Deutsche Welle: Venezuela busca quien la gobierne

CAR06. CARACAS (VENEZUELA), 08/08/2017.- Opositores participan hoy, martes 8 de agosto de 2017, en una manifestación en Caracas (Venezuela). Varios dirigentes de la oposición venezolana se solidarizaron hoy con el alcalde del municipio Chacao de Caracas, Ramón Muchacho, quién fue condenado a 15 meses de prisión por permitir los bloqueos y barricadas de las manifestaciones opositoras. EFE/Miguel Gutiérrez
Foto  EFE/Miguel Gutiérrez

 

Nicolás Maduro fue ratificado como presidente de Venezuela, pese a las incesantes críticas contra su gobierno. Pero, ¿estaría la heterogénea oposición preparada para llevar las riendas del país si estuviera al timón?

Por Evan Romero-Castillo en Deutsche Welle (Alemania)





Este jueves (10.8.2017), el “hombre fuerte” del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Nicolás Maduro, fue ratificado como presidente del país por la Asamblea Nacional Constituyente, que el mismo Maduro promovió bajo condiciones reñidas con la Carta Magna. La pregunta de rigor es si el sucesor de Hugo Chávez en la jefatura del Estado puede gobernar: ya a principios de 2017, la mayoría opositora en el Parlamento declaró que Maduro había incurrido en “abandono del cargo” al mostrarse incapaz de resolver la crisis económica.

La aparente inminencia de su quiebra no es el único mal que aqueja a la nación caribeña, pero es percibida como el problema que, de ser solucionado, permitiría comenzar a enfrentar el dramático desabastecimiento de alimentos y medicinas, el colapso del sistema sanitario, el deterioro de la industria energética –incluida la petrolera–, el descalabro de la infraestructura y los servicios públicos, el déficit de viviendas, la decadencia del sistema educativo y las otras calamidades que le dan a Venezuela la semblanza de un Estado fallido.

No obstante, cabe preguntar: si Maduro y su cohorte se separaran del poder esta noche, ¿qué reformas inmediatas, qué reestructuraciones urgentes, qué políticas públicas de hondo calado podría aplicar mañana un Ejecutivo integrado por representantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la mayor alianza opositora? ¿Estarían preparados para llevar las riendas del país de un día para otro? ¿O tienen razón quienes acusan al antichavismo de no tener plan alguno, aparte de sacar al PSUV del Gobierno lo antes posible?

“La sola elección del nombre ‘Mesa de la Unidad Democrática’ apunta a que se trata de una coalición muy laxa. A esa mesa se sientan actores muy disímiles entre sí, con sus respectivas historias, lógicas e idiosincrasias. Y eso lleva a que su cooperación sólo sea posible sobre la base del mínimo común denominador. Esta ‘coordinación negativa’, como la llamamos en las Ciencias Políticas, imposibilita la articulación de ideas o propuestas innovadoras”, explica Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP), de Berlín.

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¿Está la oposición en capacidad de gobernar?

“En la MUD hay políticos de alto rango de la llamada ‘Cuarta República’, hay grupos comprometidos desde hace mucho tiempo con sus respectivas ideologías y también hay nuevas maquinarias creadas en torno a personalidades puntuales. De todas esas instancias, las más conservadoras determinan la actuación de la alianza. Eso saltó a la vista esta semana”, acota el experto del SWP, aludiendo al debate en torno a si los partidos de la MUD debían o no participar en los comicios regionales pautados para el 10 de diciembre.

Freddy Guevara, de la formación Voluntad Popular, tuvo un airado cruce de palabras con Henry Ramos Allup, de Acción Democrática, el pasado 31 de julio. Guevara propuso la formación de un Gobierno paralelo y el nombramiento de autoridades electorales independientes; Ramos Allup refutó esas iniciativas y se rehusó a boicotear los comicios regionales, pese a las acusaciones de fraude que pesan sobre el Consejo Nacional Electoral. “Al final, algunos partidos anunciaron que irían a las urnas con o sin la MUD”, comenta Maihold.

