¿Resolver los problemas del país o ganar tiempo y espacio?, por @CarmonaBorjas

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Una delegación de la oposición que representa a la MUD va a Santo Domingo para sentarse con el régimen y dialogar sobre algunos temas con el fin de lograr acuerdos para solventar la crisis que afecta a los venezolanos. Estamos ante una catástrofe y nadie se puede oponer a secas a un diálogo franco con el régimen; pero sí debemos hacer algunas precisiones para que ese intento pueda llevarnos a alguna parte y superar la crisis. Nada fácil, por las circunstancias y porque la otra parte es deshonesta, mal intencionada y tramposa.

Sobre esto hemos escrito antes y muchos otros lo han hecho también. Sí, es cierto, queremos un diálogo, pero no cualquier diálogo, no uno que permita al bandidaje seguir en el poder y continuar la destrucción del país, ese que una vez fuera de todos y en el que el hambre y la miseria no nos acorralaban como hoy. Hay cosas que se pueden negociar, otras no. La libertad y la dignidad, nunca. Eso no puede ser objeto de un intercambio, de acuerdos, de planes de unos y otros. Es absolutamente inaceptable por ejemplo que se piense en negociar sobre la ANC, esa cosa monstruosa que no existe y que pretende y pretenderá compartir la función legislativa con la Asamblea Nacional, elegida con el voto de los venezolanos. Es un fraude inadmisible. Eso tampoco puede negociarse.





Se habla entre los puntos de negociación, una fecha para elecciones en el 2018. Eso tampoco es negociable. Eso es parte de nuestro proceso político y con base constitucional. Nadie puede postergar, adelantar, ni sustituir, tampoco negociar la elección presidencial para el 2018. Lo único que se puede negociar son las condiciones electorales. Los venezolanos queremos y esas son las reglas de la democracia, elecciones claras, justas, transparentes, honestas. Elecciones que reflejen la verdadera voluntad popular y no la que imponen las rectoras tarifadas que escogen gobernadores, alcaldes y que pretenden también escoger al presidente de la Republica. Lo único aceptable en este caso es la composición del ente electoral, por supuesto, nuevos miembros, representativos de la sociedad nacional, independientes y libres. Un proceso claro con observación internacional confiable, no esos grupitos de asociaciones que dicen ser independientes y que solo avalan el proceso y sus resultados. No. Queremos gente seria que pueda ver el CNE por dentro, ver los procesos, a la que no se le esconda nada.

Niegan reiteradamente la crisis humanitaria cuando todos sabemos que es una catástrofe, más que una crisis, lo que corresponde a una política canalla del régimen para empobrecer, arruinar y dominar. Por eso han impuesto la miseria, acabado con los hospitales y con la producción nacional. Aceptar el ingreso de medicinas y de alimentos es una simple obligación del régimen y no una concesión, un regalo.

Muchos han ofrecido ayuda desde afuera, el presidente Santos hace unos días. El envío de medicinas es urgente o la gente seguirá muriéndose. No es la desnutrición solamente la que nos mata, es la infamia instalada en el servicio sanitario del país. Ni hospitales, ni medicinas, tampoco médicos pues muchos lamentablemente se han tenido que ir del país, mientras el régimen inventa los nuevos galenos, más cerca de la enfermería que de la profesión en el sentido grande del término.

Poco se habla de lo más importante: la liberación de los presos políticos, la libertad plena de los perseguidos, el regreso de los exilados, el fin de las inhabilitaciones. El régimen pretende cambiar a los que sufren la persecución, dentro o fuera de las cárceles, por el apoyo que se según ellos, se tiene que dar para que se levanten las sanciones internacionales que sabemos no son sanciones de nada, son simplemente medidas unilaterales de gobiernos e instituciones para exigirle a Maduro y su tropa de corruptos que respeten los derechos humanos y que dejen de violarlos sistemática y generalizadamente. Simplemente que dejen de participar en delitos transnacionales como la corrupción, la que ahora quieren erradicar, pero a su manera; el narcotráfico, el lavado y más.

Ojalá se pueda establecer un diálogo sincero, constructivo, que nos permita salir de la crisis y, en primer lugar, el camino hacia una transición para que se restablezca el orden y Venezuela recupere su libertad y los venezolanos su dignidad. Nadie, insisto, puede negar esa posibilidad, pero es difícil que ese bandidaje acepte lo que tiene que aceptar y deje proponer y exigir lo que no debe, pues hay cosas, como dije, que se negocian y otras que no.

No se puede permitir que mediante esta treta el régimen busque DE NUEVO ganar tiempo y espacio e imponerse. La oposición, o más bien, la que está en la MUD, no puede jugar con el sentimiento de los millones de venezolanos que exigen un cambio de gobierno y de sistema y la reconstrucción nacional en forma pacífica.

Robert Carmona-Borjas