El Fiscal pierde la compostura, por @ArmandoMartini

El Fiscal pierde la compostura, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini
Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

 

Al Fiscal General designado por la irrita e ilegal asamblea castrista constituyente, sin duda le ha caído encima un peso mucho mayor que todos los implementos halterofílicos con los cuales se llenó de musculatura practicando tan exigente y agotador deporte olímpico. Un joven poeta ripioso que defendía derechos humanos in illo tempore -lo de “ripioso” no es con desprecio, sólo que nunca entusiasmaron sus poemas, aunque respetamos sus esfuerzos a favor de aquellas condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización. Libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición; que fueron dándolo a conocer en tiempos pre-revolucionarios.

Debe haber sido difícil para un versificador y defensor del pueblo, corpulento, tatuado y empeñoso, aceptar el cargo del monopolio acusador del Estado, donde además de investigar y llevar a juicio a venezolanos de todo tipo, tiene que meterse en casos francamente incómodos para la solidaridad revolucionaria -jamás ha negado sus afectos, amores y pasiones chavistas, por el contrario, los ha evidenciado con fuerza y convicción por si había dudas-, como el escandaloso caso de Petróleos de Venezuela, donde el Gobierno está metiendo las manos hasta las más insondables y apestosas profundidades de una corrupción descarada, grosera y asquerosa de la cual todos hablaban pero nada se hacía.





Y ahora le está tocando actuar al fornido poeta de la revolución -así lo calificó el propio Chávez, quien mucho sabía de hablar, manipular y embaucar, pero poco de poesía más allá de las propiamente llaneras, como aquella de Florentino y el diablo- en el muy desagradable e injusto caso de los niños retenidos en Maiquetía, a quienes sus padres esperaban con alegría en Perú. En vez de resolver el asunto, lo complicó, hiere sentimientos de todos los venezolanos hijos y padres que se han enterado de este engorroso asunto, se habla de presuntos documentos simulados, arresta a los adultos responsables de cuidar a los 130 niños en el viaje de encuentro familiar hasta Lima, y, además, se saca una sorprendente y desagradable guapetonería.

El diablo podría estarle saliendo a Tarek William Saab, la corrupción, excesos y malversaciones del oficialismo que no practica la pureza revolucionaria, parecen ser demasiados y desagradables para el juramento del Samán de Güere. Lo de Pdvsa es un monumental ejemplo, y además le cae este caso con empaque sentimental difícil de manejar como el de los chiquillos retenidos en el aeropuerto. Se imputa personas con delitos de trata de personas, forjamiento de documentos, asociación para delinquir, cuando en realidad -a diferencia de la creencia- aparentemente poseían la documentación en regla cumpliendo con leyes y reglamentos. Sin duda una aberración contraria a los preceptos constitucionales que deja mucho que desear de quien otrora fuera defensor de los derechos humanos. No es cosa simple, estamos hablando de familias exiliadas que querían recibir a sus hijos, -algunos en condición de especiales- y es un tema -no por lo peruano sino por la explosiva mezcla emocional de familias emigrantes y separadas en contra o no de su voluntad- muy delicado, riesgoso de manejar, más sencillo hubiera sido dejarlos viajar, para que pasaran sus navidades y fiestas decembrinas en un entorno sencillo, conocido, con papá y mamá, más sano, seguro, sin hambre y con medicinas que aliviaran dolencias.

Alguien escribió un duro mensaje por twitter en el cual se expresaba en términos de mediocres poemas y un ¿cuándo? el pueblo aplique la justicia popular. Cosas del internet, pero si el Fiscal lo considero irrespetuoso o amenazante, al responderlo como lo hizo, se salió de sus casillas, cayó en la trampa -voluntaria o involuntaria- y expresó un reto “partirle la cara en un duelo a coñazos” en una acera en la calle, que no es lenguaje de poeta ni de Fiscal General.

Entendemos, que esté estresado, sujeto a demasiada presión, pero seamos honestos, no se debe responder así a mensajes de las redes sociales, donde tantas cosas importantes se mezclan con necedades. Un funcionario de su nivel no puede en ningún caso difundir ese tipo de retos indignados tanto como indignantes. Político y funcionario nacional constituyente, debería tener cuero duro, espíritu tranquilo y controlado. Un Fiscal General no debe responder como el guapo de barrio que no es, sino como la autoridad judicial del más alto nivel que debe ser.

Además, debería tener en cuenta que en una pelea callejera vale más la habilidad que la musculatura.

@ArmandoMartini