Thays Peñalver: El fin de la fracción “Odebrecht”

Thays Peñalver: El fin de la fracción “Odebrecht”

Thays Peñalver @thayspenalver
Thays Peñalver @thayspenalver

Pese a todo lo que vemos y aunque parezca contradictorio, podría ser un momento fantástico para la oposición si entendiera el signo de los tiempos y dejara por primera vez de verse al ombligo y comenzar a pensar seriamente en el porvenir. Deben concebir el momento histórico que viven, así como lo entendieron en su momento aquella Acción Democrática o el URD del los años cincuenta o hasta los copeyanos cuando le enviaron la famosa carta al dictador Pérez Jiménez, planteándole unas condiciones leoninas a su participación en la Constituyente. Por eso el brindis de Jóvito, Rómulo y Caldera cuando le llegó el turno a la democracia fue en Nueva York, porque hasta los más moderados entendieron que no podían seguir siendo la cómoda oposición de un régimen que se derrumbaba aparatosamente.

Pero tampoco es el momento de derrotismos, sino de olisquear el fin de un ciclo político. Hasta el chavismo esta siendo descuartizado y perseguido por un grupo aún más pequeño, de ellos mismos, que no representan a nadie. Porque lo que vivimos no es el comienzo de una dictadura, sino precisamente el final. Por lo que, entre otras cosas, también llegó el momento de recuperar la honorabilidad de la política y la inmensa mayoría opositora debe unirse y diferenciarse de aquellos que han sido creados para sostener el pasado. Y para ello, lo primero que hay que hacer, si se pretende gobernar a futuro es descubrir si en realidad, como parece, existe una “Facción Odebrecht”.

Desde que el gobierno ha sido acorralado mundialmente, no ha parado de cometer errores y algunos de estos han permitido que finalmente salga a la luz una realidad que la mayoría de la base opositora sospecha. ¿Existe una “Facción Odebrecht” en la oposición, financiada de acuerdo al testimonio jurado ante la justicia de dos países, por el magnate brasileño, “una red” para no permitir que Maduro salga del poder? (RT). ¿Existe un acuerdo entre esta “Facción Odebrecht” y el régimen, como explica el ex superministro y ex Embajador Ramírez, quien dijo que ésta se consolidó porque el régimen fue “muy habilidoso, no se puede negar, en los pactos, acuerdos, manejo de la oposición” y que hasta llegó a un convenio de “convivencia de intereses”, un gran acuerdo “de repartición” con el gobierno, que incluye hasta “campos petroleros a personas vinculadas a la oposición venezolana” para que acudan a las elecciones “independientemente de los acuerdos que se suscriban en República Dominicana”. (Ramírez Dixit).





Entonces, ¿Es cierto lo que sospecha buena parte del electorado opositor y la comunidad internacional?

El problema no es tan simple como decirnos “esto es una estrategia del gobierno para dividirnos”, porque lo que más ha dividido a la oposición es la falta de explicación frente a la palpable realidad. Tampoco se puede obviar que las declaraciones de Marcelo Odebrecht parten de lo dicho a fiscales de Perú y Brasil. O el Ministro Ramírez lo explicó estando perseguido penalmente. Pero lo más increíble, no es esto, sino el absoluto silencio de la oposición democrática. Si esto hubiera salido a la luz en los tiempos del “Congreso de la Republica” el escandalo habría sido superlativo. Porque un demócrata a carta cabal no puede permitir jamás que su nombre quede en duda frente a la “calumnia” generalizada y la respectiva sospecha de sus electores. Las principales fracciones habrían marcado diferencias ante la generalización, y todos habrían pedido investigaciones- incluso las involucradas- porque lo importante es precisamente diferenciarse políticamente. No hay nada peor en la política que el elector piense “todos son la misma cosa”. Por eso, lo que consolidó la imagen de la “Facción Odebrecht” en la mente de muchos opositores y la comunidad internacional, no fue que actuaban como la esposa del Cesar, es decir que parecía que tenían un acuerdo, sino el silencio de la oposición democrática y mayoritaria. Porque hoy luce obvio, que ese comportamiento de unos pocos, no es “errático”.

¿Por qué parece que la “Facción Odebrecht” actúa siempre como jauría y no han tenido jamás reparo alguno en dividir mediáticamente a la oposición?. Si hay un acuerdo para presionar en las calles, ¿Por qué son los primeros en hablar de elecciones, atacando y hasta vanagloriándose de la derrota de sus correligionarios?. ¿Por qué son los únicos que siendo los últimos en intención de votos, siempre sacan algo de cada elección? ¿Por qué pareciera que les eliminan a todos los adversarios para que solo queden ellos en pie políticamente?. Y sobre todo, porque nunca se quejan del drama nacional que nos consume a todos y actúan como porristas quinceañeras frente a lo evidente sin importar cuan colosal y descarado es el fraude, siempre inexorablemente gritan “eso no importa eso se repara, sigan adelante que no ha pasado nada”.

