(Des)concierto, por Alexei Guerra Sotillo

(Des)concierto, por Alexei Guerra Sotillo

thumbnailcolaboradores-190x1301La agonía es un asunto de percepciones. Puede Ud. pensar que la libertad está agonizando, que la democracia como posibilidad de volver a ser, depende del sufragio como acto de legítima defensa ciudadana y ¡Zas! De repente la realidad te sorprende con un resultado que tritura la lógica del desastre. Sí, esa lógica que indica que a mayor deterioro y devastación material, económica, social, hambre e hiperinflación, mayor tiende a ser el caudal de votos que castiguen a los causantes de tal desastre. Pero no. El asombro ya no existe. Estamos en Venezuela.

La palabra fraude a ratos se asoma en alguna declaración, pero luego se esconde, en el aturdimiento que acompaña el silencio y la sorpresa de quienes esperaban otro resultado del proceso comicial regional. ¿Era previsible? ¿Había algún escenario esbozado, alguna advertencia así haya sido en voz baja, que hablara quizá de la posibilidad de un descalabro provocado, de una trituradora de votos y voluntades de cambio, de un tsunami de abusos y malandreo electoral cortesía de un poder constituido y armado?

Los ritmos del poder, y el de quienes aspiran enfrentarlo y derrotarlo como vocación hegemónica y totalitaria, son distintos. Como distinto, agobiante, desesperado es el ritmo de un estómago vacío o el de una enfermedad que avanza ante la escasez de medicinas para tratarse, o el de un empresario que ve cerrar cada día las ventanas para poder mantener abierta su empresa. O de aquel que intenta atrapar la escurridiza noción de futuro.





Aquella expresión que se empleaba para denominar el férreo monopolio del poder que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo en México durante casi todo el siglo XX, emerge, reconociendo diferencias históricas y políticas y adquiriendo, sin duda, un nuevo sentido y significado: la dictadura perfecta.

Al saberse en minoría electoral, la “revolución” decidió apelar a todos los mecanismos para impedir que la disidencia, el deseo de cambio y la expresión mayoritaria de su inconformidad, pudiera expresarse y materializarse, en el marco constitucional.

Magistrados express, entre gallos y medianoche, sentencias, diputados electos borrados de un plumazo, inhabilitaciones, persecución, cárcel, presos políticos, destituciones de Alcaldes, desconocimiento de la Asamblea Nacional. Y finalmente, la amalgama de todas las pretensiones para mantenerse en el poder, y dar un barniz “democrático” al régimen, encarnadas en la “Asamblea Nacional Constituyente”.

El poder militar con fachada civil ideó un concierto de fuerzas, instituciones y voluntades en el que todos ejecutan una misma melodía, esa que entona las notas de un poder eterno, sin alternancia y posibilidad de cambio, con una oposición diseñada y tolerada solo para ocupar ciertos “espacios”, en funcional plan decorativo, junto a la sumisión y sometimiento a la migaja alimentaria empaquetada en una caja, obtenida con una idea de patria carnetizada y con olor a apartheid.

En el campo que apela al respeto a la Constitución y al cambio, la unidad sigue siendo una promesa, un sueño inacabado. Las diferencias entre quienes aspiran seguir la ruta electoral, sin importar el blindaje institucional ni la violación de leyes y normas, y quienes apuestan a rescatar el poder del voto, pero no bajo el actual sistema y autoridad electoral, son evidentes. La decisión de AD de juramentar a sus gobernadores ante la “ANC”, instancia cuyo desconocimiento y crítica les permitió, paradójicamente, llegar a las gobernaciones, parecen marcan una distancia definitiva, un giro decisivo en la recomposición de los partidos políticos en el país. La incoherencia y un erróneo cálculo político, desvanecen en horas el capital político logrado. Definiciones. Depuraciones.

El país se desliza hacia un abismo de autoritarismo, hiperinflación, miseria y escasez nunca antes vivida, con ribetes socialistas y militares. Nada parece impedir esa caída. ¿O si?