Orlando Viera-Blanco: Venezuela, la alegría ya viene

 

Orlando Viera-Blanco  @ovierablanco
Orlando Viera-Blanco @ovierablanco

“Enconados en disputas internas azuzadas por un gobierno pendenciero, hemos resbalado en odios y tirrias desgastantes, que no le son afines al pueblo…”

Las dictaduras si salen con votos. No es voluntarismo histórico. Son componentes de orden cultural, sociológico, psicológico y propagandístico que enganchan a las masas y producen el cambio anhelado. Eso fue lo que pasó en Chile en el plebiscito de 1988 que decidió la salida de Pinochet después de 15 años de desaparecidos, torturas y bonanza económica. Perversa combinación que dificultaba más salir del gendarme.





El 5-O de 1988-en pleno gobierno militar chileno-se realizó un plebiscito para decidir si Pinochet seguía o no en el poder por otros ocho años. La votación estaba contemplada en la Constitución de 1980, redactada por ideólogos del gobierno militar desde el golpe de Estado del 11/09/73. El candidato designado fue el propio Pinochet. Los chilenos tenían dos opciones, que significaba que Pinochet se quedaría en el poder hasta 1997. No que implicaba convocatoria a elecciones presidenciales y parlamentarias al año siguiente, es decir, retorno a la democracia.

A principios de 1988 se formó la “Concertación de partidos por el No“, una coalición de centroizquierda con un objetivo: derrotar a Pinochet. “El adversario no era Pinochet, sino el miedo. El miedo de salir, votar y demostrar su opción”, cuenta Eugenio Tironi, sociólogo, director de contenidos de la campaña del No. Incidían los elementos culturales y psico-sociales del chileno. Al tiempo de los acontecimientos, Chile era un país sumiso, silenciado y aterrorizado. Otrora sociedad elitista que condujo a Allende (como respuesta), también trajo a Pinochet, típico militar latinoamericano formado en la Escuela de las Américas (USA) durante la guerra fría, para contener el comunismo. Su gobierno (producto de una conjura con la CIA) no esperó convertirse en un régimen autoritario de economía liberal (Milton Friedman/Chicago Boys) lo cual en poco tiempo enderezó la hiperinflación heredada de Allende (630%). ¿Con estos antecedentes y después de tres lustros de prohibición de partidos políticos, persecución y censura, quien podría plantearse sacar a Pinochet del poder con papeletas?

El dedo de Lagos

Raquel, Ud. me va a excusar, ¡hablo por 15 años de silencio!“. Así debutó el político chileno, Ricardo Lagos, el 25/04/988 en el set del programa de TV, De Cara al País, mientras increpaba apuntando a la cámara con el dedo al Pdte. de facto, Augusto Pinochet. Lagos presidia el creadoPartido Por la Democracia (PPD), conformado por ex socialistas. “Le voy a recordar Gral. Pinochet que Ud. el día del plebiscito de 1980, dijo que no sería candidato en 1989. Ahora le promete al país otros ocho años con torturas, asesinatos y violación de DDHH. Me parece inadmisible”. El pueblo chileno valoró ese gesto. Lagos sería presidente de Chile en el periodo 2000-2006. “El dedo de Lagos fue muy importante, porque la población asumió el reto de inscribirse y ofrecerse como apoderado de mesas (testigos). Lagos se levantó como un líder protector, “un líder dispuesto a correr más peligros que los que le pedía a la gente que corriera” aseveró el politólogo Tironi… Se lanza entonces una campaña por el NO que descartó el discurso revolucionario y rupturista, desarrollando una estética Ghandiana, pacifista, unificadora; aupando alegría.  No se habló de cambiar el sistema económico, de pasar por la justicia a violadores de DDHH. Era simplemente honrar una esperanza: si ganaba el No habría elecciones presidenciales como en cualquier otro lugar del mundo. Y Jaime de Aguirre compuso la canción “Chile, la alegría ya viene”, que entró en el corazón de los chilenos…Una marcha acompañada de un arco iris que ponía cada noche en TV, una ilusión en las lágrimas y las risas de un Chile fatigado de paletó, capuz y bota.

Más de 7 millones de chilenos acudieron a las urnas en el plebiscito. Custodiadas por observadores internacionales y testigos de oposición, fue una votación histórica con 97% de participación de los inscritos. A pesar de un cierre temprano, los cómputos oficiales no llegaban. A las 7:30 pm el gobierno entregó el primer reporte: el Sí obtenía un 58 %, No 42 %. La poca información oficial no correspondía a lo sucedido en las mesas…Por los pasillos de La Moneda apareció el Gral. Fernando Matthei, miembro de la Junta. Consultado, el comandante de la Fuerza Aérea pronunció una frase corta pero contundente: “Me parece que realmente ganó el No.”. Comentario decisivo. No sólo anunciaba el triunfo del No, sino que dejaba sin respaldo cualquier intento de manipular resultados…Y llegó la democracia próspera y en paz con Patricio Aylwin Azócar, ejemplo de transición y consenso en Latinoamérica.

Chile no sólo perdió el miedo. Chile se reencontró como sociedad. Votar no fue más que un peldaño de una larga escalera de circunstancias de poder. Nuestra condición contestataria, reactiva, desenfadada, ha impedido ver el “arco iris” y la alegría que podría venir a Venezuela. Enconados en disputas internas azuzadas por un gobierno pendenciero, hemos resbalado en odios y tirrias desgastantes, que no le son afines al pueblo. Es un asunto de humildad, organización, disciplina y sensatez. No es un tema de CNE. Reflexionemos. No más ruptura ¡Venezuela, la alegría ya viene…!

@ovierablanco