Política o Destrucción por @freddyamarcano

Política o Destrucción por @freddyamarcano

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La Política opositora parte de una expresión tan trillada que muchas veces pierde su sentido, la unidad, palabra que invocamos y es parte de un supuesto ineludible: “la diversidad”. De no reconocer a la oposición como variada y hasta contradictoria, incluso, reconociéndose a sí misma como manifestación de diferentes corrientes sociales y políticas, forzadas a coincidir para defender la libertad, no habrá unidad y, menos, unidad democráticas si no hacemos verdadera política. Parte del problema reside en tres factores que la hacen ineficaz y, además, terreno fértil para el oportunismo. Características que el gobierno ha sabido manejar durante todos estos años.

En primer lugar el gobierno, sabiéndolo que es algo más que eso: una dictadura inescrupulosa y sagaz que, al competir deslealmente con sus adversarios, los intriga y también infiltra, por lo que es una necedad esperar de ella un juego limpio. Genera condiciones para combatir a la oposición, suscitando e inflando cualquier  rivalidad, haciendo a unos más notorios que a otros, atrayéndola con trampas de diferentes calibres, tentándola para que ciertas individualidades y sectores obtengan alguna ventaja material en el país hundido en una pavorosa crisis humanitaria. Mientras numerosos países desconocen la tal constituyente, personeros importantes de la oposición que también  la desconocieron, ahora la convalidan en forma abierta, pero también tenemos los que lo hacen subrepticiamente, celebrando en la práctica una cohabitación entre esa constituyente y la Asamblea Nacional.





En segundo lugar, los mejores momentos y avances de la oposición han sido los de una sincera coincidencia, zanjando sus diferencias, en una etapa, con la Coordinadora Democrática, y, en otra, con la MUD, pero ésta, limitada a los partidos, ya no dispone de los mecanismos y de la dirigencia representativa para adelantar una política común, sacando cada uno de sus esenciales miembros ventaja cuando la ocasión se ofrece. Hay gente seria fuera de la MUD, honesta en sus planteamientos, pero también quienes, sin peso político alguno, sólo mediático, resultan demasiado tremendistas e, importándoles un bledo que se vaya o no a las elecciones municipales, ya que a la larga a nadie responderá por él triunfo o por el fracaso en las mismas. Es como una lucha tribal que divierte al gobierno, mientras éste está unido por  la vía del control, del temor y en otros casos del presupuesto.

En tercer lugar, los guerreros del teclado que suponen que el mundo político depende solamente de las posiciones viscerales, del mero voluntarismo, desgarrándose las vestiduras, haciéndole el juego a la dictadura por su fanatismo, pero que no arriman nada al mingo, no hacen ningún trabajo práctico, no arriesgan nada. Una cosa es el debate crítico, sincero y profundo, participar en las movilizaciones ciudadanas y también hacer aporte de sacrificios como organizaciones de la sociedad civil en auxilio de los caidos; muy otra, desde la comodidad de la casa, insultar, descalificar, tomar el mismo lenguaje de Maduro para cayapear al que piensa diferente. Este régimen, hay que reconocerlo, le dio un terrible golpe a la cultura política media de la población que ya reconoce, plena y mayoritariamente, que hasta su propia estabilidad y prosperidad dependen de la realización del ideario democrático.

La política es una vocación y una tarea exigente y, por algo, una profesión. Tan difícil es que, si se es demócrata, ha de oír e integrar a quienes no la tienen por oficio. Pero esto no significa improvisación, espontaneísmo, tremendismo, piratería. Es el único oficio, profesión o tarea del mundo que debe conjugar a los lerdos y a los entendidos, porque se trata del destino común: es lógico que el profesional marque pauta, haga valer su preparación personal y experiencia, pero no debe propasarse en sus competencias; no es normal que alguien que tiene otra profesión u oficio, por destacado  que fuese, en lugar de abandonarlo para dedicarse a tiempo completo a la política, haga de ésta una distracción, un hobby, terminando – a lo sumo – en un dilema injusto para la colectividad: se convierte en un moralista, predicador de una receta ética, o lo hace peor que cualquier bandido del oficialismo. Por ello debemos insistir en hacer política real, sino seguiremos viendo como morimos de mengua, a causa de la falta de alimentación de la inseguridad y pare de contar todos aquellos males que nos agobian, su objetivo siempre será la destrucción de la sociedad como la conocimos.

@freddyamarcano

Freddy Marcano.