¿Cómo descubrirlos? No es del todo difícil. Y esto es muy importante de entender, la Facción Odebrecht sería una quinta columna, no necesariamente conformada por “partidos”, sino por cuadros en cada partido junto a influenciadores, lo que la hace más peligrosa.

Parece que existen, porque frente a la desgracia más grande jamás vista en Latinoamérica, niños muriendo de inanición y sin vacunas, miles de enfermos muriendo depauperadamente sin medicinas, cientos de miles de desplazados durmiendo en carpas de la cruz roja en las fronteras militarizadas, la angustia de millones de familias separadas, muertos en balsas cruzando a las islas del Caribe, en fin frente a la cara de muerte en los rostros de miles de compatriotas, hay unos pocos que conservan una “calma olímpica” criminal y sin precedentes. Como si nada de eso existiera, como si ellos tuvieran acceso garantizado a todo, en fin como si el sueldo que tienen les alcanza para seguir con sus whiskeys en los restaurantes deshojando la margarita electoral. Su sindéresis política es cercana al suicidio, parece que nada les perturba, que son los únicos que pueden esperar cómodamente diez años más y a quien se queje porque no le alcanza el sueldo para vivir, a quienes derraman sus angustias por su condición de moribundo social, es atacado inclementemente como el enemigo de la oposición.

No es posible que siempre ataquen el debate e impongan el silencio como estrategia, que no entiendan que frente al escandalo por haber recibido sus entornos miles de millones de dólares contesten públicamente ¡Si Y? como si estuvieran mas allá del bien y el mal, sin importar el impacto que eso tiene en los votantes. Es francamente escandaloso que gente del régimen explique abiertamente que estos opositores les han pedido favores y cargos para familiares en el gobierno, que sus historias siempre comiencen con “mis orígenes son de una familia humilde”, que llevan todos décadas ocupando cargos asalariados públicos -con unos salarios patéticos- porque no se les conoce empresa ni trabajo alguno, pero basta ver su Facebook para no entender cómo hacen sus hijos para vivir y estudiar en el exterior o verlos, desvergonzadamente mientras sus pueblos están rebuscando en la basura, vacacionando a todo dar en Estados Unidos, Madrid o Paris. Y cuando se les encara, sus miradas de odio y sus jaurías mediáticas actúan como sus pares del régimen al verse descubiertos en un centro comercial en el exterior.

La oposición democrática presionada por todos, dejó muy clara su postura en Dominicana, sencillamente no hay garantías. La Comunidad Internacional, la OEA y el grupo de Lima se han pronunciado. De ser cierta la existencia de la “Facción Odebrecht”, la respuesta a su inquietud del como es posible que alguien piense acudir a las elecciones, en semejantes condiciones no se trataría entonces de una contradicción de un sector opositor, se trataría simple y llanamente del cumplimiento de otro acuerdo.

Por eso buena parte de la oposición se pregunta: ¿Acudirán a sabiendas que no tienen garantías de ninguna naturaleza?. Se atreverán, sabiendo que no cuentan con la infraestructura electoral para cuidar sus votos como ocurrió en las impuestas elecciones a gobernadores? ¿Aceptarán la imposición de Maduro conscientes de que el fraude será masivo y descaradamente organizado y sabiendo muy bien que la abstención será la mas dramática de la historia?. ¿Frente a un ventajismo ya organizado en carnet de la patria atada directamente a un partido político de manera grotesca?. Pero sobre todo, contrario al mínimo pundonor político, ¿lo harán conscientes de que perderán?. Y luego de esa paliza, apoyada por esa minoría, ¿avalaran los resultados echándole la culpa a usted y a la mayoría, porque no fue a votar asqueada?. Son preguntas que no solo se hace toda la comunidad internacional horrorizada sino algo más dramático, se la hacen millones de electores. Lo peor que le puede pasar a un político es que su elector le grite ¡te lo dije! Porque cuando eso ocurre, el elector lo que piensa es que ese político no está a la altura. Cuando eso sucede una y otra vez, el elector queda convencido de que su político, como mínimo, es un soberano pendejo.

Por otra parte en política, percepción es realidad. Por eso no es cierto que toda unión hace la fuerza. Si diez buenos políticos se unen a un corrupto, los once son corruptos frente al elector. Y eso es lo que ha pasado, la inmensa mayoría honesta, por cobardía o presionada por la canalla no se ha distanciado y por eso voy a apelar y alterar un dicho muy sabio de Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, basta con que los políticos de bien no hagan nada”, si existe una “Facción Odebrecht” llegó el momento en que los políticos honestos, hagan lo que les corresponde.

Yo todavía creo que la inmensa mayoría opositora es honesta y quiere lo mejor para Venezuela, considero que más daño ha hecho la improvisación y carencia de formación política que la premeditación, creo que más impacto ha tenido el amateurismo que la saña. Creo que el desconocimiento de la política y de lo que se debe hacer tiene más peso que la corrupción. Pero exista o no esa Facción, lo importante es recuperar la honorabilidad opositora en la mente del votante, no es el primer paso sino el único, para lograr primero el cambio y luego alcanzar el poder.