Dejen tranquilo a Lorenzo, por Manuel Malaver

Dejen tranquilo a Lorenzo, por Manuel Malaver

Manuel Malaver @MMalaverM
Manuel Malaver @MMalaverM

Desde aproximadamente mediados del año pasado empezó a deslizarse en las redes sociales venezolanas (los medios audiovisuales y casi los impresos independientes desaparecieron del país por efecto de la censura y la autocensura) una campaña de persuasión a Lorenzo Mendoza para que, renuncie a la presidencia de Empresas Polar, y aspire a ser candidato en las elecciones presidenciales que, presuntamente, se celebrarán en abril.

Y sin conocer la reacción de Lorenzo porque no la ha manifestado públicamente, ni conversado con él, apuesto que debe ser de sorpresa, pues no tiene tan mal impresión del desempeño de la oposición y los políticos democráticos venezolanos, como para pensar que, no son ellos, sino un empresario, quien, venga a sacarle las castañas del fuego a un país que sufre la peor crisis de su historia.

Pero…!qué empresario!…Uno que ha resistido con éxito los embates durante más de 18 años de la peor dictadura y del peor gobierno por desaparecerlo a él y a Empresas Polar del mapa, por reducir a cenizas la industria privada que es símbolo de libertad y democracia y, después de la cual, solo reinaría el estado benefactor totalitario y socialista promotor de la pobreza, la miseria, la desigualdad, la esclavitud y las tinieblas.





Sin caer en hipérbole diría que, al lado de los partidos políticos y de la sociedad civil democráticos que han mantenido siempre desplegadas las banderas de la lucha contra la dictadura, Empresas Polar es nuestra otra épica, la otra hazaña por la cual los venezolanos podemos decir con orgullo que Venezuela no se perderá y volverá a ser otra vez libre y democrática.

Trabajos, esfuerzos y combates que, en la mayoría de sus planes y diseños, llevan la firma del presidente de Polar, Lorenzo Mendoza, y que, con toda razón inclinan a muchos venezolanos a pensar que sea él, quien dirija los mandos de la oposición en un momento en que, al dramatismo de las ruinas que el socialismo muestra cada día como producto de su obra siniestra y aterradora, claman porque una suerte de héroe político de altísima calidad sea el que le corte la cabeza a la hidra y emprenda la reconstrucción de la República.

Ahora bien, se trata de dos batallas distintas pues, una cosa es liderar un conjunto de fuerzas partidistas e independientes para derrotar en las urnas o/y en las calles a un régimen dictatorial y otra colocarse al frente de un país para llevar a cabo la obra de la reconstrucción.

Para ninguna de las cuales juzgo sea Lorenzo Mendoza “el llamado”, ya que, en las dos coyunturas, se trata de desafíos políticos, enormemente políticos que, deben ser asumidos por políticos que, independientemente de que nos simpaticen o no, son los que deben emprenderlos.

Que estimemos que el actual liderazgo político, el representado en la MUD, lo hace mal y lo seguiría haciendo peor, bueno, pues cambiemos de líderes y partidos y apostemos a que, quienes los adversan, puedan hacerlo mejor.

Característica de la crisis política nacional de los últimos 18 años es que, los partidos políticos democráticos no han desaparecido, y la sociedad civil con todos los acosos y asfixias sufridos, aún bulle en calles, plazas, pueblos y ciudades.

Garantía de que la libertad y la democracia siguen vivas y en espera de que se articulen las políticas para su rescate.

Cuando hablo de partidos y líderes, me refiero a los que pueden cometer errores, pero sin olvidarse de rectificar y retomar el rumbo que el regreso de la libertad y la democracia, precisen.

Y estoy apuntando a un líder como Leopoldo López, y su partido “Voluntad Popular”, con los cuales pudimos tener algún disenso cuando se apartó de la línea antidiálogo que asumieron en octubre del 2016, para regresar a nuevas negociaciones con Maduro en noviembre del 2017, pero, evidentemente, sin esperar milagros y dejarla otra vez, después que resultó claro, a raíz de la inhabilitación de la MUD y de “Voluntad Popular” hace dos semanas, que la dictadura se ha dejado de remilgos y pretende mantenerse en el poder por la violencia… si se hace necesaria.

