Cuba, Rusia, la invasión militar a Venezuela y otros mitos rojos

Cuba, Rusia, la invasión militar a Venezuela y otros mitos rojos

El 14 de marzo de 2015 Maduro ordenó un ejercicio de defensa integral transmitido por radio y TV ante la inminencia de una "invasión gringa" Foto Telesur
El 14 de marzo de 2015 Maduro ordenó un ejercicio de defensa nacional integral transmitido por radio y TV ante la inminencia de una “invasión gringa” Foto Telesur

 

En Miami inventaron el cuento del hombre viejo con el índice de una mano convertido en un tocón.

Por David Morán Bóhórquez @morandavid

La razón era la manía que tenía del hombre de afirmar “este año sí sale Fidel” golpeando la mesa con el dedo índice. Pasaron más de 50 años y finalmente otro Castro, Raúl, heredó la dictadura de su hermano Fidel, quien moriría algunos años después.

Este cuento refleja el mito que la dictadura cubana es eterna y que Venezuela se encamina hacia ella.

La dictadura cubana de Fidel Castro surgió como un derrocamiento de otra dictadura, la de Fulgencio Batista, en 1959. Tuvo un inmenso apoyo popular de un pueblo con poca o nula cultura democrática. En 1961, Fidel Castro anunció que su “revolución” era socialista, pasando a ser parte del bloque soviético en la guerra fría obteniendo de ellos un enorme subsidio de unos 700 dólares por año por habitante, suficientes para mantenerlos pobres pero no hambrientos, durante más de 40 años, mientras se convertía en una isla pavorosa. Con la caída del muro de Berlin, España y luego Venezuela suplieron el antiguo subsidio soviético, a un régimen que está por entrar en su tercer período especial

Hoy, en ausencia de los bloques de países en pugna, no es posible obtener un subsidio de esa magnitud y naturaleza. En el caso de Venezuela, con 30 millones de habitantes, se estaría hablando de unos 21 MMMUSD anuales. Nadie en la Vía Láctea tiene ese dinero para apoyar la permanencia de Maduro y su combo en el poder.

Rusia no es la Unión Soviética

Con la disolución de la Unión Soviética, la situación de Rusia, arruinada, viró hacia la apertura política parcial y al mercantilismo, una etapa primitiva del capitalismo liberal.

Hoy, Rusia conserva un enorme poderío militar, pero su economía en general es débil, poco competitiva y petro dependiente. Su Producto Interno Bruto total es inferior al de Brasil y similar al de España. En el gráfico, vemos la selección de unos pocos países del mundo, dejando por fuera economía fuertes como India, Japón, Corea del Sur, entre otras, con PIB mucho mayor al ruso.

 

A pesar de haber sido favorecida, al igual que Venezuela, por un súper ciclo de altos precios petroleros, la economía rusa es relativamente pequeña y poco productiva. Su PIB per cápita está al nivel de México y Brasil y sólo un poco superior al de China. Pero muy inferior al resto de los países líderes de occidente.

 

 

En 2016 el PIB de Venezuela, 251.590 millones de dólares (datos FMI) fue inferior al de Colombia. El PIB per cápita de Venezuela es de los más bajos del continente: en 2016 a tasa protegida, inexistente para el venezolano, resultó en 8.390 dólares por habitante, a tasa de Pdvsa resultó 290 dólares por habitante, a tasa Simadi de julio de 2016, resultó en 130 dólares por habitante y a la tasa permuta de julio de 2016 resultó en 80 dólares por habitante. El derrumbe económico ha continuado sin parar en 2017 y esas tasas cambiarias se han depreciado agudamente este año.

El gobierno de Rusia ya ayudó con todo lo que podía al gobierno de Maduro. Aumentó sus intereses en las empresas mixtas, adelantó efectivo para sus compras de petróleo local, aceptó la mitad de Citgo como garantía de un préstamo y estableció un banco conjunto con el Fonden, el Evrofinance (ver estados financieros acá) para el manejo opaco de los bonos de la deuda pública venezolana y rusa.

 

 

La crisis socio económica que ha causado el madurismo en Venezuela no tiene precedentes históricos. Pdvsa en 2016, registró pérdidas por 10.624 millones de dólares.

Todas las alarmas están prendidas en Moscú y en Pekín. El colapso económico que ha causado Maduro y su deriva autoritaria, pone en riesgo la recuperación de los préstamos y de las inversiones que han hecho localmente. Con Maduro y su combo, esa recuperación les luce precaria. En Venezuela, los chinos y rusos cobran a crédito mientras las empresas estadounidenses pagan de contado.

El soft power

Donald Trump, quien tiene a Maduro y a muchos de sus colaboradores en una lista de sancionados en EEUU por violadores de los DDHH en Venezuela, dijo el pasado 11 de agosto que ““Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesario” y agregó “Tenemos tropas en todo el mundo en lugares muy lejanos, Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y se está muriendo”, dijo a periodistas. Finalizó con “Venezuela es un desastre, es un desastre muy peligroso y una situación muy triste”, dijo Trump.

