeros, y anunciado con antelación, sin mucho esfuerzo, porque a leguas se notaba que sería un colosal fraude cantado de antemano.

Centros de votación solitarios y tristes, calles desiertas, otros jóvenes más asesinados por las fuerzas represivas del régimen, violencia criminal de guardias y policías contra residencias particulares, una salvaje campaña de terror y amedrentamiento pocas veces vista –salvo en tiempos del fascionazicomunismo–, anunciaban la estruendosa derrota del régimen que, gracias al celestinaje de sus rectoras del CNE, presentaron luego como un “triunfo”, chimbo y chapucero, que nadie les ha creído, ni aquí ni afuera.

Porque sólo los estúpidos pueden creer en tales resultados. Bastaba salir el domingo pasado a visitar los centros de votación para darse cuenta de su soledad escandalosa, tal vez con la excepción de algunos, muy escasos, donde reciclaban a los electores para votar varias veces, y siempre obligados. Pero en todas las ciudades y pueblos, esa soledad traducía el vigoroso rechazo de la gran mayoría de los venezolanos a esta dictadura y su pretendida “constituyente”, espuria y fraudulenta.

Y es que luego de haber arruinado a Venezuela en estos 18 años, ¿quién puede creer el cuento chino de los ocho millones de votos inventados por Lucena y sus rectoras cómplices? ¿Quién puede creer que estando el chavismo hoy en día reducido a su mínima expresión popular pueda ahora haber obtenido su más alta votación histórica? ¿Y, por cierto, acaso los propios chavistas podrán creer que un desangelado Maduro haya superado en popularidad y en millones de votos el liderazgo indiscutible de Hugo Chávez en el pasado?

La única verdad es que nadie vio a esos ocho millones de electores que el CNE inventó para hacer “triunfar” una “constituyente” que la inmensa mayoría de los venezolanos ha rechazado desde el principio. Son ocho millones de electores fantasmas, creados por las computadoras del ministerio electoral de régimen, que nuevamente pretenden burlarse de la inteligencia de los venezolanos, incluidos sus propios partidarios. Tarde o temprano, esa burla sangrienta se les devolverá.
Por lo tanto, la elección de la pretendida “constituyente” madurista no es más que la crónica de un fraude anunciado, parafraseando el título de una de las novelas de García Márquez. Casi todos los venezolanos sabíamos que el régimen madurista superaría en abyección y vileza a quienes en el pasado incurrieron en prácticas fraudulentas para inventar unos resultados que, de otra manera, nunca los hubieran favorecido. Así, insisto, el actual régimen ha superado todas las marcas anteriores de la delincuencia electoral y de los imperdonables despojos de la soberanía popular en beneficio de una cúpula podrida.

Esa pretendida “constituyente”, sin embargo, está condenada al fracaso desde sus inicios. Y ese será su sino irremediable de aquí en adelante. Sus integrantes están desde ya marcados por la historia futura como unos traidores al pueblo venezolano. La desvergüenza de pretender que representan a un pueblo que los repudia será, a fin de cuentas, lo que no podrán justificar jamás ante sus hijos y nietos. Desde ya, sus nombres están –por derecho propio– en el basurero de la historia.

Por lo demás, esos “constituyentistas” y sus animadores jamás tendrán en su vida futura horas y días suficientes para arrepentirse de esta abominable traición contra la gran mayoría de los venezolanos.

@gehardcartay
El Blog de Gehard Cartay Ramírez