Condenan a 18 años a asesino de periodista peruano al que descuartizó y quemó

Condenan a 18 años a asesino de periodista peruano al que descuartizó y quemó

Foto: elpopular.pe
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Una jueza peruana condenó este miércoles a dieciocho años de prisión al estudiante Wilfredo Zamora por el asesinato del periodista José Yactayo, cuyo cuerpo descuartizó y trató de ocultar en distintas partes de Lima, incluida una maleta que intentó quemar en un descampado, reseñó EFE.

La magistrada Melina Miguel, del 26 Juzgado Penal de Lima, consideró a Zamora culpable de los delitos de homicidio simple y falsedad genérica, al haberse apoderado del teléfono móvil de Yactayo y haberse hecho pasar por la víctima ante sus familiares y amigos para no levantar sospechas, cuando este ya estaba sin vida.





El mismo juzgado condenó a dos años y ocho meses de prisión suspendida (sin ingreso en cárcel) al empresario Aldo Cáceda por haber encubierto a Zamora en su intento por desaparecer las partes del cuerpo en distintas zonas de la ciudad.

La condena a Cáceda puede tornarse en prisión efectiva si incumple las reglas de conducta impuestas como cambiar de domicilio sin autorización, presentarse una vez al mes en el juzgado y no cometer algún delito doloso.

La jueza ordenó al homicida pagar una indemnización de 50.000 soles (unos 15.370 dólares) a los herederos legales de la víctima, mientras que al encubridor le impuso una reparación civil de 10.000 soles (unos 3.070 dólares) en favor del Estado.

Yactayo, de 55 años, murió el domingo 26 de febrero de 2017 en la vivienda que ocupaba Zamora, de 27 años, y cuyo propietario es Cáceda, de 70 años, quien suele residir en los Estados Unidos.

El comunicador falleció aparentemente por un edema pulmonar causado por un somnífero que le dio Zamora, quien ocultó el cuerpo en el inmueble para despedazarlo al día siguiente y dejar las partes en distintos lugares de Lima con la ayuda de Cáceda.

Una maleta en llamas que contenía el torso y los brazos de Yactayo fue hallada en una zona rural a 139 kilómetros al norte de la capital peruana y las huellas dactilares, que se salvaron del fuego gracias a una inusual lluvia, permitieron identificar el cadáver y comenzar la investigación que dio con Zamora y Cáceda.