Cuando asumimos este compromiso, lo hicimos conscientes de los riesgos que implicaba alzar nuestra voz al servicio de los más vulnerables, sabiendo que seríamos criminalizados, segregados y perseguidos; lo sabíamos, lo entendíamos y lo aceptamos. Años de esfuerzos y trabajo bien hecho podrían echarse a perder enfrentándonos a la sombra de un autoritarismo caudillista que no sabe convivir con quienes piensan distinto; y sin embargo, lo aceptamos con la más grande y firme de las determinaciones. Asumimos el reto guiados por nuestros valores, pues entendemos la política como un compromiso de servicio, abocados a la solución de los problemas de nuestra sociedad.
Seguimos de pie, a pesar del clientelismo, la persecución, las prohibiciones y las amenazas; seguimos aquí, somos una realidad y no abandonaremos nuestra justa causa. Es verdad, no hablamos de un simple gesto de soberbia política (a los que estamos tan acostumbrados), sino de un acto de sacrificio a favor de nuestra gente, la que nos vio crecer y nos estima, a la que tanto debemos y deseamos servir con sinceridad y transparencia.
Para nosotros, Voluntad Popular no es solo un partido político como tantos, muy al contrario, nos consideramos un movimiento social (y político), plural y democrático, que busca organizar a millones de venezolanos para juntos superar la pobreza en paz y en democracia. Creemos que nuestra organización se construye de abajo hacia arriba, y justo por ello anteponemos el bien común por encima de nuestros propios intereses, así somos, en eso creemos.
Lo que están haciéndonos no debe sorprender a nadie, es la consecuencia natural de enfrentarnos a quienes empeñados en mantener el poder, sin un fin más allá de la autosatisfacción de su ejercicio para gloria personal, hacen uso injusto y abusivo de todas las herramientas a su disposición para refrenar los cambios que, a estas alturas, son tan urgentes como necesarios.
Su conducta y doble moral discursiva les delata y desnuda ante los pocos que aún tienen estómago para seguirles (por miedo o necesidad) y reafirma la convicción democrática de quienes tímidamente, o por el medio de la calle, apostamos por un cambio verdadero y palpable.
No juzguemos las razones de cada quien para actuar de tal o cual forma, tampoco dejemos que nos gane el desánimo, antes bien, enfoquémonos en mantener vivos los sueños y esperanzas que durante años han alimentado esta magna lucha que finalmente se verá coronada con la más hermosa de las victorias: Nuestra Libertad.
¡Fuerza y Fe!
Víctor Jiménez Ures