Quemados o violadas, la pesadilla de los rohinyás (Fotos)

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Quemados y torturados; violadas y vendidas como esclavas sexuales, la pesadilla de los refugiados rohinyás no termina con la huida de Birmania a Bangladesh. Primero sufren las calamidades del Ejército birmano, y después caen en las zarzas de los traficantes, que compran y venden niños y mujeres por precios de 6 a 80 euros.

Cuando cruzó la frontera bangladesí, Umme Kulthum, una joven refugiada de 21 años, albergaba la esperanza de un nuevo comienzo pese a haber perdido a su marido por la extrema violencia en el estado de Rakáin, al oeste de Birmania, y haberse separado de sus dos hijos y de sus padres en la confusión del éxodo.





Anhelaba un nuevo comienzo pero fue vendida como prostituta a un burdel de Chittagong
Un hombre se ofreció a casarse con ella y llevarla hasta Chittagong, la segunda mayor ciudad de Bangladesh y meca de los refugiados, pero una vez allí fue vendida como prostituta a un burdel.

Como ella, unos 620.000 musulmanes rohinyá de Birmania han llegado al país vecino desde finales de agosto para escapar de las operaciones militares consideradas “limpieza étnica” por la ONU. A pesar del relato de los supervivientes, la líder de facto del país budista y también Nobel de la Paz, Aung Suu Kyi, niega las atrocidades por las que han pasado.

Alrededor de un millón de musulmanes de esta minoría vivían en Rakáin, pero su número disminuye a medida que huyen de los militares, que han llevado a cabo quemas de pueblos enteros, asesinatos en masa y violaciones de mujeres. El Ejército birmano, que no está sometido al poder del Gobierno y controla un cuarto de los escaños del Parlamento y varios ministerios, justifica la represión por los ataques contra la policía de un grupo de militantes armados precariamente: el Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA), considerados terroristas por Birmania.

La crisis humanitaria se agrava ante los miles de rohinyás que viven recluidos en los gigantescos campos cerca de Cox’s Bazar en condiciones muy precarias. Apátridas: Ni Bangladesh ni Birmania quieren darles una nacionalidad.

 

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