Gervis Medina: El juego del odio en Venezuela

Gervis Medina: El juego del odio en Venezuela

Gervis Medina @gervisdmedina
Gervis Medina @gervisdmedina

La Asamblea Nacional Constituyente (perro caliente), aprobó esta semana, una ley que castiga los delitos contra el odio hasta con 20 años de cárcel. Ahora bien, en parte estoy de acuerdo, porque hay que tener mucho odio en este país, para dejar a la población  sin alimentos, sin medicamentos, aumentos de precios autorizados por el mismo gobierno, dejar a oscuras las calles de todo el país, dejar a los ciudadanos  sin dinero en efectivo, sin festividades de navidades y año nuevo.

Hay que tener mucho odio, para no solucionar el problema económico, financiero y antropológico que vive nuestro país. Hay que tener mucho odio para amenazar con cierre a los medios de comunicación en Venezuela. Hay que tener mucho odio a los venezolanos, para permitir el contrabando de combustible y alimentos en la frontera, con anuencia del aparataje militar, policial y administrativo de seguridad y defensa de la nación. Y ni comentar los desmanes a nuestros pensionados para el cobro de sus pensiones.

La ANC, cumple 100 días de instalada y no ha solucionado ningún problema económico, se ha dedicado a lo político. Isaías Rodríguez fue sacado de la directiva de la fraudulenta asamblea nacional constituyente, donde se desempeñaba como segundo vicepresidente, la decisión de sustituir a Rodríguez se tomó luego de que Pedro Carreño arremetiera en su contra. El ex diputado sugirió sutilmente durante una entrevista en Venezolana de Televisión que el ex fiscal podía ser un traidor por denunciar respuestas en materia económica, un debate que ha crecido en los medios de comunicación chavistas.





Por lo que termino entendiendo que los problemas estructúrales de la economía no tendrán solución para el próximo 2018, donde la inflación se come los ingresos de los venezolanos, pero menos el de los integrantes de los altos cargos gerenciales de gobierno, que por cierto están muy bien dotados de alimentos, camionetas y guardaespaldas.

Por otro lado, hay que tener mucho odio, para que los integrantes de los partidos PJ, VP y AD tomen decisiones individualistas de espaldas a los electores y decidan no participar en la fiesta electoral de las corporaciones municipales, que además desmadren y llenen de epítetos a quienes si queremos participar en la justa electoral, porque el mandato del electorado opositor es ocupar espacios y no vivir perdidos en el espacio.

En su libro Crímenes de odio: Derecho Penal y política de la identidad, James B. Jacobs y Kimberly Potter critican la legislación sobre delitos de odio para exacerbar los conflictos entre los grupos. Afirman que mediante la definición de crímenes cometidos por un grupo contra otro, en lugar de ser cometidos por individuos contra su sociedad, el etiquetado de los delitos como “crímenes de odio” hace que los grupos que se sienten perseguidos por los otros, y que esta impresión de la persecución puede incitar a una reacción violenta y por lo tanto llevar a un aumento real de la delincuencia.

Las leyes de crímenes de odio adaptan la ley del descrédito y aún más abre la brecha de la sociedad, debido a que grupos aplicarán dichas leyes para silenciar a sus críticos. Algunos autores, han argumentado que si es cierto que todos los crímenes violentos son el resultado del desprecio del autor para con la víctima y, a continuación, todos los crímenes son crímenes de odio.

Por lo tanto, si no existe un fundamento alternativo para procesar a algunas personas más severamente por el mismo delito sobre la base de quién es la víctima, entonces los diferentes acusados son tratados desigualmente en virtud de la ley, lo cual viola la Constitución, el derecho a la igualdad y el principio de proporcionalidad e igualdad ante la ley.

La paz a partir del discurso debe construirse, no se debe decretar. Una ley no puede sustituir el juicio de la sociedad fomentando la censura. La Ley constitucional contra el odio es un grave síntoma dado el contexto de represalia contra sectores disidentes.

Parece ser,  que ahora al venezolano lo odia todo el mundo, lo odia el gobierno que su propósito es empobrecerlo y esclavizarlo y ahora está siendo odiado por los países donde la migración del pueblo venezolano abunda, lo odia la dirigencia rancia y vencida de la oposición.

Sin embargo la realidad es otra, existe una polarización y un odio que nos está distanciando no solo como venezolanos, sino como seres humanos; y si alguien dice, escribe o hace algo que huela que es a favor del Gobierno, o destaca algún hecho positivo del mismo, es más que suficiente para que los de la oposición lo tilden de vendido, corrupto, pasando a la categoría de marginal; pero esos mismos aplauden a rabiar, elevándolo a la categoría de héroe, apenas sienten que están diciendo algo en contra del Gobierno. Lo mismo aplica para la otra parte, solo que se cambia lo de “marginal” por “escuálido”, y “gobierno” por “oposición”.

El criterio, en ambos lados, es muy pobre y superficial, y se pasa de inmediato al insulto y la descalificación, o al aplauso y al reconocimiento. Podemos pasar mucho tiempo discutiendo de la situación del país, y muchísimo más analizándola y explicándola; pero lo que no podemos es estar en el presente añorando o degradando el pasado, y destruyendo el futuro. ¡No podemos cambiar lo que fuimos, ni lo que somos; pero sí podemos tratar de ser lo que quisiéramos ser!

Para cambiar afuera, primero hay que cambiar por dentro. Para cambiar el país, primero tenemos que cambiar nosotros: los que formamos parte de él. La vida es hacia adelante, y el pasado es como el espejo retrovisor de un vehículo; solo sirve para ver lo que ya pasó.

Exhorto una vez más a escribir las palabras: rencor, enfrentamiento, resentimiento y venganza en hielo, y esperar a que salga el sol de nuevo para que se derritan y se conviertan en agua pasada; y vamos a escribir: reconciliación, trabajo, intelecto, principios y valores en piedra y esperar a que salga el sol para que sea el punto de apoyo necesario para levantar el futuro. Asi pues, dejemos de tener odio y busquemos la paz.

Gervis Medina

Abogado-Criminólogo