Ese bluff (fanfarronada) de Trump, un maket player, motivó la respuesta de Maduro ““El suelo de Venezuela es sagrado y jamás debe ser tocado por la bota yanqui imperialista. Que escuchen los traidores a la patria: he dado la orden al Estado mayor superior de la Fuerza Armada para hacer preparativos para los ejercicios cívico-militares de defensa integral de la patria el 26 y 27 de agosto”

Saquen la cuenta del costo que tendrá ese ejercicio militar para una economía en quiebra. Además de bocado de cardenales que significa para la inteligencia estadunidense ese despliegue.

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Lo cierto es que las guerras posmodernas se libran en una era en que los estados-nación no son los únicos actores relevantes en el ámbito internacional.  Ahora comparte la arena con organizaciones supranacionales, como la ONU, OEA, y con organizaciones subestatales, como son grandes empresas, organizaciones no gubernamentales y gobiernos locales. Todas ellas tienen hoy una proyección internacional, sea por su poder económico, su capacidad de introducir temas en el debate público, su poder para introducir cambios en la legislación internacional, etc.

Al respecto escribe el especialista Jesús M. Pérez “la novedad es que encontramos organizaciones que no tienen nacionalidad, sino carácter transnacional. De especial relevancia para el concepto de Guerras Posmodernas es que dentro de esos actores no estatales transnacionales encontramos organizaciones armadas, terroristas, criminales, etc”

Hacia allá apunta la caracterización que hizo El vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence en su gira por cuatro países de latinoamérica ““Lo que estamos viendo en Venezuela es la tragedia de la tiranía”, dijo. Agregó que un Estado fallido en Venezuela pondrá en peligro la seguridad y la prosperidad de todo el hemisferio occidental del planeta. Puntualizó que el estado fallido de Venezuela traerá a la región “más tráfico ilegal de drogas, muertes e inmigración ilegal comprometiendo nuestras economías”

Citando de nuevo a Jesús M. Pérez tenemos que “Las Guerras Posmodernas son la forma de conflicto propia de la sociedad de la información en un mundo globalizado, donde los medios de comunicación e Internet ocupan un lugar importante. Así que la construcción narrativa del conflicto puede llegar a ser el elemento fundamental del conflicto. Esto es, para uno o varios bandos enfrentados la clave de su victoria puede estar no en el uso de la fuerza en el campo de batalla sino cómo su causa es presentada ante la opinión pública internacional para provocar una respuesta que lleve a actuar a gobiernos, organizaciones e individuos. En tal caso no es relevante lo que pasa sobre el terreno o lo sólida de la causa, sino cómo se construye la narrativa en los medios”

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Los países se han dado cuenta de que una excesiva dependencia en el poderío militar y la influencia económica (El poder tradicional, duro) ya no logra eficientemente los resultados deseados. Es la capacidad de fomentar la colaboración y crear redes – para atraer y persuadir, en lugar de imponer – que funciona mejor. Como dijera el profesor Joseph Nye, quien acuñó por primera vez la frase Soft Power (poder blando) hace 26 años, “el poder con otros puede ser más eficaz que el poder sobre los demás”. El poder blando combina el uso de los valores políticos, la cultura y la política exterior en lugar de la coerción para influir en la escena mundial.

En el caso de EEUU combina una formidable capacidad en poder duro y blando.

Venezuela en somalización, un estado fallido

La caracterización que Pence hizo de Venezuela como estado fallido tiene fuertes soportes. El desmantelamiento de las instituciones del estado, la tasa de criminalidad, el colapso económico, la escasez, indican lo que en muchas zonas de Venezuela caractericé como la somalización, donde en vastas regiones del país el control territorial y social lo ejercen grupos criminales.

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El Fondo para la Paz, desarrolló hace años el Índice de Fragilidad de los Estados, compuesto por cuatro grupos de indicadores: cohesión, políticos, económicos y sociales. Para 2017 Venezuela tiene un puntaje de 82,9 el peor de su historia y el segundo peor del continente americano, sólo superada por Guatemala.

 

 

La notable debilidad de Venezuela, incluyendo sus fuerzas armadas, no la hace una opción para el uso de las más costosa de las opciones militares: La invasión.

En el caso de Venezuela tenemos que organizaciones criminales han penetrado o colonizado importantes instituciones de la estructura institucional del país.  Las opciones militares/policiales estarían dirigidas a esas organizaciones y no al estado-nación Venezuela.

Por otro lado, la instauración de una dictadura por medio de una constituyente cubana, cimentó el rechazo y el desconocimiento a sus actos y decisiones, por la comunidad internacional. La precariedad de las finanzas de la dictadura de Maduro, la corrupción de su gobierno, y la formidable organización de la oposición que se demostró con el plesbicito del 16 de julio, hacen que el uso de las opciones del poder blando de los países democráticos sean suficientemente eficientes.

A Maduro y a su grupo no le quedará otra opción que negociar un adelanto de elecciones generales, limpias, competitivas y con observación internacional. Es su opción racional y eficiente.

En caso de jugar irracionalmente, como lo hizo con la constituyente cubana, la opción militar seguramente surgirá de sus propias filas, apoyado por un pueblo harto y rabioso por su empobrecimiento y falta de oportunidades. Un país en miseria sobre las reservas petroleras más grandes del mundo

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