Andrés Boscán: A buena vaina nos echó Santos

Andrés Boscán: A buena vaina nos echó Santos

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Bien lo ha dicho Zacarías Zafra, escritor y conferencista venezolano radicado en México, “los países no están en deuda con nosotros”; los caminos se cierran para la diáspora venezolana. Colombia se dejó de pendejadas y al fin habló con autoridad sobre su frontera con Venezuela, para algunos bajo el susurro del secretario de gobierno norteamericano, Rex Tillerson, para otros sinónimo de un frente ante el panorama electoral de las dos naciones.

Es claro que el escenario político para Nicolás Maduro se le pone chiquito fuera de casa, de allí su afán por recuperar la legitimidad a través de elección popular. Más allá de las dudosas negociaciones entre la oposición y el Gobierno venezolano, pareciera que Colombia tiene la última palabra en este asunto.





La derogación de la Tarjeta de Movilización Fronteriza ha sido el golpe más duro que ha dado Santos al desborde de la crisis en Venezuela. Lo ha hecho de forma estratégica, comedida y filtrando a “los ciudadanos de bien” y es que no es un secreto que la revolución venezolana financia grupos colectivos para que vengan a hacer de las suyas en territorio neogranadino.

Las deportaciones efectuadas en Cúcuta y Maicao muestra perfiles con antecedentes penales y para no ser tan duros: esa tarjeta nunca funcionó tampoco. Si en las buenas de Chávez muchos venezolanos no diligenciaron un pasaporte menos lo iban a hacer con un documento colombiano, en especial porque en la pequeña Venecia sólo queda escombros de sociedad y el parasitismo del Socialismo del Siglo XXI.

En ese caso, no sólo Colombia usa la ficha del Permiso Especial de Permanencia para brindar garantías al migrante, en Perú una segregación similar ha excluido a los indocumentados. La orden viene de los organismos internacionales (ONU, OEA, Acnur) quién ha sugerido a la región poner estos controles con el afán de medir los efectos del Chavismo y su hijo Nicolás.

Efectivamente la dictadura venezolana tiene razón al decir que hay una conspiración en su contra; está cercada por todos sus lados. El ministro de defensa brasileño, Raul Jungmann, anunció controles para el paso de Santa Elena de Uairén, Guyana con su antejuicio en la Corte Internacional de Justicia y Estados Unidos detrás de la gallina de los huevos de oro: el petróleo.

Siria, Ucrania, El Salvador se han quedado en pañales en esto de las crisis migratorias, el éxodo venezolano es una secuela de guerra, no se sabe quién es el bueno y quién es el malo, y nosotros, los venezolanos, debemos entender que “la solidaridad histórica es una fantasía. Las migraciones son transferencias no facturas que se cobran”.

Y con el permiso de Zafra, sí, en Venezuela: “recibimos gente porque podíamos, porque nuestros controles siempre fueron laxos, porque éramos la mejor opción alrededor” y en mala hora el estomago empezó a imponer su lógica.

Andrés Boscán

Periodista e investigador

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@Boscan_aj