Hace unos cuantos años Teodoro Petkoff público un libro donde estudiaba a “Las dos Izquierdas”, por un lado definía una izquierda “borbónica”, dogmática, que ni estudia, ni aprende. Esa que cae fácilmente en las tentaciones autoritarias, en el voluntarismo, en el culto a la violencia revolucionaria y, peor aún, una vez en el gobierno, en el establecimiento de una sociedad de castas dividida entre los profetas de la sociedad futura que merecen todas las prerrogativas y el rebaño de fieles a las que se le exigen sacrificios cada vez más duros en “nombre de la revolución”.
Luego hablaba de la otra izquierda, ignorada por los reflectores de los principales medios de comunicación, minimizada por los seudo académicos que ven la dicotomía “Izquierda – Derecha” como el químico que observa en un envase el agua y el aceite, allí, existen organizaciones políticas, sindicatos, gremios, grupos estudiantiles que suscriben el ideario de una sociedad diversa, libre, igualitaria y fraterna. Esa izquierda, la izquierda democrática, es AD.
AD es la auténtica izquierda. Mientras la falsa izquierda se auto designa como “obrera” y destruye tanto a las empresas como a los sindicatos, nuestra izquierda, la adeca, está convencida de la efectividad del dialogo tripartito (Empresas – Gobierno – Sindicatos) para construir una economía competitiva, rentable y justa. El asunto no es creerse obrero, es reconocer en los trabajadores su derecho legítimo a organizarse, a elegir a sus representantes y tener voz propia de conformidad con sus intereses sean trabajadores públicos o privados.
La falsa izquierda, tan totalitaria como miedosa a las ideas ajenas, cae fácilmente en la tentación militarista. Es por ello que hoy vemos el espectáculo de circo barato donde miembros de la Fuerza Armada Nacional balbucean ser “Antimperialistas”, “Socialistas” y “Chavistas” para lograr un ascenso, un mejor puesto, o un hueso que roer tras su infame demostración de fidelidad perruna, antes que a la nación, a vagabundos cleptocratas. La auténtica izquierda solo puede ver a los militares en sus cuarteles, cumpliendo su deber de proteger la integridad territorial y la seguridad de todos los venezolanos.
Somos la izquierda, a pesar de los acomodaticios representantes de la derecha tropical que insisten en llamarnos “colaboracionistas” por nuestra profunda convicción de democratizar a Venezuela a punta de votos. Ellos, mostrándose como “puros de corazón” tras financiar y respaldar la génesis del chavismo, intentan enlodar a AD endilgándole pecados ajenos. Según su lógica, muy incoherente, “dictadura no sale con votos”, por tanto, la democracia llegaría sin votar, sin partidos y sin candidatos. Un régimen sin partidos y sin elecciones solo puede ser un régimen conservador que aspira a la eternización de las élites. Y ya de élites estúpidas (Militares, Empresariales, Académicas, Religiosas o de rimbombantes apellidos) tenemos suficiente.
Los venezolanos aspiran a restituir sus derechos abolidos y a alcanzar un nuevo pacto social. Hoy debemos proponer sin miedo la eliminación de la reelección indefinida, la incompatibilidad de la carrera militar con el ejercicio de cargos en la administración pública, la privatización de empresas públicas ineficientes y quebradas por el galáctico y su hijo putativo, la reconstrucción del sistema público de salud, el rescate urgente de la educación, la real descentralización para que nadie nunca más diga “Ni que Jesucristo fuese alcalde lo haría bien, porque no podría resolver ningún problema” y, particularmente, de la restitución de la real y auténtica libertad de prensa y opinión. Somos la izquierda, somos AD, y que vengan las críticas, principalmente de quienes, a sabiendas o no, forman parte de la alianza entre la “Izquierda Borbónica” y la “Derecha Tropical” que pretende degollar a las clases explotadas venezolanas en su guillotina ideológica dándose la mano detrás de las bambalinas. #LaCulebraSeMataPorLaCabeza #VamosPorLaPresidencia
Julio Castellanos / [email protected] / @rockypolitica