Ahora “Voluntad Popular” y sus dirigentes, cuadros y militantes están en vela y en espera de que acontecimientos que se desencadenan a la velocidad de la luz, indiquen la estrategia a seguir.

De Leopoldo López recibí a finales del año pasado un libro interesantísimo e importantísimo, escrito de su puño y letra, en unión del experto, Gustavo Baquero, “Venezuela Energética” que, pienso, es la actualización, en materia petrolera, de los cambios que se han planteado a nivel nacional e internacional en una industria tan decisiva para el presente y futuro de los venezolanos y, al cual debo una referencia más amplia en cuanto el tiempo y la política me lo permitan, pero que, quiero significar, nos muestra el perfil de un político que no descansa en su sueño porque Venezuela vuelva a ser libre y democrática.

Sobre Julio Borges, también quiero escribir unas líneas, tan sometido a sospechas por su compromiso con un diálogo que debía conocer fracasaría, pero frente al cual, no hizo concesiones a la tiranía y, se prepara a asumir los correctivos que la nueva situación plantea.

Pero, si de lo que se trata es de encontrarse con políticos cuyas posiciones no saben de retrocesos, ni de dudas, bueno ahí están María Corina Machado y Antonio Ledezma, la primera en Venezuela y el segundo en el exilio, pero los dos convocando con pasión y sin pausa a la unión de los venezolanos en las luchas que se aproximan, que no juzgan fáciles ni cortas, pero en las que no cejarán hasta que Maduro y su pandila caigan hecho pedazos.

En otras palabras que, logros, aciertos y alcances como para que los venezolanos que, en número creciente, y con justa razón, piensan que la gran tarea política que nos espera debe ser liderada por Lorenzo Mendoza, entiendan que, es mejor dejarlo en la presidencia de Polar, de la empresa que, no solo como símbolo, sino como realidad, ha hecho la diferencia entre la libertad y la dictadura, la democracia y el socialismo, la empresa privada y el estado, y es la garantía de que ahora, como antes, la harina pan, el arroz, la pasta, el aceite, la mantequilla, el yogurt, la avena, los helados y la cerveza no abandonarán la mesa de los venezolanos.

Hazaña que siempre despertó el respeto, la estima y el agradecimiento de los hombres y mujeres que nacen, crecen, aman y multiplican en este país (desde hace 76 años, leí hoy por ahí), pero que ahora, cuando después de resistir al lado de Venezuela los intentos de fuerzas ideologizantes y burocratizantes por pulverizarla, se nos hace más inexcusable mantener como símbolo y realidad.

Y para ello es imprescindible Lorenzo Mendoza, un empresario de un tino, un entrenamiento, una vocación y una perseverancia fuera de lo común, de los que animan y hacen deportes, promotor cultural y tecnológico, y por años nuestro embajador en Davos y en cuanto evento pro democracia y libertad se convoca en el mundo.

Dispuesto, si de verdad las circunstancias lo requieren, a fajarse por Venezuela en lo que fuera, y sin descartar la política, ni una candidatura presidencial, pero no ahora cuando los políticos profesionales son quienes deben aceptar los retos que los incuben, y al lado del pueblo, que les espera.

Andan por ahí, aparte de los políticos partidistas que ya mencioné, otros políticos, los independientes, que también han acrisolado, modulado y tallado su formación en estos años y son aptos para ejercer la primera magistratura en tiempos de tormentas y desencuentros y dejo algunos nombres: Andrés Velásquez, Cecilia García Arocha, Enrique Aristeguieta Gramcko, Germán Carrera Damas, Gustavo Coronel, Américo Martín, Diego Arria, Daniel Ceballos, Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz, Blanca Rosa Mármol de León, Claudio Fermín, Cecilia Sosa, Ángel Lombardi, Teódulo López Meléndez y Delsa Solórzano.

Por mencionarlos no más, para reafirmarme en la idea de que, lo que sobran son líderes, pero sin que hasta ahora se haya logrado la tonacidad con organizaciones sin las cuales son imposibles la política, sus guerras y sus victorias.