Luis Barragán: Del patrimonio documental venezolano

Luis Barragán: Del patrimonio documental venezolano

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Pendiente por mucho tiempo en el tintero de bytes, debemos alertar sobre los riesgos, amenazas y peligros que recaen sobre el patrimonio documental venezolano. Principalmente, el que está en manos de las instituciones públicas que, en contraste con las privadas, trabajan en condiciones francamente precarias, con un déficit presupuestario crónico y, por razones naturales, ya no cuentan con el suficiente y eficiente personal especializado, lesionada la propia noción de Estado.





La desatención hacia las hemerotecas es demasiado elocuente en las dependencias oficiales, distante de toda digitalización que las salve del definitivo deterioro e inminente pulverización que, nada casual, lleva al olvido de un pasado aleccionador. Olvido clave y conveniente para una dictadura que, deliberadamente, poco o nada, hace para preservarlas, deseosa de imponer su versión histórica, caprichosa, improvisada, arbitraria, interesada y – también – frecuentemente ridícula, ocurriendo algo demasiado parecido con los grandes archivos contentivos de los más disímiles e insospechados documentos escritos, sonoros, audiovisuales, etc.

Por fortuna, en el sector privado e, incluso, en algunos islotes del público, hay testimonios extraordinarios de preservación y, a guisa de ilustración, el archivólogo Gabriel López realiza una tarea de salvación de los diarios de debates de la cámara de los Comunes de finales de los cuarenta que, probablemente, donaría la embajada británica en Caracas a la Academia Nacional de la Historia. Parece increíble que tal material exista acá, aunque lamentamos que no haya los ya encarecidos medios informáticos en la Academia para el registro preciso y compartido de un recurso insospechado.

Gracias a la responsable conservación de los archivos de Ignacio Iribarren Borges, como los de Rubén y César González, ministros de distintos gobiernos que arquearon el siglo XX, sus familiares confiaron en la diligente labor de comprobados investigadores para el empleo de un material irremplazable. Guillermo Guzmán Mirabal sigue trabajándolos, después de fundamentar su interesantísima tesis de maestría sobre los hechos del Rupununi, ahora editada en un estupendo libro, y José Alberto Olivar promete un trabajo muy serio, como los que ha publicado antes, al indagar en relación al contexto internacional de la caída de Pérez Jiménez.

Parecerá una necedad advertir en torno a la lenta desaparición de las fuentes primarias que nos explican como un país en perpetua continuidad, porque no hay con qué alimentarse ni medicarse. En esto consiste la trampa dictatorial: en nombre de la mera supervivencia, no podemos saber de dónde, cómo, cuándo y por qué venimos, para que, sojuzgados, nos condene al destino que se le antoje.

@LuisBarraganJ