Nunca pudimos imaginar que una Venezuela que ha dado a Uslar Pietri, Picón Salas, Briceño Iragorry y Rómulo Gallegos. Que ha dado a un Calvani, a un Pérez Alfonzo o un Ramón J. Velásquez. A un Rafael Alfonzo Ravard, un Alberto Quirós y un Guillermo Rodríguez Eraso. A un Marcos Castillo, un Arturo Michelena y un Jesús Soto. A un Andrés Eloy Blanco y un José Antonio Ramos Sucre. A un Andrés Galarraga y un Vidal López. A un Rómulo Betancourt y un Isaías Medina Angarita, esa Venezuela en la cual crecimos felices y orgullosos pudiera estar hoy en manos de un narco-régimen forajido liderado por un reposero del Metro y de una Corte de los Milagros bajo la presidencia de Nuestra Señora de los Mercaptanos, ambos bajo la “asesoría” de un gorila iletrado con un mazo en la mano. Hemos visto en el puente de la goleta al burdo bardo Isaías , al millonario Aristóbulo y al obeso y engominado Herman, máximo líder de la ASOVENADUL, la Asociación Venezolana de Adulantes.
Esta nave de maleantes y parásitos es hoy el símbolo de una anti-Venezuela de circo de pueblo, llena de malos payasos, esa Venezuela que se come a la parrilla el costoso padrote Angus traído del exterior, regado con Chateu Petrus preparado como sangría. Sus tripulantes danzan gozosos ante la muerte de la Nación, disfrutando de su revancha contra una ciudadanía educada a la cual odia, ya que ella es el espejo en el cual ve reflejada su fealdad.
Esta es la goleta de la venganza. Su primer acto fue despedir a la Fiscal General , quien representa hoy la verdadera justicia en Venezuela. Nuestra Señora de los Mercaptanos, hidra de múltiples cabezas, se convierte en policía y dice que “castigará” a quienes increparon a la corrupta Socorro del CNE. También trona en contra de Smartmatic, la cual dice hoy la verdad sobre el obsceno fraude del 30 de Julio cometido por Maduro y las jineteras morales del CNE.
El espectáculo es grotesco. Los 535 tripulantes de la barcaza llevan a Aristóbulo de timonel y a Schemel de grumete. Ha zarpado del puerto de los Fraudes y navega por el Mar de la Indecencia. En los camarotes el fétor es intolerable aún para quienes lo generan.