Juan Claudio Lechín: Los errores venezolanos de la oposición boliviana

Juan Claudio Lechín: Los errores venezolanos de la oposición boliviana

Juan Claudio Lechín
Juan Claudio Lechín

Cada país de América Latina se mira el ombligo. Aunque hijos de la misma colonia española, de procesos republicanos parecidos y de dictaduras y procesos democráticos similares, insistimos en ser diferentes. Solo validamos al ojo de Francia o Estados Unidos que nos estudia por el microscopio. Nuestro vecino continental nos es ajeno. Este desapego impide aprovechar el espejo de nuestro hermano/vecino para conocernos.

Otra lógica común es nuestro prejuicio maniqueo: los indios son buenos, los españoles malos, el imperialismo opresor, los ricos explotadores, el arrepentido que nos condujo al precipicio merece nuestra protección, la emoción vence a la planificación, el deseo a la organización, la pasión a la paciencia, etcétera. Y cualquiera sea la ideología, la idea (o el ideal) es más noble que la realidad: la política debería ser incorruptible, seguimos al redentor carismático, nuestro conmilitón no tiene defectos (es santo), el enemigo no tiene virtudes (es hereje). En síntesis, nuestras lógicas más poderosas son religiosas sólo que ajustadas a mundo terrenal, a lo secular.

Fue este pensamiento religioso-secular, esta lógica —y no una preferencia electoral—lo que eligió a Morales y a Chávez. Y fue éste el que permitió sus cabriolas propagandísticas mientras (dirigidos por Cuba) avanzaban en la toma del poder absoluto. Lo que habilitó estos procesos populistas fue nuestra forma de pensar aunque lleve el disfraz de preferencia electoral. En el Perú, la misma lógica ideal con el nombre de la anticorrupción está festejando la destrucción del sistema de partidos, y cuando esto suceda llegará el redentor antisistémico.





Hoy creemos que cambiando las preferencias electorales derrotaremos a las dictaduras, sin cambiar pensamiento y acciones.

Cuando los venezolanos finalmente despertaron del largo sueño embrutecedor chavista quisieron cambiar el gobierno con el voto y otras acciones ineficaces. Pero al no hacer una reingeniería del pensamiento político, el movimiento democrático fue sistemáticamente derrotado debido a innumerables errores nucleares como llamarle “dictadura” al fascismo/comunismo, como querer cambiar un régimen respetando su constitución, como dejar la organización a la espontaneidad y al entusiasmo, ser moral con un régimen inmoral, ser legal con un régimen ilegal. López, su líder más combativo se entregó en lugar de pasar a la clandestinidad. Creen que es un asunto venezolano y no una ofensiva geopolítica global. No crean consignas que hagan titulares, no hacen agitación y propaganda internacional, no tienen embajadas. El chavismo sí. Gastan sus energías en el títere local y no en Cuba, el operador, ni denuncian esta ofensiva chino-rusa. Y la famosa “unidad” desperdició cada oportunidad. Por millones y durante meses, el pueblo acudió heroicamente a hacerse golpear y matar a las calles y su dirigencia no logró resultados con semejante insumo. Sus objetivos fueron simbólicos, o sea ineficaces como el Tribunal Supremo de Justicia. Se delega la solución en una ayuda internacional que no llegará.

Por su lado, Bolivia no creyó no ser Venezuela y empieza a serlo. Todavía no cree parecerse y, por tanto, no aprende de esa invalorable experiencia afín; cree que al cambiar la preferencia electoral todo cambiará, sin sumergirse en una reingeniería crítica del pensamiento político, la ideología, la organización y el discurso. No comprende al enemigo que enfrenta. Por tanto, se prepara a cometer los mismos errores creyendo que no será derrotada.