“Ese pronunciamiento obligó a la mayoría de los socios de la MUD a decirle ‘sí’ a las elecciones regionales, aun sabiendo que sólo trece de veinte formaciones tendrían la posibilidad de inscribirse ante el CNE”, señala el especialista de Berlín. Vente Venezuela y Alianza Bravo Pueblo –los grupos encabezados por María Corina Machado y el preso político Antonio Ledezma, respectivamente– no han sido reconocidos como partidos por la máxima autoridad electoral. Y ambas se niegan a respaldar la moción más reciente de la MUD.

“En Vente Venezuela nos deslindamos de una ruta que un factor de la MUD ha decidido seguir, que es la validación de una dictadura mafiosa, al participar en sus elecciones amañadas”, declaró Machado. Como bloque, a la MUD se le prohibió inscribir candidaturas en siete de veintitrés estados: Apure, Aragua, Bolívar, Carabobo, Monagas, Trujillo y Zulia. Sin embargo, Maihold no cree que las carencias programáticas de la MUD se deban a las evidentes desventajas de la oposición en su enfrentamiento con el régimen de Maduro.

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La MUD, el olmo del que no cabe esperar peras

A sus ojos, la MUD, que surgió como un eje circunstancial con ambiciones meramente electoralistas, no cuenta con una estructura de la que quepa esperar un plan de gobierno acabado. Daniel León, de la Universidad de Leipzig, secunda al subdirector del SWP. “Creo que en la MUD lograrían ponerse de acuerdo en torno a unas premisas muy generales. Las dificultades surgirían al entrar en detalles. Por ejemplo: para reflotar la economía venezolana será necesaria la asistencia del Fondo Monetario Internacional”, advierte León.

“Y la oposición no ha dicho mucho al respecto. Lo mismo aplica para el ámbito de la seguridad: se habla de depurar las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y las Policías debido a las violaciones de derechos humanos y a otros delitos en que han incurrido, como el contrabando de gran escala y el narcotráfico; pero, ¿cómo se llevará a cabo ese proceso? ¿Cómo se va a reformar la administración del Estado para luchar efectivamente contra la corrupción? La dificultad para el consenso le impide a la MUD dar respuestas precisas”, alerta León.

El programa de gobierno de 2012

El abogado del diablo contraargumentaría que la MUD presentó un programa de gobierno unitario en 2012, cuando apoyó la candidatura presidencial y la visión de país de Henrique Capriles Radonski, dirigente del partido Primero Justicia. ¿No fue ese un indicio de que, a la hora de la verdad, las distintas facciones opositoras sí pueden gravitar hacia una agenda de políticas públicas? Quizás sí. Lamentablemente, en aquel caso, el problema radicaba en la calidad del programa en sí, esgrime Maihold.

“El de 2012 era un programa demasiado abierto. Allí no había planteamientos claros sobre cómo iban a ser manejadas las fortalezas y debilidades específicas del país. El programa, como un todo, y sus contenidos tenían un carácter modular; habrían podido aplicarse en otros países o figurar en el programa de otro candidato. Allí se habló de mejorar la atención materno-infantil, la vivienda y su entorno, la educación y el desarrollo, el empleo y el emprendimiento, la salud y la seguridad social…”, recuerda el investigador del SWP.

Sangre nueva

“Yo no encontré allí un ideario propio de la oposición venezolana. Ese programa sugería que otra forma de gobernar era posible, pero nunca quedó claro qué se quería decir con el eslogan ‘Un Estado al servicio de los venezolanos y del desarrollo del país’ ”, añade Maihold, subrayando que a los problemas objetivos de la MUD –la dificultad para propiciar unanimidades en su seno y la facilidad con que el oficialismo neutraliza judicialmente a sus líderes– se suman otros como la falta de sangre nueva en sus filas.

“Figuras que encarnan a la política venezolana del siglo XX tienen mucho peso en la MUD actualmente. Y no se está haciendo un esfuerzo real en la alianza por deslindarse de ese pasado o fomentar nuevos liderazgos ajenos a las maquinarias partidistas de antaño. Eso frena la innovación e impide que los chavistas disidentes, frustrados o desmovilizados –que no son pocos– se identifiquen con la MUD. Si la MUD no cierra ciertos capítulos, se le hará muy cuesta arriba extender puentes hacia sectores de la población cuyo respaldo necesita”, opina Maihold.